Juego de Tronos 07x02 Review: “Habemus” regalo

Juego de Tronos 07x02 Review: "Habemus" regalo

Por Alberto Rodríguez

Bienvenidos. Parece que el juego se ha cobrado ya a sus primeras víctimas, y no me estoy refiriendo a la espantada de Ed Sheeran de Twitter ante las críticas por su cameo como soldado Lannister (aunque el cantante ha aclarado que ha sido coincidencia), sino a la promesa en firme de Euron Greyjoy de traerle a Cersei un regalo que haría tambalear su orgullo y que ésta aceptara ser su Reina ante todos y en la alcoba. Está claro que un presente capaz de ese portento debe estar más que a la altura y en vista de que SEUR no existía en esa época, lo más probable es que sea el propio Euron el que entregue este jugoso paquete en persona a la codiciosa monarca.

Mientras tanto, el ofrecimiento que hizo a Jon Nieve de visitarla en Desembarco del Rey sigue en espera. Y más que va esperar ahora que al Rey en el Norte se le han juntado dos misivas: la de Cersei y la de Daenerys. La madre de dragones decidió aceptar la sugerencia de Melisandre, refrendada por su mano Tyrion, por supuesto, de proponer parlamentar a ese joven bastardo de la casa Stark que tenía incluso más motivos que ella para odiar a los Lannister. Y si había sido capaz de unificar al Norte se trataba sin duda de un gran hombre. Por tanto, debía conocerlo.

Además, el ambiente era propicio, pues la joven Khaleesi había decidido saldar todas las rencillas pendientes con sus subordinados, incluido Lord Varys, por apoyar al rey equivocado en el pasado. Pero que nadie se confunda: Daenerys está dispuesta a dialogar siempre y cuando lo haga como reina y señora de todos.

(Comienza la tormenta de spoilers)

Duelo de príncipes

La intervención de Melisandre no ha hecho sino confirmar la pugna existente entre tía y sobrino. Según la profecía del Señor de Luz, “se acerca la Larga Noche y sólo el príncipe prometido podrá traer el alba”. La expresión facial de Daenerys se suavizó cuando su fiel consejera, Missandei, le aclaró que en alto valyrio -el lenguaje de los sacerdotes rojos- valían ambos géneros para la palabra ‘príncipe’, por lo que cabía también la posibilidad de hablar de princesa. Eso ya le agradaba más.

En cualquier caso, Jon Nieve había visto horrores que ella no podía ni imaginar, así que no sería inteligente apartarlo sin tenerlo en cuenta. Máxime cuando se trataba de un aliado potencial debido a su odio a los Lannister. Puesto que no había acudido a Poniente para reinar sobre cenizas, decidió tenderle la mano en una entrevista personal y de paso dejarle claro quién manda.

La invitación a Rocadragón no pudo llegar en mejor momento. Coincidiendo con el cuervo de Daenerys, día antes Jon había recibido el de su amigo Sam desde la Ciudadela con el hallazgo del yacimiento de vidriagón sobre el que descansaba precisamente la fortaleza en la que se encontraba en ese momento su anfitriona. Esta coincidencia fue el punto de inflexión ante la reticencia inicial de visitar a la heredera de los Targaryen.

Obviamente los representantes de todas las casas se opusieron de facto al viaje de Jon a Rocadragón, incluyendo a su hermana Sansa, la cual, al parecer, está empeñada en llevarle la contraria a su hermano y tensar la cuerda con cada paso que da. Los rumores y reservas fueron callados con las honestas palabras de Jon, quien les recordó que no había pedido ese título, pero si lo había aceptado era para defender al Norte y hacer lo que creyera mejor para su hogar. Pero, además, las palabras fueron acompañadas con hechos, nombrando a su hermana Sansa la dueña y señora del Norte durante su ausencia.

Nada pudo complacer más a Lord Baelish, cuyo rostro esbozó una sonrisa de complacencia al escuchar la decisión de Jon. Y fiel a su personalidad calculadora, decidió dejarlo todo atado antes del viaje del Rey. Mientras Jon visitaba los restos mortales de su padre, Ned Stark, en las catacumbas, el Meñique le abordó sin previo aviso con una actitud manipuladora. Después de dorarle la píldora de la forma más gratuita, alabando sus cualidades como rey, le confesó que había amado a su madrastra e incluso se atrevió a preguntarle si a ésta nunca le había caído bien. El joven lobo se retiró convenientemente, no sin antes dejarle claro a Lord Baelish que no era bien recibido. Éste le replicó que si no hubiera sido por él no habría ganado la Batalla de los bastardos, y que él no era su enemigo. Pero no contento con eso, se atrevió a decirle que estaba enamorado de su hermana, al igual que lo había estado de su madre. No hizo falta decir más. Jon comprendió en ese instante la amenaza que suponía ese hombre para su hermana, así que arremetió contra él y a punto de ahogarle le amenazó con matarle si se le ocurría poner un solo dedo sobre Sansa.

Con esta despedida marchó Jon junto a Sir Davos hacia Puerto Blanco, y de ahí a Rocadragón. El Norte quedada en las manos de su hermana. Y ésta, muy posiblemente en manos del Meñique. Sobre todo, ahora que el tiempo corría en su contra: de actuar en contra de Jon, deberá hacerlo durante su ausencia.

Pero puede que Sansa tenga una ayuda inestimable que la salve de la ponzoña de Lord Baelish, pues su hermana Arya ha puesto rumbo a Invernalia. Rumbo a su hogar, después de todos estos duros años. Cuando Pastel Caliente, su antiguo camarada de fatigas, coincidió con ella en la posada, no sólo satisfizo su apetito y su sed. También le dio una gran alegría a su corazón al revelarle que su hermano Jon había vuelto del Castillo Negro para recuperar las tierras y proclamarse el Rey en el Norte. Tenía un hogar al que volver. Y por primera vez en años, su rostro recuperó la expresión infantil de antes de vivir toda la barbarie que la había convertido en quien era. ¡Y eso que no le había hablado de Sansa!

Una operación arriesgada

Cuando Sam conoció a Jorah, con ese susto de muerte que le pegó, el pobre no sabía que ese hombre infectado con psoriagris era hijo de Jeor Mormont, el que fuera su Lord Comandante y cuyas últimas palabras fueron precisamente para su hijo Jorah, al morir en los brazos de Sam después de haber sido apuñalado por uno de los hermanos amotinados en el Torreón de Craster. Fue él quien regalo a Jon Nieve a Garra, la espada bastarda de acero valyrio de la Casa Mormont. Ésta fue el arma definitiva que supuso una diferencia crucial en la batalla de Casa Austera contra los Caminantes blancos. Ya que con ella Jon fue capaz de destruir a uno de los espectros. Tal vez fuera por todo esto, y por su incansable curiosidad, que decidiera poner en práctica con Jorah una táctica poco convencional -incluso prohibida- para curar su enfermedad, o al menos, para frenarla. El inconveniente, además de suponer la expulsión de la Ciudadela si les pillaban, era el dolor que suponía la intervención, pues consistía en retirar una a una las escamas de piedra a golpe de cincel y bisturí. Para más inri, Jorah no podía gritar porque de lo contrario serían descubiertos en mitad de la noche.

Con cada golpe y al retirar poco a poco el revestimiento pétreo aferrado a la epidermis, un fluido espeso blanquecino brotaba de la herida. Después del desconchamiento, Sam aplicaría un ungüento sanador, y con suerte, aliviador, pero para eso quedaba una ardua tarea de pica-pica.

Es curioso que Sam se haya inclinado por esta técnica tan trabajosa, ya que en el manuscrito que robó de la biblioteca se incluía un pasaje donde se explicaba que el vidriagón podía curar la psoriagris. Tal vez fue por ello por lo que la hija de Stannis Baratheon consiguió interrumpir el avance de la misma, ya que durante muchos años estuvo viviendo en los interiores de Rocadragón. Todo este tiempo pensando que su padre la tenía oculta por vergüenza -lo cual era plausible dado el poco caso que le hizo en vida- y a lo mejor había otro motivo, medicinal, para tenerla en los pasillos subterráneos de la isla. Tal vez descubrieron que le hacía bien.

En cualquier caso, ese conocimiento ha pasado inadvertido por el momento a ojos de Sam. Si no, podría haberse ahorrado el mal trago de cincelar el torso de Jorah mientras éste se retorcía de dolor mordiendo un palo. Eso, o que tal vez no hubiera a mano una buena muestra de vidriagón. Al fin y al cabo, se trata de una mercancía codiciada.

Comienza el juego

Por fin el verbo se ha hecho realidad. Por primera vez hemos asistido a la planificación del ‘juego de tronos’ sobre el tablero de los siete reinos, con Daenerys al frente, y tres de las casas más importantes de su lado: la casa Greyjoy, la casa Martell y la casa Tyrell.

Sin embargo, y contra todo pronóstico, los ponientinos tenían más sed de sangre que la propia Targaryen. ¿Quién lo diría? Tal vez la diferencia radicara en el tiempo de exposición ante las maldades de Cersei. Y eso que su hermano Tyrion podía hacer cátedra de lo que es sufrir su perfidia. Pero al mismo tiempo era el que más la conocía. A ella y a Poniente. Justamente por eso fue por lo que se reveló como el principal autor de la estrategia a seguir: en vez de atacar Desembarco del Rey, la aislarían por todos los flancos con la intención de dejarla sin víveres. Victoria por agotamiento. Pero si querían doblegar la autoridad moral de Cersei debían asediar la ciudad con tropas de Poniente, no con extranjeros. Por tanto, serían las tropas de la Isla del Hierro, Dorne y Altojardín las que rodearían la capital. Mientras tanto, los Inmaculados y los Dothrakis se encargarían de minar el poder de los Lannister dándoles donde más les duele: invadiendo Roca Casterly.

Por lo pronto, Asha Greyjoy se encargaría de escoltar a Ellaria Arena hasta Dorne y ahí esperarían instrucciones. Pero los planes, ya se sabe… nunca están a salvo de imprevistos.

Y en este caso el imprevisto tenía nombre y apellido: Euron Greyjoy. Parece que Tyrion olvidó meter en la ecuación a este elemento, cuya rencilla abierta con sus dos sobrinos y su creciente interés por Cersei hizo que pusiera su flota al servicio de interceptar el viaje de Ellaria hasta Dorne. Ya era oficial: acababa de declarar la guerra formalmente a Daenerys de la Tormenta.

Pero los negocios primero. Él venía buscando su premio, el regalo para su reina. Y se encontraba en el interior de esas naves. Ya ajustaría cuentas con sus sobrinos. Antes había que dar caza a las serpientes de Dorne. Nada complacería más a Cersei que tener frente a frente a las responsables de la muerte de su hija. Recordemos que Ellaria envenenó a Myrcella a través de un beso justo antes de devolvérsela a su familia. Y como para cobrar venganza no hace falta el lote completo, dejaron vivas a la madre y a su hija Tyene. Y a las otras dos, las más belicosas, bueno… acabaron ahorcadas de la proa de una de las naves. Por supuesto después de prestar batalla hasta el final.

Asha miraba con horror el destrozo de sus naves, devoradas por las llamas. Ni la lluvia sofocante de esa noche era suficiente para ahogarlas. Y en medio de ese horror, su tío apareció para someterla. A ella y a su hermano. Con la daga arañando su cuello, asistió al abandono de Theon instantes después de que su tío le instara a salvarla. Pero el pobre muchacho, Hediondo en otro tiempo, estaba traumatizado. Y ver esa sangría le hizo recordar sus peores momentos al lado de Ramsay. Sólo pudo escapar arrojándose por la borda. Y aunque cobarde, tal vez haya sido la opción más inteligente. No tenía posibilidades contra Euron y a buen seguro hubiera acabado asesinado. Pero vivo, todavía tenía una posibilidad. Aquí cada uno juega su juego como mejor puede. Y es muy respetable.

Y si todos juegan su juego, Cersei no iba a ser para menos. En su estrategia existe una doble vertiente: por un lado, adoctrina a las tropas que considera todavía leales bajo el sentimiento de unificación frente a los ‘salvajes y eunucos extranjeros’. Y por otro, ha puesto a trabajar a sus mejores ingenieros para crear las armas definitivas para protegerse de los dragones de Daenerys. Y al parecer, ha habido progresos. La flecha clavada en el cráneo de Balerion el Terror, la bestia que Aegon Targaryen montó atravesando el mar, ha hecho restallar un eco de seguridad no sólo en la sala, también el corazón maltrecho de Cersei.

Sin embargo, su hermano Jaime no progresa igual de veloz con las relaciones diplomáticas. A pesar del juramento al trono y de la amenaza de lo que supondría la vuelta de otro rey loco a Poniente en caso de que Daenerys se instalara, las alianzas ancestrales entre casas son pactos sagrados muy difíciles de romper. Así se lo hizo saber Randyll Tarly -el padre de Sam- cuando Jaime le pidió que luchará contra Olenna Tyrell.

Y es que Olenna es mucha Olenna. Su sabiduría la convierte en alguien muy peligroso como enemigo. No hay más que ver lo poco que ha tardado en desatar la tormenta. Una entrevista a solas con Daenerys le ha bastado para desatar la furia: “¿Eres una oveja?” No, eres un dragón ¡Entonces actúa como un dragón!“

Estas palabras resonarán en la mente de la Khaleesi cuando conozca el destino que han corrido Ellaria Arena y los Greyjoy. Estas palabras serán la mecha que prenderán la llama del fuego valirio en el interior de Daenerys. Y no servirán de nada los consejos de prudencia de Tyrion ni de Lord Varys. Ya no hay vuelta atrás. Y esto debemos agradecérselo a Olenna.

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