'Vikings' 4x10 Review: Una despedida provisional con nuevos intérpretes

Por Marta AiloutiMarta Ailouti

Llegamos al final de mitad de temporada de 'Vikings' con un capítulo que lo tiene todo para ser un buen episodio. Acción, batallas, conflictos personales, sorpresas y un cliffhanger que nos deja a nosotros también navegando un poco a la deriva hasta el próximo otoño. La buena noticia es precisamente que esta vez no tendremos que esperar hasta febrero. La mala es que, por el momento, esto ya se ha acabado y nosotros, ahora más que nunca, tenemos ganas de más.

¡CUIDADO SPOILERS!

Una batalla naval

Después de la impresionante maniobra ideada por Ragnar para atravesar la montaña con sus barcos, literalmente, a cuestas, los hombres del norte se aproximan a la flota naval de París. La escena en sí, recuerda un poco a la de un ring, o al menos el espacio es el de un barco.

A un lado el rey de Kattegat, de pie, con el brazo en un costado, procurando no doblarse del todo por la mitad, mermado y en creciente decadencia. Su paso avanza al son de los cuernos vikingos mientras, al otro lado, su hermano, entre estandartes franceses y redobles de tambores, espera plácidamente sentado sobre una butaca, seguro de sí mismo, sereno y triunfante.

A uno u otro lado, todos invocan a sus dioses (en Francia, es la princesa Gisla la que suplica a la Virgen), pero algunos empiezan a dudar de si Odín no les habrá abandonado ante un Ragnar incapaz de motivarles y de convencerles de lo contrario. Por momentos, incluso, da la sensación de que de buena gana él –noqueado por sus propios hombres y arrastrado a otro barco para huir después de que los franceses empiecen a ganar su segundo asalto–, moriría allí mismo luchando como un guerrero mano a mano contra su hermano. Hace tiempo, al menos, que fantasea con el Valhalla. Pero es la vida de Lagertha, que ha caído en batalla, la que realmente nos preocupa.

Ave, Rollo

Con la retirada definitiva de los vikingos y la victoria de Rollo, los parisinos lo reciben al grito de “Ave, César”, entre aplausos y con honores. Especialmente su esposa y su suegro, el rey, del que ahora sabemos tiene su absoluta confianza.

De hecho, una de las cosas que mejor maneja 'Vikings' es la construcción de personajes a partir de sus acciones. Es difícil entender sus motivaciones, impulsos y lo que piensan sin atenernos, más que a sus palabras, a sus actos. Por eso, tal vez, el emperador Charles sea uno de mis monarcas televisivos favoritos. Con su aspecto pusilánime y cobarde, uno nunca esperaría demasiado de él. Pero, por suerte para el espectáculo, la ficción poco a poco ha ido soltando lastre y a la muerte de Kwenthrith, a la del conde Odo y a la de Yisu, se suman ahora también la de Roland y la de Therese, aún sentados a la mesa. Más allá de las connotaciones de cada uno de los asesinatos, seguramente ninguno produzca pena en especial –si acaso el de la reina de Mercia, por aquello de que siempre pareció maldita–, sino que más bien lo que despierta es alivio.

Sea como sea, el duque vikingo, separado de su hermano, sus costumbres y sus amigos, vive sin duda su mejor momento. Llamado también a hacer historia, su camino ha sido mucho más tortuoso que el de Ragnar, al menos hasta este instante. También es verdad que él siempre fue más sibilino, más traicionero, que el rey de Kattegat, acostumbrado como está a ir de frente. Pero por fin ha conseguido lo que toda la vida soñó. Es cierto. Toda su existencia le ha llevado a este instante. Y no parece que el precio pagado a cambio le pese demasiado por el momento. Tampoco se le puede reprochar en exceso. En eso, y no importa cuánto lo intente, sigue siendo un auténtico vikingo.

Nuevos intérpretes, viejos personajes

La otra sorpresa que nos depara la serie es uno de esos saltos temporales que introduce sin avisar, como si le gustara pillar al espectador desprevenido. La última vez que hizo pegar el estirón a Bjorn, me llevó varias temporadas asimilarlo. Es precisamente en esta, donde, por cierto –más allá de Travis Fimmel y Katheryn Winnick–, el trabajo interpretativo de Alexander Ludwig, que no solo ha crecido como vikingo, y cuyo potencial es más que notorio, merece como mínimo una mención. Dicho queda.

Así pues, después de la derrota de París, regresamos a Kattegat diez años después. Si la cosa le sale bien a 'Vikings' –en este sentido Michael Hirst nunca ha ocultado su deseo de seguir con la ficción histórica incluso después de Ragnar–, hay serie para largo. O al menos parece que todos sus hijos podrían continuar su legado. Por lo pronto, el primogénito de ellos, acompañado por Floki y Helga, ya se ha embarcado en un travesía hacia el mar Mediterráneo. Y aquí le esperamos, casi, casi, con los brazos abiertos.

Sus cuatro hermanos (además de Magnus en Wessex), son los cuatro nuevos intérpretes que se unen al elenco de la serie cuyo casting casi siempre es señal de garantía. Aunque todavía resulte un poco difícil diferenciarlos, Alex Høgh Andersen como Ivar, Marco Islø como Hvitserk, Jordan Patrick Smith como Ubbe y David Lindstron como Sigurd, darán vida a toda una generación nueva de vikingos que, aunque algo más distantes que Bjorn, crecieron escuchando las leyendas y las grandes gestas de su padre.

Un recibimiento hostil

Así las cosas, con Ragnar Lothbrok en paradero desconocido – y con Aslaug sin ninguna intención de disimular su satisfacción ante el doble fracaso del rey– rápido se expande el rumor de lo ocurrido con el asentamiento de los vikingos en Wessex. A todos, incluso a sus propios hijos, pronto se les llena la boca de palabras como traición y venganza. Solo Ivar, cuya admiración por su progenitor se limita solo a su leyenda, y Bjorn, el que probablemente mejor lo conozca, lo defienden.

Y tal vez tenga razón este último, aunque se equivoque al afirmar que no volverá. Quizás Ragnar Lothbrok solo fue un hombre y no un dios, con muchos sueños y muchos fallos. Pero son pequeños matices. Un gran hombre o un dios. Tanto da. Mientras Travis Fimmel sea el maestro de ceremonias el espectáculo está garantizado. Por lo pronto, su regreso a Kattegat no podía ser más majestuoso. ¿Quién va a matarme? Pregunta. ¿Quién quiere ser rey?

Puede ser que, después de todo, después de llegar a lo más alto y descender a la miseria, el líder vikingo resurja de sus cenizas. Lo deseo con todas mis fuerzas. Más allá de lo que cuente o no la historia (que no lo sé), nada me gustaría más que ver triunfar al menos una última vez a Ragnar Lothbrok.

Pero habrá que esperar. Por lo menos hasta después del verano. Porque en la vida real, en parte por suerte, no existen los saltos temporales. Como aperitivo, os dejo el tráiler de la segunda parte de la cuarta temporada.

Nos vemos en otoño.

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