‘Vino El Amor’ Season Finale: Cinco ingredientes de un vino con muchos matices

‘Vino El Amor’ Season Finale: Cinco ingredientes de un vino con muchos matices

Por Betty M. Martínez

Se acabó nuestro paseo por el viñedo de Los Ángeles. Durante nuestro recorrido hemos visto vendimiar, embotellar y vender vino, pero, sobre todo, hemos sido testigos de las relaciones que se fueron tejiendo entre sus habitantes. ¿Qué recordaremos de nuestra aventura vitivinícola?

¡¡CUIDADO SPOILERS!!

La madurez de un actor

Siempre he dicho que a Gabriel Soto le faltaba algo para terminar de convencerme. Era correcto y ya. Ha tenido que llegar David Robles para que mi impresión cambiase. Sigue siendo tremendamente rígido en sus movimientos y sus momentos de ira aún resultan algo forzados.

Sin embargo, David Robles es un personaje tan rico que le ha permitido mostrarnos muchas facetas. Es el galán, por lo tanto, cumple los requisitos imprescindibles del rol: es honrado, honesto, buena persona, un caballero, etc. Sin embargo, también tiene sus sombras. Es excesivamente confiado, de lo que se aprovechó Juan, y muy fácil de manipular, como nos demostró Graciela.

El héroe convencional hubiera sido inmune a todos esos planes maquiavélicos y hubiera defendido sus intereses (Luciana) contra viento y marea, pero David plegó las velas muy pronto y se acomodó a lo que era más “conveniente” para su familia. Y aquí está uno de los matices más interesantes de ‘Vino El Amor’. Es el galán quien renuncia, quien se sacrifica, quien sufre, quien da un paso atrás y dice adiós. No está nada mal esto de que los galanes también sufran y lloren por tener que renunciar a lo que quieren.

Precisamente es en esos momentos de dolor donde Gabriel Soto más se ha lucido porque nos ha transmitido esa lucha interior entre el querer y el deber. Cada mirada a Luciana, cada gesto hacia Graciela, nos decían alto y claro lo que llevaba por dentro. Lástima que sus hijos, quienes presuntamente eran quienes mejor lo conocían, no supieran interpretar el mensaje que les lanzaba su padre.

Nunca pensé que escribiría esto, pero a estas alturas Gabriel Soto no solo me ha sorprendido, sino que hasta me ha convencido de que tiene bastante más talento del que yo pensaba. Ojalá siga eligiendo bien sus papeles para continuar con esta evolución porque, al final, ha encontrado su camino.

Una oportunidad bien aprovechada

En cuanto a Irina Baeva, era su primer papel protagonista y se ha notado. Su Luciana ha sido más que correcta, pero su falta de experiencia le ha pasado factura en algunas situaciones.

Al margen de esto, Luciana es un personaje difícil de valorar. Empezó con mucha fuerza. Era una mujer luchadora, apasionada por su trabajo, defensora de aquello en lo que creía y sin pelos en la lengua a la hora de decir lo que no le gustaba. Sin embargo, poco a poco se fue desdibujando. Como profesional mantuvo su estatus, pero la fuerza de la Luciana persona se fue apagando.

Claro que su intermitente relación con David tampoco la ayudó. Primero, le dice que la quiere, pero que no puede ser, así que ella se da una oportunidad con Miguel. Oportunidad que, absolutamente todos, menos Miguel, comprendimos que estaba condenada al fracaso. Después, David recapacitó y avanzaron en su relación. Probablemente fue el mejor momento de Luciana. Vimos a una Luciana cariñosa con los hijos de David y, sobre todo, vimos a una Luciana envalentonada que no se amilanaba ante los ataques de Graciela. Sin embargo, tras el problema de Fernanda con las pastillas, Luciana entró en barrena y no fue capaz de recuperar el vuelo.

Es cierto que la situación era complicada, es cierto que Graciela movió muy bien los hilos, es cierto que David estaba entre la espada y la pared, pero Luciana se rindió incluso antes de la batalla. Probablemente fuera lo más adecuado dadas las circunstancias, pero esperábamos más de la Luciana que nos presentaron al principio.

En cuanto al feeling con Gabriel Soto, sí lo ha habido, pero el tempo de la historia les ha pasado factura. ¿Cuánto tiempo fueron pareja? ¿Dos? ¿Tres semanas? Al final los espectadores hemos sido testigos de una relación más de pensamiento que de acciones, lo que le ha restado fuerza al romance.

Duelo de divas

Para relación con fuerza la de Lilian y Marta. ¿Hay alguien que no haya aplaudido el trabajo de Cynthia Klitbo y Azela Robinson? Supongo que no porque han sido de lo mejor de la historia. Desde luego, sus idas y venidas han sido mucho más interesantes que las de la pareja protagonista. Se odiaron desde el primer día y se mantuvieron imperturbables. Eran incompatibles y nos lo dejaron claro en cada secuencia. Y es que cuando juntas a dos actrices de este nivel es muy difícil que las cosas no salgan bien. ¿Por qué? Porque les sobra talento.

En esta ocasión, además, han tenido la ventaja de que sus personajes han sido, junto al de Gabriel Soto, de los mejor escritos de toda la telenovela. Tenían matices. Ni la una era tan buena ni la otra era tan mala. Voy a ver si me explico para evitar malos entendidos.

Evidentemente Marta era buena persona, pero también tenía un lado oscuro, bueno, dejémoslo en gris. Por ejemplo, quería a Luciana, pero en más de una ocasión puso por delante el bienestar de Fernanda sobre la felicidad de su hija. Si hasta Luciana se lo recriminaba. Y con razón. En cuanto a su romance con el marido de Lilian, durante bastante tiempo yo pensé que era un invento de Lilian para ensuciar la buena imagen de Marta, pero cuando la verdad salió a la luz casi me caigo de la silla. Por eso digo que también tenía un lado gris y por eso me ha parecido tan bueno el personaje. Siempre es un gusto encontrarse con personajes que se alejan de los estereotipos, que son capaces de sorprendernos.

Lilian era una bruja. Su alianza con Juan y Graciela son la prueba. Sin embargo, había algo en ella que nos despertaba cierta sensación de pena. Lilian tuvo que vivir viendo como sus nietos querían más a la amante de su marido que a ella y, encima, esa misma mujer se interpuso en su relación con Brian. ¿Cómo se lidia con eso?

¿Y qué decir de Gutiérrez? Que lo odiamos el primer día. Que nos preocupó su acercamiento a Marta. Que no entendimos su relación con Lilian. Si hubiera que definirlo con una palabra, sería ambiguo. Quería a Marta, pero seguía su relación con Marta. Se arrepintió de deportar a Luciana y a Marcos, pero le faltó coraje para decir la verdad. ¿Hubiera cambiado algo sí él hubiera confesado lo que pasó? No lo sé. Tal vez. Ya nunca lo sabremos. Lo que sí sabemos es que Juan Vidal consiguió mantenernos en tensión porque nunca pudimos anticipar sus movimientos. Cuando esperábamos una cosa, él salía con la contraria. Gracias por sorprendernos.

Una villana de armas tomas

Quien no sorprendió fue Graciela. Era la mala al principio. Fue la mala durante. Fue la mala al final. Aquí no hay matices ni interpretaciones. Le tocó ser la villana y lo fue con todas las de la ley. No voy a justificar sus fechorías. Es más, ni siquiera las voy a mencionar porque son tantas que seguro que se me olvida alguna, pero sí tengo que dejar claro que ha sido quien más sabor le ha dado a esta historia. Miguel no estuvo mal como tercero en discordia, pero Graciela, que parecía que no tenía ninguna oportunidad de salirse con la suya, casi triunfa. Graciela puede caernos fatal, pero reconozcámoslo: sin ella, esta telenovela habría sido muy aburrida.

Ha habido momentos en que Kimberly dos Ramos parecía algo sobreactuada, pero pensándolo bien ¿quién sobreactuaba? ¿La actriz o el personaje? Yo creo que esa sobreactuación formaba parte de la personalidad de Graciela. Tenía que sobreexponer todas y cada una de las (presuntas) características que la hacían la mujer ideal para David. No tenía ni idea del mundo del vino, pero era una socia casi imprescindible. No soportaba a sus sobrinos, pero era la más cariñosa de las tías. Estaba histérica por el chantaje de Juan, pero eran los nervios por la boda.

Graciela nos dio grandes momentos, pero faltó uno. El más importante. Una última conversación entre ella y David. Siempre me quedará la duda de si tendría algún otro as que sacarse de la manga.

Quien mucho abarca, poco aprieta

En conjunto, ‘Vino El Amor’ tenía un buen planteamiento y unos personajes bien dibujados, pero hubo un punto en el que perdió el rumbo. Quisieron contarnos tantas cosas, quisieron presentarnos tantas subtramas, incluyeron tantos personajes de relleno que, al final, ha estado descompensada.

Estuvimos semanas con la relación de Susan y Tano, que no nos llevó a ningún sitio, pero el romance de la enóloga y César casi tuvimos que intuirlo porque ¿alguien recuerda alguna escena especialmente romántica de estos dos? Además, han desaprovechado muchísimo a Mar Contreras. Al final Susan se limitó a ser el pañuelo de lágrimas de Luciana, cuando de por sí ya tenía una historia propia. Fuimos testigos calvario que vivió con Mark, pero no vimos cómo se recuperaba. Sabemos que lo hizo, pero nos perdimos una parte de la historia.

También estuvimos mucho tiempo dando vueltas en círculo en otras subtramas. El noviazgo de Tano y Fernanda fue una repetición sucesiva de la misma secuencia. Ellos dos en la bodega hablando de cómo les fue el día. Una y otra vez. Casi igual que en el caso de Perla y Juan. Ellos dos discutiendo sobre si dejar o no los negocios “comprometidos”. Una y otra vez. Ambas historias tuvieron arranques prometedores y momentos interesantes, pero se estancaron muy pronto y no dieron de sí lo suficiente como para justificar los minutos de los que disfrutaron.

En resumen, ‘Vino El Amor’ tenía todos los ingredientes necesarios para ser un vino gran reserva, pero en el proceso de maduración algo falló y al final nos tuvimos que conformar con un crianza, que, seamos sinceros, tampoco está nada mal.

Sobre este blog

Etiquetas
stats