'Better call Saul' 1X06 Review: Los hombres buenos van a Albuquerque

Por Sílvia MartínezSílvia Martínez

Desde que apareciera en ‘Breaking Bad’ como ese tipo tan duro como misterioso, todos hemos tenido unas enormes ganas de saber un poco más sobre la vida de Mike Ehrmantraut.

Sabíamos, aunque con un halo de misterio demasiado grande, que había sido policía y que tenía una nieta que quería por encima de todas las cosas, pero poco más conocíamos de la vida del ahora –contando ahora como el tiempo en el que se desarrolla ‘Better Call Saul’– encargado de subir y bajar las barreras del parking que tienen más que frito a Jimmy McGill.

Pues bien, el momento de empezar a conocer un poco más sobre la vida de Mike Ehrmantraut ha llegado con el 1x06 de ‘Better Call Saul’.

La historia promete. Y mucho.

(¡Cuidado SPOILERS!)

Nueva vida en Albuquerque

Aproximadamente nueve meses antes del tiempo en el que se desarrolla ‘Better Call Saul’, el ahora ex policía Ehrmantraut ha escogido Albuquerque como nuevo destino para vivir tras abandonar Philadelphia, ciudad donde trabajó como agente de la ley durante casi 30 años. El hecho de que su nuera – que hasta hace poco perfectamente podíamos pensar que era su hija – y su nieta residan en la ciudad de Nuevo México, parece ser lo que lleva al bueno de Mike a decantarse por iniciar una nueva vida allí.

Bueno, quizá la bala que tiene cerca del hombro izquierdo también puede tener algo que ver…

Inmediatamente después, en casa de su nuera nos enteramos efectivamente de que Stacey – que así es como se llama –, es la viuda del hijo de Mike, Matt, fallecido no mucho tiempo antes en una operación policial. Ya se sabe, en muchas familias la profesión se lleva en la sangre y la familia Ehrmantraut es una de ellas. De tal palo, tal astilla.

Aunque Mike está tan taciturno como siempre y no parece tener ganas de soltar mucha prenda al respecto, lo cierto es que a la viuda de su hijo hay varias cosas que no le encajan muy bien en lo que se refiere a la muerte de su marido: su extraño comportamiento semanas antes del fallecimiento y una llamada a pocos días del mismo cuyo emisor, según ella, fue el propio Mike.

Como bien hemos señalado, el ex policía no tiene pinta de soltar prenda y declara muy convencido que él no llamó a nadie, pero sin muchas ganas de remover el pasado. A fin de cuentas, lo pasado, pasado está y bastante le ha costado a él intentar reponerse de la pérdida de un hijo.

Nos ha quedado claro: Mike quiere un abogado

¿Mike quiere o Mike necesita? Un poco de las dos, probablemente, pero la cuestión es que sin un abogado los dos policías que han venido expresamente de Philadelphia para visitarle no van a escuchar ni una palabra de su boca. A menos que hayan venido para escucharle decir ‘abogado’ cual disco rayado, que entonces desde luego que están de suerte.

Como todos sabíamos y esperábamos, el jurista al que Mike decide llamar no es nada más ni nada menos que un tal James McGill, ahora convertido en una especie de clon de Matlock para la gente y en un Paul Newman joven para él mismo. No sabemos si McGill tendrá abuela, pero falta, falta, la verdad es que no le hace. ¡Menudo es él!

Pero no olvidemos, que además de presumido, él es todo un profesional honrado y por eso no acepta la petición de Mike que dista bastante de esperar que él le represente como abogado: sólo tiene que tirarle el café encima a uno de los dos policías para que así él le pueda robar en un descuido el bloc de notas que lleva en la solapa de su chaqueta y que, seguramente, contenga información muy jugosa del asunto que les ha llevado a venir a Albuquerque a visitar a su ex compañero.

Así que tras un semi interrogatorio en el que McGill empieza a enterarse del caso que concierne a su ‘jovial’ cliente, el café acaba finalmente derramado en la solapa de la chaqueta de uno de los dos agentes y Mike Ehrmantraut acaba consiguiendo su preciado bloc. Bloc que contiene notas sobre una ya insinuada acusación de asesinato a Mike de los dos compañeros que trabajaron con su hijo Matt el día de la emboscada que acabó con su vida, justo seis meses después de esto.

Aunque claro, en el interrogatorio los dos agentes no podían mostrar todas sus cartas y prefieren ser más sutiles pensando que quizá el mismo que asesinó a Matt pudo ser quien asesinara a sus dos compañeros y piden a Mike que les diga todo lo que sabe para así poder avanzar en la investigación.

“Sé que fuisteis vosotros”

Al parecer, otra de las cosas de las que Ehrmantraut pudo enterarse gracias al bloc de notas con esencia de café, era de que los dos agentes de Philadelphia tenían sospechas de que su hijo Matt estuviera involucrado en algún que otro asunto sucio. Corrupción, principalmente, a juzgar por el dinero que su viuda ha declarado haber encontrado en casa sin saber muy bien de dónde había salido. ¡Como la Pantoja!

Muy pero que muy enfadado al escuchar esto, Mike se va echando chispas de casa de su nuera y nos traslada, a medida que va paseando y gracias a un perfecto juego de cámara, a un tiempo pasado en Philadelphia el que Mike estaba muy enganchado al alcohol. Porque sí, otra de las cosas de las que nos hemos podido enterar hoy en las charlas con Stacey es de que Ehrmantraut y una botella de lo que fuera, eran los mejores amigos del mundo, más aún después del fallecimiento de su hijo.

A lo que íbamos: el flashback nos lleva al bar donde los policías se reúnen para comentar sus jugadas y, en el caso de Mike, para llevarlas a cabo. No sabemos exactamente qué se propone – aunque nos lo imaginemos –, pero sabemos que Hoffman y Fensky, los que fueran compañeros de su hijo, y más a sabiendas de que acaba de registrar su coche policial, van a jugar un papel importante en su plan. Sabemos, también, que Ehrmantraut cree que ellos dos fueron los que acabaron con la vida de su hijo y que, por tanto, la emboscada fue todo un fiasco.

Gracias al alcohol, que a todos nos suelta un poco la lengua, y ahora ya detrás del coche de los dos agentes que se disponen a llevarlo a casa para que duerma felizmente la mona, Mike empieza a contarles a Hoffman y Fensky sus sospechas que, como imaginaréis, a juzgar por las caras de ambos, eran totalmente infundadas.

“No hay nada que un policía tema más que acabar en la cárcel”

Y precisamente por eso les va a hacer pagar por todo, como tiene que ser, demostrando que fueron ellos los que mataron a su hijo. No tenía pensado que la cosa fuera más allá de una seria amenaza hasta que ambos agentes lo bajan del coche e intentan acabar con su vida para que así guarde silencio eternamente. Total, un hombre deprimido por la muerte de su hijo y que estaba acabando hasta con su hígado, ¿cuánto iba a tardar en intentar suicidarse?

Pero si los dos policías hubieran visto ‘Breaking Bad’, sabrían que a tipo duro y crack de los cracks nadie le gana a Mike Ehrmantraut y, haciendo gala de ello, les planta un tiro a cada uno – y los que hicieran falta – , acabando con la vida de los dos y recibiendo sólo un balazo en el hombro como respuesta.

Ahora ya sabemos qué es lo que ha llevado al ex policía a acabar en Albuquerque y, ahora también su viuda nuera lo sabe. Sabe que su difunto marido era el policía más justo de todo Philadelphia y que quería denunciar los actos corruptos que sus dos compañeros llevaban a cabo. Pero fue su padre, lejos de estar en el pedestal donde Matt lo tenía colocado, el que le convenció para que no lo hiciera porque podía acabar mal y, si hacía falta, se dejara llevar algún día por el lado oscuro de la ley. A todos nos viene bien un pellizquito de dinero de cuando en cuando… ¿no?

Parece ser que Matt, finalmente, pensó lo mismo y decidió aceptar el mismo dinero que sus dos compañeros aceptaban. Demasiado tardío, demasiado dudoso: Hoffman y Fensky no confiaban en él y, mediante toda una farsa, acabaron con su vida. Mike lo sabe, pero ahora, también Stacey lo sabe.

La pregunta es, ¿podrá Stacey vivir con ello? Pronto lo sabremos. El martes que viene, ¡más ‘Better Call Saul’!

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