Crítica Vertele al estreno de Telemadrid

Eso no se pregunta, el nuevo ejemplo de orgullo de la televisión pública

Eso no se pregunta, nuevo programa de Telemadrid

Marcos Méndez

Uno de los debates más típicos de la actual televisión española es qué se le pide a las cadenas públicas, si luchar por el share (como habitualmente hace La 1 de TVE) o dedicarse a cumplir con el servicio público (como en el caso de La 2).

La tercera vía, que es la ideal tanto para espectadores como para las propias cadenas, es luchar por la audiencia con formatos que sean aplaudidos por distintos motivos. Y este domingo, Telemadrid ha sumado un nuevo ejemplo.

La autonómica pública madrileña ha emitido el primer programa de “Eso no se pregunta”, un espacio en el que distintos colectivos y grupos que sufren cualquier tipo de discriminación toman la palabra para hablar, con la total inocencia y cercanía de personas anónimas, sobre distintos temas que se les plantean en preguntas.

En su primer programa los protagonistas fueron personas con Síndrome de Down de diferentes edades. Y el cóctel que ofreció la cadena tuvo humor, emotividad, sinceridad y, sobre todo, una normalización y capacidad empática que sirve de ejemplo para decir qué se le pide a una cadena pública.

“El down no es una enfermedad, ¡eso es la gripe!”

El formato es muy simple: sentar a distintas personas ante una cámara, hacerles coger tarjetas que están boca abajo en la mesa que sirve como único decorado, y que al darlas la vuelta éstas les planteen diferentes preguntas para responderlas. Y en su sencillez radica su éxito.

Lo único importante es el emisor y el mensaje. Las personas y sus respuestas en forma de reflexión. Y el foco del espectador se centra en saber cómo ven y viven diferentes temas personas de colectivos de los mal llamados “desfavorecidos”.

Porque como todos ellos dejaron muy claro, no son enfermos: “El down no es una enfermedad, ¡eso es la gripe!”, tras lo que explicaron que simplemente tienen un cromosoma triplicado en vez de duplicado, lo que les hace especiales de una forma que no tiene por qué ser negativa. De hecho, una de las jóvenes contó que a ella que le encanta dar abrazos, y puede hacerlo porque se siente querida por todo el mundo.

Un emotivo baño de realidad

“Eso no se pregunta” permite, en definitiva, ponerse en lugar de otros y ver la vida con sus propios ojos. Y, sobre todo, darse cuenta de los errores y visiones negativas que provocamos los que estamos fuera de cualquiera de esos grupos de personas.

Porque como dijeron de forma casi unánime, a ninguno les gusta notar que a veces se les hace el vacío. Ni que los niños les miren por sus diferencias. Y al mismo tiempo, explicaron que su mayor preocupación son sus madres, y la culpabilidad que sienten al saber que muchas veces, por cuidar de ellos, no pueden salir a la calle. Un baño de realidad y ante todo de empatía que genera momentos de reflexión e introspección en el espectador, y que se manifiesta incluso con unas lagrimitas en el sofá.

También permite entender por qué el acceso al mundo laboral no es igual para todos. Porque cuando uno de los jóvenes tiene que aprovechar el programa para solicitar trabajo y cumplir “su sueño” de hacer audiovisuales, lo que ha estudiado, es que algo falla. O cuando otra se siente orgullosa simplemente por haber conseguido un puesto, siendo dura y clara al explicar que sabe cuáles son sus limitaciones, los ojos se abren.

Un formato vitalista en el que se impone el humor

Pero el programa no está ni mucho menos marcado por el drama. Por las ocurrencias a la hora de responder a las preguntas, el humor llega por ejemplo cuando se les preguntó por el sexo, con uno de ellos metido en un pequeño “jardín” al lado de la joven que es su pareja.

Confesiones apasionadas hasta el punto de que una joven reconociese que le gusta tanto la música, que le apasiona tanto Raphael, que llora al escuchar El Tamborilero. Sentimientos y sonrisas a flor de piel, también al presumir de cómo componen poesía, o de responder que lo que más desean es poder cocinar y comer todo lo que quieran, pero sin que le engorde o le siente mal. Como todos. Con normalidad. Porque de eso se trata.

Primera de sus 12 oportunidades de empatizar

Aunque los espectadores siempre exigimos a las cadenas públicas que hagan contenidos de este tipo, al mismo tiempo que protestamos y nos llevamos las manos a la cabeza por otros que no consideramos (o que directamente no son) dignos de ellas, el estreno de “Eso no se pregunta” se conformó con un 4.1% de cuota de pantalla.

Los madrileños tienen la oportunidad de premiar a un formato que apuesta por la normalización, por hacer pensar y por facilitar un necesario cambio de roles que aporta 40 minutos de risas y emotividad. Y el resto de españoles pueden disfrutarlo a través de la página web de la cadena, porque sólo es un contenido regional.

El síndrome de Down ha sido sólo el principio. En las próximas semanas, los seguidores de “Eso no se pregunta” podrán conocer de primera mano qué piensan protagonistas directos de otros grupos como los que tienen Síndrome de Asperger, transexuales, parados, negros, gitanos, ciegos, religiosos, personas de baja estatura, musulmanes, obesos y gente con movilidad reducida. Una oportunidad que brinda este buen ejemplo de televisión pública.

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