'Quarry' 1ª Temporada Review: un drama noir ambientado en el Memphis post-Vietnam

PorMarta AiloutiMarta Ailouti

De entre todos los estrenos de la temporada, me temo, poco, o al menos no lo suficiente, se hablará de ‘Quarry’, la última producción de Cinemax, la hermana pequeña de HBO, uno de esos estrenos que deberían llevar mayúsculas. Y eso a pesar de que, es cierto, de primeras cuesta un poco conectar con su protagonista, es lenta, algo densa y además sus capítulos, que rondan los cincuenta minutos, incluso a veces los superan, en ocasiones se hacen un poco largos.

No es un problema. El ritmo de la ficción lo marcan los discos de vinilo y las cintas de casete de su fabulosa banda sonora que empieza con Otis Redding, aunque de fondo suene Van Morrison, y termina con The Spirit of Memphis Quartet. Basada en las novelas de Max Allan Collins (‘Camino a la perdición’), ‘Quarry’ es dura como la esencia más pura de las calles de Tennessee en los años 70, la América de después de Martin Luther King y de la segunda candidatura presidencial de Nixon. Un viaje de vuelta, desde Vietnam, y otro de ida, hacia la vida después de la guerra. A ella regresa, al menos, Mac Conway, un excombatiente con trastorno de estrés postraumático que, de manera más o menos involuntaria, se verá involucrado en una red de asesinatos y de corrupción.

Con guion de los creadores de ‘Rectify’, Graham Gordy y Michael D. Fuller, y dirigida por Greg Yaitanes (‘Banshee’), ‘Quarry’ enamora por su buen gusto por los tonos ocres y su fotografía artística (desde la sobriedad de un baño hasta el juego con ventanas, espejos o reflejos), pero además por su calidad en las escenas de acción, el agitado trasfondo social y político que rodea su argumento, el equilibrio entre drama y noir y sus oscuros personajes. Especialmente por Broker, pero también por Buddy, el propio Mac o Joni.

El broche final lo pone un espectacular capítulo, el octavo, con una de esas secuencias que hacen historia de la televisión. Para los que, como yo, hayáis llegado hasta este punto, tras el tráiler de su primera temporada, me pongo con ello y lo comento. ¿Os animáis?

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¡CUIDADO SPOILERS!

Dispara a todo lo que se mueva

Sería una pena que después de todo ‘Quarry’ no renovara, aunque si los peores presagios se cumplieran, no sería el final de su primera temporada, aunque abierto, un mal final. Eso es cierto. Un capítulo que empieza con un tiroteo en un parque de atracciones, a medio camino entre ‘Banshee’ y ‘Mr.Robot’, y termina con Mac, como no podía ser de otra forma, cruzando a nado el Mississippi.

Entre medias ha sucedido Vietnam. Diez minutos de acción casi ininterrumpida con una desgarradora escena que se inicia con la orden, a modo de título de novela, de disparar a todo lo que se mueva. La matanza ficticia de Quan Thang se traduce en nuestras pantallas en un magistral plano secuencia que dura en realidad siete minutos y no diez como aparenta (hay un pequeño corte oculto en la incursión del avión, por motivos de seguridad, y otro un poco más adelante).

La escena es tan sobrecogedora que habrá quien, como yo, tenga que verla dos veces para apreciar realmente el último golpe, cuando Mac hace ese amago de querer recuperar la granada antes de que la verdad estalle y él se rompa en mil pedazos. Después lo que queda es el silencio grotesco, prácticamente insoportable, del presente. De fondo, muy a lo lejos, suena ‘Bird on the wire’ de Leonard Cohen interpretado por una solista, mientras Conway se abre paso hacia la barra del bar. El contrapunto de este silencio es tan brutal que la tensión se palpa alrededor del espectáculo. Lo que pasa entonces es algo que ya sabemos desde el minuto uno de la serie en realidad y que termina con el capitán James en el fondo del río.

El contexto social y político

Ocurre el mismo día en que Nixon sale reelegido. Nada sucede al margen de este evento. Ni si quiera ese interrogante que se asoma hasta su mismo final. ¿A quién votaría alguien como The Broker? Es el año de los atentados de Munich y las heridas de ‘Quarry’ son las de la discriminación racial y sus toques de queda. También las de Buddy. A él, cantando Harry Nilsson, le debo el primer flechazo de la serie, y no se me ocurre una mejor excusa para regresar que obtener un poco de su venganza.

Pero más allá de él, se trata además de las heridas de Mac. No era tanto una cuestión de sobrevivir a la guerra como de volver después de ella. ‘Quarry’ es una mezcla de autodestrucción entre el síndrome postraumático, los remordimientos de conciencia, el rechazo y la vergüenza, representado hasta en su entorno más cercano, la esposa de su padre, de una forma absolutamente hiriente. No es tanto lo que dice Susan, como lo que calla su pareja. Y así con todo.

En el fondo, no hay misericordia para la gente como Mac. Y si la hay, en esta ocasión tiene nombre de mujer. La otra perspectiva de la guerra es ella, Joni, una periodista de éxito, luchadora innata, independiente y fuerte que también esconde sus propias heridas. Necesitamos más mujeres así, no en la vida, que las hay, si no al otro lado de la pequeña o gran pantalla. Sea como sea, lo suyo es una historia de amor, profundamente real y hermosa, también amarga, que pone de relieve lo que para mí es, junto a este último, el mejor capítulo de la ficción, el cuarto, al que habré de volver en algún momento.

Algunos hombres malos

Pero si algo es, en esencia, ‘Quarry’ es la historia de algunos hombres malos. En este sentido nadie engaña mejor que Moses, por cuya redención junto a Ruth y sus dos hijos habríamos sido capaces de apostar. Habríamos perdido. Porque a veces, sucede, algunas personas son simplemente lo que son.

También Buddy lo es. A pesar de todo el esfuerzo que pone en dejar de serlo y encontrarle un sentido a su vida. Sebastian choca contra el mismo muro, con nombre de corredor de bolsa, por el que Mac, ahora libre, se siente atraído de algún modo. Después de todo, el buen soldado no sabe vivir sin la guerra, ya regresó una vez a ella y encontrará el camino, de un modo u otro, de volverlo a hacer. No hay mucho reproche que hacer aquí, la brecha se antoja complicada. ¿Quién podría dedicarse a vender piscinas justo después de haber sobrevivido a Vietnam? Su ambigüedad es, en realidad, un duelo. A un lado Joni, al otro The Broker.

Un solo triunfador y un futuro incierto

Este último es, precisamente, el gran vencedor, el único probablemente, de la ficción. Un manipulador astuto y carismático sin escrúpulos que, en una jugada maestra, se ha deshecho de su principal competidor y ha matado al único testigo de su vinculación directa con Quan Thang y su campo de amapolas.

Así las cosas, la serie termina igual que empieza, que es algo que me gusta mucho decir, y lo hace en una cantera. Puede que la libertad esté sobrestimada. Porque tal vez, como diría Mac, algunas historias solo tienen un modo de acabar. O quizás él consiga cruzar después de todo el Mississippi. ¿Podrá resistirse a la corriente o se dejará arrastrar definitivamente por ella? Bonita metáfora esta que abre todo un universo de cara a una posible segunda temporada. Sería una lástima que nos privaran ahora de ello.

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