'Agent Carter' 1x05 Review: Por fin, una rival a la altura

Por Alfredo Díaz Piedra Alfredo Díaz Piedra

(¡Cuidado, spoilers!)

La semana pasada dejábamos a Peggy renegando de Howard Stark, con total intención de ir a por él, en vez de ayudarlo a demostrar su inocencia, tras hacer cierto descubrimiento sobrecogedor. Además, descubríamos que una de sus vecinas, en principio una dulce chica sureña, no era en absoluto lo que aparentaba. Y poco más averiguábamos, pues muchas preguntas importantes se nos mostraban aun sin respuesta.

La mejor en su trabajo...

La máquina de escribir confiscada por la RCE envía un mensaje codificado, indescifrable en teoría para todos, incluido el criptógrafo... Menos mal que estaba Peggy en la oficina. No solo descifra el mensaje sino que consigue convencer a Dooley, su jefe, de que acompañe al agente Thompson en la misión para interceptar el intercambio que habían logrado descubrir. Un viaje largo pues según el mensaje, iba a ser en un complejo militar soviético. ¿Cómo consigue Peggy convencer a su jefe? Fácil (para ella): prometiendo que al posarse del avión, los Comandos Aulladores del Capitán América les estarían esperando para apoyarlos.

Y así fue, pues volvemos a encontrarnos a Dum-Dum Dugan y sus chicos, dispuestos a ayudar a la agente Carter en todo cuanto sea posible. No tardarán en descubrir que aquel mensaje era solo una trampa para atraerlos a una muerte segura, de la que solo escapan por la determinación de Peggy. Mientras ella permitía la huida de sus compañeros, el agente Thompson sufría un colapso que lo dejaba atontado completamente incapacitado siquiera para empuñar su arma.

Al menos no se fueron con las manos vacías: dentro del complejo descubren a un par de científicos, bueno, un científico y un psicólogo encargado exclusivamente de que dicho científico no perdiera la cabeza. Estos cuentan cómo en verdad Stark poco tiene que ver con las cosas que Leviatán les obligaba a hacer. En verdad la única relación era que les obligaban a copiar diseños ideados por él, nada más. Eso era un testimonio importantísimo para la defensa del multimillonario, cambiaba por completo los esquemas de la agencia.

El resultado final de la misión es, en resumidísimas cuentas, positivo, al menos arroja algo de luz acerca de la inocencia de Stark, algo que ya intuía (más abajo lo comentamos) el jefe de la RCE. Además, en lo personal, para Peggy ha de significar un punto de inflexión en su relación laboral tanto con su jefe, como sobre todo con el agente Thompson, al que salvó la vida, y delante del cual, y gracias a la ayuda de sus viejos amigos del comando, demostró su gran valía.

... o casi

Aunque es, en muchos aspectos, un capítulo que representa un paso adelante para Peggy, no todo serán alegrías. Sí, al fin su jefe le otorga una misión importante. Sí, al fin el agente Thompson la reconocerá como una más. Y sí, consigue que su misión sea un éxito (a lo largo del episodio se ve como Dugan y sus hombres parecen valorar mucho más la opinión de Peggy que la de sus compañeros de la agencia). Pero cuando dios abre una puerta cierra una ventana: en los vestuarios, mientras se preparaban para la misión, son interrumpidos por el agente Sousa, poseedor de unas fotos de una rubia misteriosa, que había entorpecido a la RCE en la primera misión de la serie. Sousa es inteligente, y muy a su pesar, observador, pues aunque resultó embarazoso para ambos el momento en que se encuentra con Peggy en el vestuario, él tuvo tiempo a ver cómo unas marcas en el hombro de nuestra protagonista eran tremendamente parecidas a las que aquella rubia misteriosa de la foto tenía.

Un descubrimiento que pone a Sousa en alerta. Peggy había conseguido ganarse el respeto del resto de sus compañeros, y al mismo tiempo, sin saberlo, había perdido seguramente el del único compañero que lo había tenido hasta entonces. Además, de revelar Sousa dicha coincidencia, lo más probable es que ese respeto recién conseguido se esfume en un abrir y cerrar de ojos, y tendría que dar muchas explicaciones...

Dooley a lo suyo

Mientras enviaba a sus agentes a investigar ese intercambio interceptado, el jefe Dooley, tal como hacía en el capítulo anterior, sigue investigando por su cuenta el asunto. En esta ocasión lo vemos hablar con un periodista, que había escrito un artículo sobre el tema de Finow. Lo que averigua gracias a dicho individuo lo pone tras la pista no ya de Stark, cuya culpabilidad parece desvanecerse cada vez más según van avanzando en la investigación, sino sobre un general estadounidense, con el que Howard habría tenido ciertos roces. El artículo nunca llegó a ver la luz, pero al menos Dooley, gracias al periodista, parece estar al final del episodio tan convencido como Peggy en la inocencia del genio inventor.

Y mientras, Dottie al otro lado de la puerta

Dottie, la adorable vecina nueva de Peggy, esa chica que mató a un hombre en el pasillo del edificio en un segundo, sin inmutarse, sigue estando al acecho, y siendo un misterio... O ya no tanto.

En este capítulo vemos cuáles son sus orígenes: una especie de academia militar de niñas rusas asesinas. Ese será el complejo soviético en el que recalen Peggy y sus hombres, siendo Dugan atacado por una de esas niñas asesinas. Dottie, o como quiera que se llame esa precursora de Viuda Negra, aprovecha la ausencia de Peggy para rebuscar en sus cosas, y aunque no llega a descubrir el vial que la agente Carter escondió en el capítulo anterior, sí halla una llave misteriosa.

Muy perturbadora es la escena en la que, tras completar su rastreo, vuelve a su habitación a dormir, para lo cual primero se esposa a la cama, como seguramente le hacían en aquella academia de la muerte. Peggy tiene al otro lado de la pared a una experta asesina, entrenada desde niña, vigilándola en cada paso, y ni lo sospecha. Sin duda es una rival a la altura de la agente Carter, y esperamos ansiosos el momento en el que descubra a la rusa, y se enfrenten cara a cara, aunque a decir verdad, no tengo claro, por primera vez, que Peggy pueda salir airosa de ese enfrentamiento.

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