'Tyrant' 2x06 review: el futuro, en manos de dos renegados

Por Betty M. MartínezBetty M. Martínez

La semana pasada ya vimos que la aparición en escena del Ejército del Califato obligaba a los protagonistas de ‘Tyrant’ a empezar a actuar. En este último capítulo, uno de los mejores que hemos visto en lo que llevamos de temporada, todos y cada uno de los Al Fayeed han asumido su lugar en el entramado político de Abuddin.

¿Vemos cómo se han posicionado?

¡¡CUIDADO SPOILERS!!

Crisis en palacio

Comencemos por el señor presidente. Jamal intuía que el Ejercito del Califato era un grave problema para Abuddin, pero, una vez más, confió en el buen hacer de tío Tariq en el arte de la guerra. El problema es que esta vez el viejo zorro se ha visto desbordado. Los hombres de Abu Omar ya están en Ma’an, lo que significa que controlan un importante arsenal y los pozos petrolíferos.

Y con el grifo del petróleo cerrado se han multiplicado los problemas de Jamal. Poco le importa que sus ciudadanos estén viviendo un infierno, que el Ejército del Califato esté destruyendo el país a su paso, que vaya dejando un reguero de cadáveres en su camino. A Jamal lo que le preocupa de verdad es que sus preciados aliados chinos han decidido que si no hay petróleo, no hay negocio. Si no hay beneficios, no hay alianza. Y si encima Jamal se pone engreído, hasta aquí ha llegado la relación China - Abuddin

Al general Tariq no le gana nadie en crueldad, pero también hay pocos que superen su visión de futuro. Le pide a Jamal que se disculpe con los chinos porque sabe que son la única esperanza de país y del régimen. Pero Tariq comete un grave error. Olvidó que su sobrino es sumamente impulsivo y que ese carácter no casa bien con la presión (y menos con las anfetaminas), así que en un abrir y cerrar de ojos tenemos a Tariq fuera de juego. Adiós, general.

La solución está en la familia

Tal vez Jamal piense que ahora tiene un problema menos, pero Leila, que es infinitamente más inteligente que su marido, sabe que la situación no ha hecho más que empeorar. Y en ese momento es cuando surge la figura de la matriarca Al Fayeed. Este es un personaje curioso. Tiene muy pocos minutos en pantalla, pero cuando aparece sabes perfectamente algo importante va a pasar. Sus palabras siempre marcan los acontecimientos posteriores.

Y esta vez no ha sido una excepción. A grandes males, grandes remedios: Rami, el hijo oculto, el heredero perfecto. Es la solución más lógica, pero también la más compleja, pero ya he dicho que Leila es muy lista y no duda en tragarse su orgullo, bajar la cabeza, reconocer que ni su marido ni su hijo están cualificados para la guerra y suplicarle al bastardo que les ayude a salvar el país.

Rami se hace el digno y rechaza la oferta, pero finalmente acepta y el hijo “ideal” obra el milagro. Todo un ejército de mercenarios vuela ya rumbo a Abuddin para luchar contra los hombres de Abu Omar.

Cansado de huir

Mientras en el palacio anuncian que todo va a salir bien, Bassam sigue oculto tras la identidad de Khalil, pero ha dejado de huir. Después de todo este tiempo ha comprendido que por mucho que corra nunca dejará de ser ni un Al Fayeed ni un ¿abuddiense?

Sigue haciéndose llamar Khalil, pero ya se comporta como Bassam. Ha recuperado sus dotes para el liderazgo. Ese don que no se aprende en los libros, que no se impone a base de amenazas y terror. Bassam apenas ha tenido que decir cuatro frases para conseguir convertirse en el líder del clan de los Banu Zahra y sembrar la semilla de la resistencia.

Jamal, con todo el poder del Estado en sus manos, casi les ha suplicado a los chinos, ha solicitado ayuda hasta a Burkina Faso, ha tenido que pedirle el favor a su hijo bastardo, va a gastarse una fortuna en mercenarios. Todo para intentar poner orden en el país que gobierna.

Sin embargo, Khalil, un simple beduino, con la ayuda de un puñado de mujeres y adolescentes, ha conseguido infiltrar a un hombre en el Ejercito del Califato, preparar una emboscada y liberar a un buen número de presos de una de sus cárceles. En otras palabras, sin medios pero con un plan ingenioso ha sido el primero en derrotar al Ejército del Califato. No quiero ni imaginar lo que diría el tío Tariq si lo supiera. El traidor de Bassam vuelve a ser el héroe del pueblo. Lo ha vuelto a hacer.

Frente a frente

Es muy curioso que la esperanza de Abuddin esté en estos momentos en manos de dos Al Fayeed que ni siquiera se conocen, pero que son muy parecidos. Ambos fueron relegados al papel de actores secundarios. Bassam por ser el hijo pequeño. Rami por ser ocultado.

Los dos viven en una permanente huida de sus raíces, de su pasado, de su familia, de su apellido. Han renegado de su propia historia. Pero cuando las cosas se ponen feas en Abuddin, ambos dan un paso al frente, dicen aquí estoy y ponen todo de su parte para solucionar los problemas.

Hubo un tiempo en que Bassam fue la voz de la conciencia de Jamal (y aún sigue siéndolo) y por momentos pareció que podría transformarlo de dictador en jefe de Estado. Sin embargo, como sabemos, todo salió mal.

Ahora es el turno de Rami. Bassam tuvo que lidiar con el tío Tariq, un problema que no va a tener su sobrino. Eso sí, va a tener que convivir con la envidia de su hermano. Pobre Ahmed. Ahora que empezaba a acostumbrarse al traje de ministro, de la noche a la mañana se le aparece un hermano al que su padre ve como a un superhéroe.

No tengo muy clara la estructura administrativa de Abuddin, pero me parece que el general jefe está jerárquicamente por encima del ministro de Desarrollo Energético y no creo que eso le guste a Ahmed. Y seguro que le gusta aún menos ver cómo su mujer mira a su nuevo cuñado.

Por otro lado, tampoco podemos olvidar que Barry tiene un lado oscuro que, a veces, hace que se parezca demasiado de Jamal. ¿Tendrá Rami también esa cara oculta? Jamal ha depositado en su hijo ilegítimo toda su confianza, igual que hizo con su hermano. Bassam lo traicionó, ¿lo hará Rami? No habría que descartarlo, sobre todo si saca a relucir su sangre Rashid o si quiere vengar afrentas del pasado a su madre y a él mismo.

Para acabar, no puedo evitar recordar algo que dijo el patriarca de los Al Fayeed antes de morir. El heredero debió ser Bassam y no Jamal. Los hechos han venido a darle la razón. Con todos los medios a su disposición, Jamal perdió Ma’an. Sin absolutamente nada, Bassam ha conseguido fundar la resistencia. El hijo pequeño ha regresado para salvar Abuddin. Habrá que ver cómo actúa el nuevo nieto, que, a priori, también parece ser mejor candidato a líder que Ahmed.

Y, sobre todo, será muy interesante comprobar qué pasa cuando se crucen los caminos de estos dos renegados, pero eso será en otro capítulo.

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