Juego de Tronos 07x06 Review: “El mejor capítulo de la historia”

Juego de Tronos 07x06 Review: “El mejor capítulo de la historia”

Por Alberto Rodríguez

He tomado prestada la cita del vendedor de tebeos de ‘Los Simpson’ para darle la vuelta y manifestar el estado de euforia que deja este episodio una vez que se ha visto. No es de extrañar que los fans de HBO España y Nordic corrieran y aprovecharan el temporal fallo de una hora en la plataforma que puso a disposición de sus usuarios de manera anticipada este capítulo para visionarlo y disfrutar, tal vez, de la mejor entrega de la serie. Lo tiene todo. Intrigas, amor, acción, suspense y sobre todo un portentoso final que hará que el espectador se frote las manos pensando en lo que se le viene encima.

Haciendo un repaso en la trayectoria de la serie, tradicionalmente el penúltimo episodio de muchas de sus temporadas ha sido el bombazo de ese año, pues era el que integraba más ingredientes impactantes, reservando el capítulo final de la temporada para el cierre y reflexión de los acontecimientos vividos en el capítulo anterior: la Boda Roja o la batalla en el Castillo Negro son buenos ejemplos de ello.

Así pues, sin más dilación, vamos a entrar en materia porque hay mucha tela que cortar y no sé si vamos a tener hilo para tanta puntada como tenemos que dar.

(Spoilers de más allá y de más acá del muro)

Una amenazante declaración de intenciones

Pues, efectivamente, se han confirmado ambas de las hipótesis que barajamos la semana pasada en torno a la nota de Sansa. En ella, reconocía por escrito la traición de su padre, Ned Stark, a su “querido Joffrey” -cita Arya textualmente al leérsela a su hermana de viva voz-, y le pedía a su hermano Robb que acudiera a Desembarco del Rey para evitar cualquier agravio en el futuro para su familia. Esta nota era una prueba concluyente que ponía en jaque a su padre ante el nuevo rey Joffrey, y al pedirle explicaciones, Sansa alegó que había sido coaccionada y engañada con la excusa de que esto era lo mejor para su progenitor en su situación.

Pero Arya no se dejó convencer por el triste argumento de que fuera sólo una cría en el momento en que la redactó de su puño y letra, y recordó a su hermana cómo perdía la cabeza por su amado Joffrey en esos lejanos tiempos. Y no sólo eso. También la amenazó con enseñarle el escrito a los señores norteños para que vieran la clase de señora que era. ¿Qué diría Lyanna Mormont, que tan sólo es una prepúber que no levanta un palmo del suelo?

Obviamente Sansa estaba en un apuro, y al Meñique le había salido bien la jugada, porque, si bien todo este tiempo la señora de Invernalia le había tenido en un segundo plano, ahora que se sabía contra las cuerdas lo reclamaba en privado para buscar consejo y manejar esta crisis. Sansa se había desmoronado. Temía que, si alguno de los lores veía la nota, tendrían una buena excusa para volver a sus hogares y retirar su lealtad a Jon. Al fin y al cabo, la fidelidad de estos nobles se había mostrado más cambiante que la dirección de una veleta en el pasado. Pero Lord Baelish le dio una solución: sin saber cómo, en la conversación apareció el nombre de Brienne, y su juramento de proteger a las dos hijas de Catelyn Stark. En este caso, la sugerencia del Meñique era emplear a la guerrera para que mediara en la disputa entre las dos hermanas.

Entonces, Sansa decidió mandar a su guardaespaldas a Desembarco del Rey para que acudiera en su nombre y atendiera la invitación de la mismísima Cersei en persona. Este movimiento entra en contradicción, aparentemente, con el consejo de Lord Baelish, ya que contra todo pronóstico, la ha alejado de Invernalia. Mucho no podrá interferir entre las hermanas. Pero lo repentino de la invitación y el hecho de no querer dejar siquiera a Podrick, hacen muy sospechosa esta decisión. A saber si la invitación es real. Más bien, parece que hubiera reciclado la invitación que recibió su hermano Jon en el primer capítulo, recién coronado rey.

Y más aún, cuando su siguiente paso fue colarse a hurtadillas en la recámara de su hermana Arya a fisgonear en sus cosas. No se sabe cuándo fue mayor su susto: si al descubrir las caras o al verse sorprendida por Arya con expresión de demente.

Al verse interrogada por los rostros que guardaba en su bolsa, la menor de las damas Stark le explicó que lo que sostenía en su mano era una de sus caras y le informó que había recibido formación para convertirse en un hombre sin rostro. Bueno, en este caso, en una mujer. Pero este mundo es machista hasta en el lenguaje. Y precisamente, gracias a las nuevas identidades que asumía detrás de esos rostros, podía elegir libremente su condición y la vida que quería llevar. Una libertad que le era privada por el mero hecho de haber nacido mujer en un mundo tan retrógrado como el que les había tocado vivir. Gracias a esas caras podía asumir la personalidad de otros, las voces de quien quisiera… incluso la de su hermana.

Y como si se oliera que su propia hermana mayor estuviera tramando algo contra ella, le dejó ver mediante ese semblante de pocos amigos y apuntándola con la daga que le había regalado Bran que se habían acabado las tonterías, y haría lo que tuviera que hacer, incluso si se trataba de su hermana. A ver cómo te portas a partir de ahora, Sansa.

Asesoría a largo plazo

El malestar de Tyrion con la matanza de los Tarly ha encontrado rápidamente el vehículo con el que llegar a Daenerys. Con la excusa de aconsejar a su reina invitándola a ponerse en la piel de su enemigo para adelantarse a sus movimientos, introdujo una píldora camuflada que criticaba abiertamente su postura radical para con los presos.

Daenerys le aclaró que la matanza era algo necesario, no fruto de perder los estribos. Pero Tyrion discrepaba, alegando que se podrían haber estudiado otras opciones antes de abrir fuego a discreción tan displicentemente. Además, la preparó para lo que supondría entrevistarse con su hermana Cersei, maestra en el arte de la provocación. Más allá de las ansias de aplastarla cual enemiga que era, el deseo de perturbar y ser increíblemente insidiosa con sus invitados era la capacidad que más temía Tyrion de su hermana. No quería un nuevo estallido de la khaleesi y que todo Desembarco del Rey saliera ardiendo.

Pero, además, había otro pequeño detalle. A la mano de la reina le preocupaba el futuro de su estirpe. Llegar al trono y crear un mundo nuevo era una cosa. Conservarlo era otra. Una vez rota la rueda, cuando faltara Daenerys, ¿quién la conservaría? Esta pregunta pilló por sorpresa a la madre de dragones, quien, precisamente, no podía engendrar varones y sus únicos hijos serían sus amigos escamados con alas. “Veo que llevas tiempo pensando en mi muerte”, le espetó a Tyrion, “pero hasta que no consiga la corona no hablaremos de un heredero”. Su consejero, al que minutos antes su reina definió como algo parecido a un ‘antihéroe’, excuso una vez más su pensamiento sumamente pragmático orientado al largo plazo.

Aunque no todo iba a ser hablar de política, ¿verdad? También había hueco para el cotilleo: “¿qué tienen en común Khal Drogo, Jorah, Daario y Jon Nieve? En que todos se enamoraron de ti.” Corta el rollo, ¿cómo va a ser eso así? ¿Es que no os habéis fijado cómo os mira?

Ver para creer

La expedición encabezada por Jon Nieve comenzó lenta pero segura. Aunque en un abrir y cerrar de ojos los acontecimientos se precipitaron con una vertiginosidad que quitaba el aliento, lo cual, era fácil con el clima gélido del páramo por el que se movían.

Durante el tiempo de calma chicha, los integrantes de la caravana aprovecharon para ponerse al día: Gendry saldó su rencilla con la Hermandad por haberle vendido a Melisandre; Tormund le habló de Brienne al Perro, con lo que se enteró de que aquella gran mujer que le había vencido en combate paraba en esos momentos por Invernalia, y Jon, haciendo honor a su pureza, ofreció la espada de la familia Mormont a Jorah. Pero éste la declinó elegantemente, explicando a Jon que había perdido el derecho a empuñar esa arma desde hacía ya muchos años, cuando deshonró a la casa de su padre, y que, si éste se la había entregado a él, suya era. Así que Garra se quedó con Jon.

Hasta aquí la romería. Porque acercándose al lugar de la visión que le había mostrado el fuego al Perro, empezaron los problemas: un oso de ojos azules, o mejor dicho, el cuerpo medio podrido del animal se abalanzó sobre ellos consiguiendo herir a Thoros, aunque no acabó con él. Más adelante, la suerte se puso del lado de Jon y los suyos, y lograron emboscar a una pequeña avanzadilla de caminantes blancos que se encontraba alejada del pelotón. Aprovechando la ventaja de unos riscos cercanos, los asaltaron y pudieron conservar a uno con vida. Pero era demasiado pronto para cantar victoria, porque los alaridos del caminante alertaron al resto del grupo.

Antes de que la masa fantasmagórica se materializara, Jon envió a Gendry al muro para enviar un cuervo a Daenerys. Sólo ella con sus dragones podía salvarles de ese descomunal aprieto. Y el emisario partió. Instantes después, una horda de soldados muertos se presentó ante sus narices, agolpándose unos cuerpos con otros con tal de llegar ante sus víctimas. Jon dirigió a los demás hacia la única salida posible a través de las formaciones rocosas. Pero el camino reservaba una desagradable sorpresa: la superficie quebradiza de un lago congelado que estaba a punto de deshacerse. No había otra. Sólo podían avanzar por ese inseguro camino ya que los muertos les pisaban los talones. En el centro del lago había un peñón. Si conseguían llegar allí podría servirles de refugio. Y así fue. Porque el peso de los muertos hizo que se rompiera la superficie en una decena de metros a la redonda del peñón, volviendo a los humanos inalcanzables para los muertos. Ahora bien, éstos no se iban. Al parecer, habían decidido esperar en torno a sus presas toda la noche si era necesario hasta que el hielo se recompusiera y darles caza. Era cuestión de tiempo.

A la mañana siguiente, Thoros amaneció congelado. El mal estado en que lo dejó el oso hizo que el hombre no resistiera esa noche al raso. Quemaron su cuerpo. El Perro no quería ni mirar, debido sin duda a su animadversión al fuego. En vez de eso, era mejor entretenerse tirando piedras a los cadáveres que los miraban impertérritos desde el otro lado. A uno le dio en todo el cráneo, partiéndolo por varios trozos. Pero ni se inmutó. Mas no debería haber tirado la segunda piedra, pues ésta les reveló que el hielo se encontraba en perfectas condiciones para ser transitado. Y la caza comenzó.

El goteo zombie permitió a los aguerridos valientes del sur del muro resistir con vida el ataque de estos seres, pero pronto su avance se intensificó. Como buenos zombies, intentaban llegar a ellos mediante mordiscos y dentelladas. Devorándoles vivos para sus filas. El pobre Tormund casi estuvo a punto de ser arrastrado, pero la intervención del Perro fue providencial. Con todo, sólo tuvieron dos bajas.

Sin embargo, el tiempo se acababa. Habían resistido ferozmente, pero los caminantes ya habían alcanzado el peñón por todas las direcciones. Necesitaban un milagro. Y cuando ya no les quedaban muchas más fuerzas y la fe estaba perdida, Daenerys apareció volando con sus dragones e iluminó el lugar teñido de un frio azul con un cálido y abrasador dorado, haciendo que Jon y los suyos vivieran una especie de alegoría mística digna de cualquier retablo del medievo con la virgen de protagonista. Como un bisturí abriendo la carne, las llamas de los dragones fundieron el hielo de las grandes placas congeladas y cientos de caminantes acabaron ahogados. Parecía que habría un final feliz y lograrían llevarse al caminante que habían apresado. Menos mal, con lo que había costado conservarlo durante el ataque. Pero el Rey de la Noche tenía un as bajo la manga.

Un subalterno le entregó una lanza de hielo y éste se acercó peligrosamente hasta donde se encontraba Jon. El muy terco no terminaba de subirse al dragón. Este entretenimiento le dio al Rey de la Noche el tiempo que necesitaba para lanzar con maestría la lanza y… herir de muerte a uno de los dragones. Desangrado como un toro con una banderilla, el animal se hundió sin remedio en lo profundo del lago.

La cara de Daenerys era un poema. Ni ella ni ninguno de los que estaban ahí se podían creer lo que acababan de presenciar. Jon se encargó de romper el trance y apremiarles a huir antes de que repitiera el gesto. La lanza estaba preparada ya y pasó rozando al dragón, que emprendió el vuelo con todos menos con Jon.

Éste se sacrificó por ellos, y tras verse arrastrado por unos caminantes a las profundidades del lago, emergió para recuperar a su querida “Garra”. Pero el grueso del pelotón se dio cuenta y volvió a por él. ¿Cómo saldría de ésta? ¡Un momento! ¿Quién ese jinete encapuchado que se acerca con una especie de honda en llamas? ¿Tío Benjen? ¿No estabas muerto? Pues no. Recordemos que la temporada pasada, tras salvar a su sobrino Bran y a Meera de una horda de caminantes blancos, les contó como los Hijos del Bosque le salvaron de morir a consecuencia de una herida causada por los caminantes incorporando una esquirla de vidriagón a su corazón. Esto le dejó a medio camino entre los vivos y los muertos, prohibiéndole ir al sur del muro. Pero ahora que su sobrino requería de su ayuda, salió de la oscuridad para salvarlo. La pregunta es: ¿habrá acabado finalmente convertido en caminante blanco también? Con este personaje, nunca se sabe…

Danny o mejor, mi Reina

Daenerys no perdía la fe en recuperar a Jon. Algo se lo dijo al dejarle allí a merced de los muertos. Y justo en el momento en que abandonó el balcón de la fortaleza de Guardaoriente, el caballo de Benjen apareció con el cuerpo inconsciente de Jon.

Ya en cama, y sin las vestiduras, la madre de Dragones pudo comprobar que las heridas de puñaladas en el corazón y en el pecho de Jon Nieve eran reales. Ese hombre sensacional estaba empezando a convertirse en leyenda. Así que veló su sueño.

Cuando despertó, lo primero que hizo fue pedirle disculpas por haber ido allí, y la pérdida de uno de sus hijos. Pero Daenerys le contradijo, pues de no haber acudido no lo habría visto y, por tanto, no lo creería como lo creía en esos momentos. Finalmente, prometió a Jon acabar juntos con las huestes del Rey de la Noche.

Pero ella no estaba preparada para las palabras de Jon, que la llamó cariñosamente “Danny”. Ella, que llevaba mucho sin escuchar ese apodo, lo repudió por recordarle a su hermano. Entonces Jon rectificó y la llamó “mi reina”. Con esa mirada a la que hacía referencia Tyrion y que ruborizó a Daenerys, hasta el punto que tuvo que salir de la habitación para no revolucionar al paciente convaleciente y a sí misma. No quería creerlo, pero este romance se lleva aventurando desde hace años, cuando se pronosticaba el encuentro entre ambos. Pero son tía y sobrino. En caso de profundizar más en este tipo de relación, ¿cómo sacudirá sus cimientos el día en que se enteren de su parentesco? No creo que lo llevaran tan bien como Cersei y Jaime…

Pero lo mejor, sin duda, es este maravillo final. Cuando creíamos que todo había terminado y que estaba todo el pescado vendido, en la última escena aparecen los caminantes cargando con pesadas cadenas sin fin que emergen del lago. Entonces, las mentes más avispadas comprenden lo que está pasando: el dragón muerto es una valiosa adquisición para las huestes del Rey de la Noche. ¿Cómo encajará este duro golpe Daenerys cuando vea a uno de sus propios hijos en contra de ella? ¿Lanzara fuego azul? ¡Preparados para la última entrega de esta temporada!

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