'El Príncipe' 2x15 Review: las lágrimas más amargas de Fátima

Por Betty M. MartínezBetty M. Martínez

En ‘El Príncipe’ nada es lo que parece. Nos lo han dicho mil veces y aun así en cada capítulo volvemos a cometer el mismo error. Pensamos que ya tenemos todas las respuestas, creemos que ya no puede pasar nada más, que ya está todo cerrado, que ya sabemos cuál va a ser el final. Pero no. Una vez más volvemos a quedarnos con la boca abierta porque en unos minutos todo da un giro de 180 grados.

¡¡CUIDADO SPOILERS!!

Fátima toma la decisión más difícil de su vida

Una de las preguntas que nos planteábamos cuando arrancó la emisión de estos últimos episodios era si la relación de Fátima y Morey tenía futuro. Ha habido momentos en los que hemos tenido claro que era un imposible, pero en otras situaciones la pareja protagonista ha rozado con los dedos la ansiada felicidad. En esta ocasión han tenido al alcance de la mano otro preciado bien: la libertad.

A pesar de su caída en desgracia en el CNI, Morey consigue cumplir su promesa a Faruq de poner a salvo a la familia y eso incluye a Fátima, que vive una especie de déjà vu. No es la primera vez que se enfrenta a la disyuntiva de elegir entre su familia y el hombre de su vida. Al final de la temporada pasada, a punto de casarse con Khaled, decidió escaparse con Morey. Sin embargo, su huida se truncó muy pronto.

En esta ocasión, Fátima ha tomado la misma decisión, pero ha habido diferencias. Entonces huyó a escondidas, pero esta vez no tuvo ningún reparo en salir por la puerta de su casa de la mano de Morey delante del mismísimo Khaled. Era el momento más deseado. El héroe salva a la chica de las garras del villano.

Sin embargo, era demasiado bonito para ser verdad. En esta serie los personajes parecen condenados a ser felices cinco minutos y sufrir el resto del capítulo. Y es lo que les ha pasado a Fátima y Morey. Estaban en su paraíso particular cuando un teléfono vuelve a sonar y vuelve a hacer trizas el futuro que soñaban. Fátima, Morey, un consejo, la próxima vez, apagad los teléfonos. Una vez más, y ya van demasiadas, Fátima toma la más difícil de las decisiones. Por favor, señores guionistas, ¿habrá algún capítulo en el que Hiba Abouk no tenga que llorar? Ya sé que en ‘El Príncipe’ todo acaba en mar salada, pero la pobre se va a quedar sin lágrimas.

Morey sigue siendo el héroe de la historia

En el último capítulo conocimos a un Morey que no habíamos visto nunca. Era la primera vez que perdía los nervios hasta el punto de no ser capaz de darse cuenta de que había caído en la telaraña que le preparó Robledo. Pues bien, aquel error lo ha pagado muy caro esta semana. De ser uno de los mejores agentes del CNI (Serra dixit, más o menos) ha pasado a ser casi un paria. Es cierto que sus educados superiores hablan de “investigación”, pero no deja de ser un eufemismo de “hasta aquí has llegado como espía”.

Pero Morey no es un agente cualquiera. Era evidente que no iba a permitir que Robledo y Khaled le ganasen la partida y mucho menos iba a dejar desamparada a Fátima, así que Morey regresa a Ceuta.

Sus primeros pasos, hay que reconocerlo, no fueron muy acertados. Ha vuelto a cometer el mismo error que lo ha traído a su actual situación. Ha perdido completamente los papeles y lo entiendo porque la soberbia frialdad de Khaled saca de quicio a cualquiera. Menos mal que sigue contando con Fran. No sé a quién le dolió más el puñetazo. Si a Morey, que lo recibió, o a Fran, que se lo dio, pero ha sido un mal necesario. Ha actuado como punto de inflexión. Es como si el golpe hiciera que a Morey se le reasentaran las ideas y volviese a pensar como un agente de inteligencia y no como un hombre al borde de un colapso nervioso.

No ha sido capaz de desenmascarar a Khaled (todavía), pero, por lo menos, nos ha regalado a los espectadores la satisfacción de ver cómo Sophie, la espía francesa, quedaba en evidencia. ¿Cómo es posible que siga fiándose de Khaled? ¿Le ha ocultado lo de los explosivos y aun así ni se plantea que sea un traidor? Se cree la más lista de la clase y ha caído en una trampa de principiante. Tengo muchas ganas de ver la cara que se le queda cuando descubra que Khaled los ha estado engañando. Espero que Morey se dé, y nos dé, el gusto de soltarle un “ya te lo dije” cuando la verdad salga a la luz.

Las dos caras de Khaled

Lo tengo que reconocer. Khaled es brillante. Está contra las cuerdas. Lo han pillado con las manos en la masa, es decir, con los explosivos en la caja fuerte, pero, aun así, mantiene la calma y representa a la perfección su papel de colaborador de la inteligencia francesa.

Quizá ese sea el detalle que ha hecho que derrotara a Morey en esta batalla. El español no ha pensado con claridad, se ha precipitado, le han podido los sentimientos. Sin embargo, Khaled mantiene la cabeza fría. Piensa, reflexiona, analiza y actúa de forma sistemática. No comete errores. Es más, incluso cuando tiene que improvisar mantiene una línea coherente. Nosotros sabemos que se trata de un doble juego, pero entiendo que los franceses y el nuevo agente del CNI crean sus palabras porque objetivamente todo encaja.

¿Cómo desconfiar si él mismo llama a la Policía sabiendo que van a descubrir los explosivos? ¿Cómo no creerle si facilita la detención de un peligroso líder terrorista? ¿Cómo darle crédito a Morey cuando todos saben que se quiere quedar con la mujer de Khaled? Pero no te confíes, Khaled. Es cierto que Morey no está en su mejor momento. Es posible que te hayas apuntado un punto al entregar a Marwan. Pero Morey todavía no ha dicho su última palabra.

Lo único que le ha salido mal a Khaled en este capítulo es que su suegra ya ha descubierto la verdad. Finalmente Fátima le ha quitado la venda de los ojos a Aisha y ya iba siendo hora. Tal vez Morey no sea el hombre ideal, pero Khaled está también a años luz de ser el yerno que toda madre anhela. Reconozco que esperaba desde hace semanas esta secuencia y se me ha hecho demasiado corta. Es más, me hubiera gustado un encuentro frente a frente entre Aisha y Khaled.

La sorprendente actuación de Paco

Y por si los Ben Barek no tuvieran suficientes problemas, Paco les provoca uno más con su “acuerdo” con los colombianos. Reconozco que no le he acabado de encontrar el sentido a esta subtrama. Entiendo que el objetivo era que Paco se convirtiese en el heredero de Faruq en el negocio del hachís, pero me ha parecido que se le han dado demasiados minutos a unos personajes que tampoco han aportado demasiado a la historia. Con la cantidad de problemas que tiene Fátima, ¿de verdad era necesario que pasara también por este secuestro? Todos sabemos que Morey es el héroe, ¿de verdad era necesario que sacara a Fátima en brazos de una casa en llamas? Me parece que en este caso los guionistas han rizado demasiado el rizo.

En fin, lo único positivo de la trama colombiana es que hemos comprobado que Paco es más listo de lo que parecía y que, además, quiere a su familia aunque en algún momento se plantease matar a Faruq. Me ha gustado que protegiese a las mujeres de la familia, pero lo que de verdad me ha encantado es que haya vuelto a demostrar que el cargo de inspector jefe le queda demasiado grande a Nabil. Me gustaría saber por qué no le dan el puesto a Fran, que, al final, es el que le saca las castañas del fuego a todo el mundo.

Y una pequeña duda. Las mujeres Ben Barek han estado en peligro por culpa de Paco, que, además, reconoce que vino al barrio para derrocar a Faruq. Entonces, sabiendo todo esto, ¿cómo es posible que Faruq le ceda todo el negocio a su primo? Está bien que colabore con los buenos para acabar con su cuñado y poner a salvo a su familia, pero no acabo de entender su generosidad con quien lo traicionó. ¿Qué le ha pasado a Faruq?

En cuanto a Fran. Si al principio de la serie alguien me hubiera dicho que iba a hacer todo lo posible por evitar que Faruq fuese a la cárcel, hubiera pensado que me estaba tomando el pelo. ¿Fran y Faruq trabajando juntos? Era impensable y ahora hasta se van a echar de menos. Al final, van a ser amigos y todo. Pero, claro, tampoco nos imaginábamos que Khaled era un líder de Akrab.

Lo dicho, en ‘El Príncipe’ nada es lo que parece.

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