'Tyrant' 3x04 Review: ataque de nervios y luto oficial en Abuddin

Por Betty M. MartínezBetty M. Martínez

Me estoy planteando seriamente cambiar mis hábitos a la hora de ver ‘Tyrant’. A partir de la próxima semana voy a sustituir el café por una tila bien cargada para evitar el ataque de angustia que me da cada quince minutos. Y, desde luego, voy a tener bien a mano un buen número de pañuelos porque esta temporada está siendo muy lacrimógena.

¡¡CUIDADO SPOILERS!!

El dolor de unos padres

Comencemos por las lágrimas. Llevaba toda la semana mentalizándome, pero, aun así, ha sido muy doloroso asumir la muerte de Emma. Ha sucedido todo lo esperado. No ha habido sorpresas. Bueno, quizá una. ¿Ha sido impresión mía o Ihab ha mostrado cierta humanidad cuando preguntó por el destino del cadáver de Emma? Por favor, que Bassam y, sobre todo, Molly nunca sepan qué fue del cuerpo de su hija porque podrían enloquecer definitivamente.

Molly no encuentra consuelo. Se ha pasado todo el capítulo llorando a su hija y clamando venganza. Y, como no tiene ante ella al verdadero culpable de su dolor, los platos rotos los pagan todos los demás. La doncella, que solo ha hecho su trabajo. Bassam, que intenta hacer el suyo. Creo que no hay mucho que comentar porque la sola imagen de Molly en pantalla lo dice todo. Solo quisiera añadir que Jennifer Finnigan se merece todos los aplausos habidos y por haber por su trabajo en esta temporada.

Y mientras Molly llora, Bassam envejece a pasos agigantados al mismo tiempo que se traga las lágrimas. Literalmente. No he podido contabilizarlo pero creo que sus primeras lágrimas son cuando Fauzi lo abraza, aunque solo se derrumba casi al final del capítulo con Daliyah. Esta vez hasta Sammy entiende que su padre necesita a su amiga. Bassam tendrá todos los defectos del mundo, pero esta semana necesitaba consuelo y lo ha encontrado entre aquellos que más lo quieren: su mejor amigo (a pesar de todo), su mejor amiga (o eso dicen) y su hijo. Eso sí, he echado de menos un poco más de apoyo mutuo entre el matrimonio. No sé si es impresión mía pero el abismo entre la pareja crece semana a semana.

Eso sí, para momento emocionante el instante en que Bassam se disculpa con Sammy. Lo siento, le dice. El qué, pregunta su hijo. Todo, responde su padre. Y ese todo viene de muy atrás. Viene del momento en que decidieron subirse a un avión para ir a la boda de Ahmed. En ese justo instante es cuando todo se tuerce y quizá sea ese el instante por el que Bassam pide perdón a su hijo.

Venganza aérea

Pero Bassam no solo es padre, también es presidente, así que se dispone a castigar a los asesinos de su hija con todos los medios a su alcance, es decir, el ejército de Estados Unidos a través de Cogswell. Ya he dicho más de una vez que Bassam tiene doble personalidad. Es capaz de lo mejor y de lo peor. Y, la verdad, me daba miedo que su dolor hiciera aflorar su peor cara. Hubo un momento en el que casi entro en crisis. El jeque e Ihab estaban en un hospital. Eso estaba confirmado. Lo que no tenía confirmación era si había pacientes o no. Por un minuto temí que el lado oscuro venciera y que Bassam diera la orden de atacar. Por fortuna, en ese momento estaba de guardia la mejor versión de Bassam y la respuesta fue no.

Pero eso solo suponía un aplazamiento de la venganza. Se presentó una nueva oportunidad y esta vez Molly no permitió que Bassam dudara. Ella dio la orden de atacar y su marido la secundó.

Una vez más, el plan era inmejorable, pero, una vez más, como siempre en Abuddin, las cosas se torcieron. El Jeque e Ihab siguen vivos, pero eso no es lo peor. Lo trágico es que el misil se llevó por delante la vida de muchos niños porque el Califato los estaba utilizando como escudo.

No importa que el lugar del bombardeo fuera un campo de entrenamiento. No importa que los principales líderes del Califato estuvieran allí. No importa que Bassam y los militares tuvieran la mejor de las intenciones. Lo que importa es lo que dice la televisión y la televisión dice que el presidente de Abuddin utilizó bombas americanas para matar a niños de Ma’an.

El Bassam conciliador, hombre de paz, héroe de la revolución, ha desaparecido para los ciudadanos. Ahora es el “presidente americano” que bombardea a su pueblo. Es irónico. Con la cantidad de errores que ha cometido Bassam en este tiempo y justo lo van a condenar por uno del que no es culpable.

Bassam va a pagar muy caro ese error. Como presidente, seguro. Ahora la duda está en saber si también lo va a pagar como hombre. Señores guionistas, buen cliffhanger. Y hasta aquí puedo escribir.

Adiós a Jamal

Ha habido algo que me ha enfadado soberanamente. Ya me llevé un disgusto la semana pasada, pero confiaba en que aún hubiera remedio, pero, ahora que está confirmado, voy a ejercer mi derecho al pataleo. A ver, ¿a quién se le ha ocurrido matar a Jamal? Desde luego no era santo de mi devoción, pero era un personaje imprescindible en ‘Tyrant’. ¿Por qué nos han privado de una nueva lucha fratricida por el poder? Con lo interesante que sería ver la actitud de Jamal hacia el Bassam presidente. O su postura ante la candidatura de Leila. ¿Os imagináis la cara que se le quedaría si su mujer se convirtiese en la presidenta de Abbudin? Pues seguid imaginándolo porque ya no la vamos a ver.

Han cometido un error garrafal. Ya sé que lo explicarán diciendo que llegan nuevos personajes, que había que darle un giro a la trama, etc. Pero lo que casi podría apostar a día de hoy es que por muchos nuevos personajes que lleguen no tendrán ni la fuerza de Jamal ni la presencia escénica de Ashraf Barhon. Una cosa es que Cogswell cumpla como laureado militar y amante de Leila y otra cosa muy distinta es que pueda ocupar el lugar de Jamal. Lo dicho. Me he enfadado. Y mucho. No es justo.

Eso sí, la muerte de Jamal ha provocado una revelación muy interesante. No voy a decir qué es porque a mí casi se me cae la taza del café cuando lo escuché. Solo puedo decir que ahora ya entiendo por qué Ahmed era tan diferente a Jamal. Y también entiendo una escena que fue vista y no vista en la primera temporada, pero que ahora ya sabemos que tuvo consecuencias. Leila, eres toda una cajita de sorpresas. ¿Qué más secretos ocultas? Como sean todos de este calibre no vamos a ganar para tilas.

La campaña no se detiene

En palacio están de luto por Jamal, Emma y Rami. Por cierto, sigo echando de menos algún reconocimiento mayor para Rami. Todos han llorado a Emma. Hasta Leila ha llorado a Jamal (increíble, inexplicable, pero cierto). Pero nadie ha llorado a Rami. Bueno, alguien sí. Los espectadores. Rami, ya te echamos de menos.

Mientras en palacio mantienen el luto oficial, en el país la vida sigue y los candidatos a las próximas elecciones empiezan a postularse. El primero en hacerlo ha sido el jeque al que Bassam ofreció un asiento en el consejo de Gobierno. A pesar de las presiones de su mujer, el hombre sigue la filosofía de Bassam de intentar fomentar la concordia y el perdón como mejor camino hacia un futuro en paz. Sin embargo, las imágenes de los niños tras el bombardeo hacen que todo cambie. Pierde la confianza en Bassam. Y la verdad es que no podemos culparlo por ello.

También Fauzi da el paso con una frase de esas para enmarcar. “Voy a intentar acabar lo que tú empezaste”, le dice a Bassam. Es una buena declaración de intenciones y tiene el apoyo de Daliyah, pero no lo va a tener fácil.

Y la tercera en la terna es Leila. ¿Ya he dicho que soy fan de esta mujer? Ha conseguido un prestigioso asesor electoral que le asegura que no tiene ninguna oportunidad de ganar porque nadie olvida que era la mujer de Jamal, pero aun así la va a ayudar porque le cae bien. A pesar de todo, ella piensa dar la batalla contra un clérigo que los quiere llevar a la Edad Media y un periodista que huyó cuando hubo problemas. A esta mujer no le tiembla el pulso y pocos tienen su capacidad de análisis y estrategia electoral. Con dos frases ya ha puesto en duda la capacidad de sus dos principales rivales. Y sin necesidad de asesores de prestigio.

Pero aparte del asesor, Leila cuenta ahora con una gran aliada. Su hermana Safiya. Cuando la vi aparecer pensé que venía al funeral de Jamal, pero no. Me equivocaba. Viene a palacio porque tiene “negocios electorales” con Leila. Parece que las dos hermanas no se llevan demasiado bien (esperemos que nos expliquen las razones), pero son mujeres pragmáticas que tienen claro que se necesitan porque tienen intereses comunes. Leila necesita el dinero de Safiya para su campaña (los activos de Jamal están congelados porque, recordemos, estaba pendiente de juicio por crímenes de guerra) y Safiya quiere que Leila sea la presidenta de Abuddin para que el Califato no intervenga en las rutas de navegación de su marido. Lo dicho, negocios electorales.

En fin, que este capítulo, como todos los de la temporada, ha dado mucho de sí. Como ya he dicho, la semana que viene estaré pegada a la pantalla con una taza de tila para los imprevistos (¿será capaz Ahmed de callarse el secreto que le confió su madre?) y con un pañuelo para las lágrimas por si Barry no descubre a tiempo lo que ha pasado en su dormitorio.

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