Crítica: ¡Aviso, spoilers!

'Cuéntame' sigue sin envejecer mientras narra la historia de España y da a sus personajes la voz que acaparaba Carlitos

'Cuéntame' aprovecha la sombra de Carlitos para llegar a los 90 con la vista puesta en el futuro

Laura García Higueras

La boda judía entre Toni y Deborah es el pistolezado de salida de la temporada número 20 de Cuéntame cómo pasó, estrenada este jueves en TVE. Una ceremonia que coincide en el tiempo con la liberación del secuestrado por la ETA Emiliano Revilla, que despierta la envidia del novio hacia la periodista que dio la noticia, porque echa de menos “estar en la calle”.

La familia Alcántara baila, celebra, come y bebe casi al completo, a excepción de Carlos, contagiados por la singularidad del envite, en la que se suceden las coreografías, palmas y cambios de plano para captar las reacciones de todos los presentes. La cita no concluye con el final esperado, ya que la aparición de un exnovio de la recién casada (del que no se vuelve a hablar) portando un arma siembra el pánico. Sin embargo, no termina en tragedia, sino que da la oportunidad a María de demostrar que tiene tablas para la medicina.

El episodio se llama El año de la serpiente, pero bien podría haber sido “El adiós a Paula Gallego”. La actriz se despide aquí de la ficción después de seis años, y a partir de ahora será sustituida por Carmen Climent, que dará vida a la benjamina de la familia en su llegada a la mayoría de edad. La “pequeña” está preocupada por parecer “raquítica” en comparación a la gente de su edad, con otros intereses y hasta otra luz. Pero quizás se insiste demasiado en ese cambio que ella quiere dar -para justificar el de intérprete- y los sucesos que determinan su transformación son en ocasiones demasiado evidentes.

Su posible vocación para ser doctora se explica con dos reacciones que realmente no tendrían por qué corresponder a alguien de su edad, ni que deban exigírsele. Ella es la primera en atender al hombre que se dispara en la oreja en el enlace de su hermano mayor y también la que consigue reanimar al dueño del bar donde juega al futbolín con un masaje cardíaco.

Una maniobra que no se aprende por intuición. Donde sí se acierta es en el retrato de sus dudas sobre el ambiente que la rodea, propias de la bomba de relojería que implica la adolescencia. Estar más o menos convencida de cuál es su grupo de amigos, la presión por tener que perder la virginidad o su capacidad de imponer su personalidad por encima de lo que dicta la masa, son aspectos que sí revelan que, efectivamente, está creciendo y se está encontrando con la persona que querrá ser. Algo que tanto anhela.

Merche toma las riendas y se lanza al negocio inmobiliario

Que el personaje de Merche es una mujer pionera y avanzada a su tiempo es algo que lleva demostrando durante todo el recorrido de la serie. A pesar de lo que imperaba en las diferentes épocas en las que se ha enmarcado, ha acudido a estudiar a la universidad, ha abierto su propia tienda y ahora decide lanzarse al negocio inmobiliario. Mientras tanto, Antonio permanece apagado y frustrado porque una parte de él se culpa de la marcha de Carlitos.

Lejos de contemplar su declive ni hundirse en su mar de negatividad y confusión, el personaje de Ana Duato decide mirar hacia adelante y, cumpliendo con la norma de “lo que una madre debe hacer” actúa pensando en “lo mejor para su familia”.Y con su determinación brinda uno de los mejores momentos del episodio, con el que continúa avivando la llama que mantiene la esencia de Cuéntame viva. Mercedes realiza los trámites y lleva a cabo la construcción de un ascensor en el edificio. En gran parte para que su madre no tenga que subir y bajar escaleras.

La mayor de los Alcántara es a priori reacia a las nuevas tecnologías y divierte con su tozudez al comparar la cabina con su féretro. Sin embargo, cuando pierde el miedo y se da cuenta de que es una herramienta que puede serle útil, convierte el elevador en su nuevo pasatiempo. Sin duda, Herminia conserva el liderato en cuanto a capacidad de generar ternura se refiere. Sus secuencias introducen la comicidad con la que contrarrestar el drama que atraviesan otros miembros de la familia.

Nuevas voces narradoras, con final feliz

La temporada 19 culminó con el adiós a Carlitos con una despedida redonda. España entera ha sido testigo de su infancia y su llegada a la edad adulta, por lo que de igual forma lo sería de su ausencia. Sin embargo, la forma en la que han “ocupado” su vacío es uno de los puntos fuertes del capítulo. Acostumbrados a escuchar la voz de Carlos Hipólito (Carlitos de mayor) como narrador, aquí son varios de los personajes los que le toman el relevo, en forma de cartas que le cuentan cómo marchan las cosas por San Genaro ahora que él vive en Nueva York.

El recurso permite escuchar la voz interior de Inés, María o Toni, que le explican cómo se sienten. Es una forma de seguir profundizando en ellos y conocerles desde un nuevo punto de vista. También aviva la nostalgia y comparte la ilusión que supone para ellos comunicarse con Carlos de la única forma que pueden, e incluso la del que ha marchado al recibir tanto cariño desde Madrid. Eso sí, la voz de Hipólito regresa a tiempo para recuperar la sensación de “estar en casa”, dando cobijo al público y recordándole que sigue ahí. “Volverá, no sé cuándo pero volverá”, dice al respecto Merche en el inicio del capítulo y despeja la duda sobre lo abiertas que siguen las puertas de la serie para Ricardo Gómez.

El valor de lo intangible

Tener el título de la serie más longeva de la televisión en España implica haber sido capaz de, durante 19 temporadas, mantener la atención e implicación de su audiencia. La familia Alcántara ha conseguido convertirse en la de todos, interpelando a diferentes generaciones mediante su retrato de nuestros abuelos, padres o incluso nosotros mismos. Cuéntame cómo pasó perdura en el tiempo porque no envejece, avanza reflejando año a año la historia de nuestro país desde el 1968 en el que Massiel ganó en Eurovisión y todavía vivía Franco con el que arrancó en su primera emisión en 2001.

Dieciocho años después, los guisos de Merche y Hermina siguen oliendo a lo mismo, el cable del teléfono del salón sigue dando para poder hablar a escondidas desde el pasillo y los protagonistas de la serie siguen viviendo en primera persona acontecimientos históricos, ya sean la polémica salida de Pilar Miró como directora general de RTVE o la llegada del boom inmobiliario, por citar dos ejemplos. Su esencia se mantiene y, a juzgar por lo visto en la primera entrega de la nueva temporada, tiene previsto continuar en la misma línea. Aunque no todas sus tramas resulten igual de verosímiles, la familia sigue generando sentimiento de pertenencia.

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