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“Cosas de la edad” en Movistar o cómo tocar la fibra sin recurrir a la lágrima fácil

Cosas de la edad o cómo tocar la fibra sin recurrir a la lágrima fácil

Laura Pérez

Los ancianos son el grupo de edad más olvidado por la sociedad. No así para Movistar+, que sitúa a una decena de mayores bajo el foco de Cosas de la edad, una serie documental que aborda las inquietudes y miedos de la tercera edad de una forma original y novedosa.

El programa, adaptación española del formato británico Old People's Home For Four Years Old, lleva a un grupo de diez niños de cuatro años a una residencia de ancianos para comprobar cómo su llegada es capaz de cambiar la vida de los más mayores en el momento más inesperado para ellos.

A lo largo de sus capítulos -hoy lunes se emite el quinto de la tanda de seis en #0-, Cosas de la edad va descubriendo las historias que se esconden detrás de cada protagonista al tiempo que muestra cómo su relación con los más pequeños va evolucionando y fortaleciéndose.

Un choque intergeneracional que cadena y productora, DLO Magnolia, tratan con el respeto y la honestidad que estos grupos de edades merecen: Cosas de la edad no ahonda en el drama de los mayores para provocar lágrima fácil, sino que aborda sus temores y trayectorias vitales con naturalidad.

Siguiendo la línea de otros formatos como Radio Gaga y La vida secreta de los niños, este formato sitúa como protagonistas a anónimos que son capaces de tocar la fibra sin pretenderlo. Así, Movistar+ sigue diferenciándose como productor de un tipo de entretenimiento que no tiene representación en la televisión en abierto, un entretenimiento que no te deja indiferente, que te hace pensar, reflexionar y te genera sentimientos.

Los grandes aciertos y el punto débil de Cosas de la edad

Cosas de la edad funciona en buena medida gracias a un gran casting de mayores y pequeños. La elección del perfil de los ancianos es todo un acierto, pues toman protagonismo desde los más optimistas que se prestan a la causa hasta los menos voluntariosos, de los que se ve una evolución notable que es lo que sustenta el interés en seguir los capítulos semanales.

Por su parte, los niños aportan la frescura y desparpajo que se presume de ellos, y son capaces de tomar el control inicial del programa de la manera más natural posible. Junto a ellos participan expertos en psicología, sociología y geriatría que aportan la visión profesional de las dinámicas que florecen entre las paredes de la residencia.

A nivel narrativo, su punto fuerte es la forma de presentar a los ancianos protagonistas. Un recurso “marca de la casa” que permite conocer sus historias al tiempo que empatizas con ellos. Al otro lado, se echa en falta un punto de riesgo o novedad a lo largo de los capítulos que ofrezca algo más que pura evolución de las relaciones, con lo que se evitaría caer en una dinámica monótona.

Todavía falta por conocer la conclusión final de este experimento generacional, pero si algo queda claro es que el entretenimiento enriquecedor es cosa de Movistar+.

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