Crítica Vertele

Luces y sombras de “Arde Madrid”, la dolce vita de Paco León

Arde Madrid

Paula Hergar

Este 8 de noviembre Movistar+ ha estrenado los 8 capítulos de Arde Madrid, su primera serie rodada en blanco y negro.

Creada (y documentada durante más de cinco años) por Anna R. Costa y Paco León, que también la protagoniza junto a Inma Cuesta, Debi Mazar, Anna Castillo y Julián Villagrán, la historia nos transporta durante ocho capítulos a un logrado 1961, en plena dictadura franquista.

Allí, descubrimos cómo era la Dolce Vita madrileña que disfrutó una desinhibida Ava Gardner junto a una élite de artistas, aristócratas y extranjeros que dieron dolores de cabeza al régimen.

Esa es la atractiva idea de la que parte Arde Madrid y que logra redondear con sus personajes y lugares, pero que enfría con una intriga floja y puntos de vista que marean:

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LAS LUCES

La intro como declaración de intenciones

En una época en la que a la ficción televisiva parece que le han dejado de interesar las intro de sus historias, Arde Madrid utiliza la suya para esculpir su declaración de intenciones:

- Los personajes son nuestra prioridad, su vida íntima, sus vergüenzas.

- La música será otro protagonista, al mismo nivel que los anteriores, ella pondrá el ritmo, el tono y la historia no verbalizada.

- Así como la factura, el blanco y negro y la calidad de la producción harán que despunte a simple vista.

Todo eso dice la intro de Arde Madrid, que ha apostado por no solo comunicar los nombres de su equipo, sino por decir mucho más con ella.

Una serie de personajes con grandes fichajes

Como acabamos de comentar, los personajes son una de las mayores bazas de la serie. Pero no los grandes nombres con los que toda España quería acostarse, como el de Ava Gardner, el General Perón, Lola Flores, Charlton Heston o Carmen Sevilla, sino los encargados de hacer las camas de estos. Esos secundarios con los que siempre fantaseamos que hablaran: la ama de llaves de..., el chófer de..., la sirvienta de... pues por fin lo hacen en Arde Madrid.

Desde la Ana Mari de Inma Cuesta, una coja fascista que espía a los invitados de su señora, al Manolo buscavidas de Paco León con trapicheos cada vez más peligrosos, y la Inma de Anna Castillo que es una joven criada sin desperdicio.

Todos los actores están bien en la serie, también los que aparecen de forma más puntual como Miren Ibarguren (su entrada es de aplauso Tarantiniano), Carmen Machi (sí, parece un reencuentro de Aída), Elena Furiase (en un guiño a sus Flores), Cayetana Martínez de Irujo, Melody... todas interpretan papeles con dobles lecturas. Ninguna está por casualidad. Y esos son los buenos personajes, los que aportan a la trama (y a las subtramas), los que manejan el cotarro.

La Dolce Vita de Madrid y Barcelona

Si además observamos la apuesta de Arde Madrid desde la lejanía, entendiéndola como el nuevo título del catálogo de Movistar+, veremos el gran acierto que supone tras el estreno de la aclamada El día de mañana Y es que, ambas producciones nos muestran la Dolce Vita tanto de Barcelona como de Madrid.

En unos años en el que el franquismo apretaba pero no ahogaba a todos, podemos incluso comparar la mentalidad de ambas ciudades, las costumbres, los personajes que las disfrutaron y sufrieron.

Desde luego, son dos de las mejores historias de la plataforma de pago que si vemos una tras otras, nos hacemos un buen curso de Historia.

Por fin las mujeres conquistan Movistar+

Si hacemos el mismo ejercicio del punto anterior, disfrutando de la serie no como una más, sino como otra pieza en el puzzle de ficción de Movistar+, es inevitable el suspiro de alivio al disfrutar de su primera apuesta por una ficción nueva (Velvet era un diamante ya pulido) protagonizada por mujeres.

Ni La Zona, ni Vergüenza, ni La Peste, ni Mira lo que has hecho, ni Félix, ni Matar al padre, ni El día de mañana, ni Gigantes, ni Virtual Hero habían dado cabida al universo femenino como eje central de la historia. Sí, alguna mujer aparecía, pero siempre como acompañante, obstáculo, opresora u objetivo del protagonista masculino.

Ha tenido que llegar Ava Gardner a España (de la mano de Paco León) para que los directivos de la plataforma se atrevan a apostar por el punto de vista femenino, ese que está arrasando desde hace años. Con el que nos sentimos identificadas la otra mitad del mundo (y de sus posibles suscriptores).

LAS SOMBRAS

Una intriga floja con cliffhangers poco seductores

Pero no todo es blanco lo que reluce en Arde Madrid, y es que frente a unos personajes tan potentes, el brillo de su luz propia no es suficiente como para que te enganches a la historia.

La trama principal, que es el espionaje de Ana Mari a Ava Gardner, queda diluida entre tanto gran protagonista que exige su hueco. La intriga flojea por momentos, y lo más grave es que lo hace al final de los capítulos cuando deberíamos sentir la necesidad de darle al siguiente.

Con cliffhangers tan vagos, en ocasiones te sientes saciado con la comedia que acabas de disfrutar y no te hace falta continuar. Una peligro para una serie de ocho capítulos.

¿Cuál es el tema?

La coralidad de la serie también deja una sensación de mareo en el espectador, porque no solo se presentan varios puntos de vista de numerosos personajes (que a eso estamos más que acostumbrados) sino que abarca varios temas a la vez: desde los amoríos glamourosos, a la picaresca de la época, la importancia del flamenco, el whisky y el rock and roll, a la vez que los guardias civiles y la Sección Femenina, por nombrar unos cuantos.

Algo que hace preguntarte continuamente, “¿de qué va la serie?” Sí, del disparate de lo que era España en ese momento, y como seriéfilos nos encanta volar libres pero con la ilusión por llegar a algún lugar. No a todos.

Las pelucas que Netflix nunca hubiera permitido

Eso dicen muchos de los que han trabajado para el gigante del streaming: que le salen sarpullidos cuando sus actrices llevan peluca. Y aunque a veces son necesarias porque las intérpretes tienen contratos con marcas de belleza, la realidad es que si se pueden evitar: mucho mejor.

Esto ocurre en Arde Madrid, que en varias escenas los postizos roban el protagonismo a sus actores porque nuestros ojos no pueden despegarse de ellos.

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