Crítica Vertele

(Des)encanto: Matt Groening viaja a la Edad Media sin el ingenio de antaño

(Des)encanto: Matt Groening viaja a la Edad Media sin el ingenio de antaño

Pedro Zárate

La carrera de Matt Groening se ha construido únicamente sobre dos series, pero ambas de indudable éxito: 'Los Simpson' y 'Futurama'. De la primera poco se puede añadir a estas alturas. Tres décadas en emisión e infinidad de reconocimientos a sus espaldas la avalan no solo como un hito televisivo, sino también como todo un fenómeno de la cultura popular.

El impacto de 'Futurama' no alcanza tales cotas, pero Groening demostró con su viaje al año 3.000 que podía crear universos de calidad más allá de Springfield. Exactamente el mismo reto que ahora, en pleno 2018, vuelve a afrontar con '(Des)encanto', su tercera serie original, la primera desde 1999 y la única que ha firmado hasta el momento fuera de Fox.

'(Des)encanto', sin la chispa de 'Los Simpson' y 'Futurama'

Tras casi 20 años en los que solo ha tenido ojos para sus dos grandes criaturas -en especial para unos 'Simpson' a los que no quiere poner fin-, el de Portland sale de su zona de confort para construir una historia ambientada en la Edad Media con elfos y hadas incluidas. Un viaje al pasado que ha realizado de la mano de Netflix, encargada de estrenar este viernes los 10 capítulos que componen la primera temporada de la serie.

La participación de la plataforma no impide, sin embargo, que uno caiga en la tentación de comparar '(Des)encanto' con sus hermanas mayores. Una comparación que resulta tan injusta -pedir que alcance el nivel de 'Los Simpson' así lo es- como inevitable dado el altísimo listón marcado por sus predecesoras.

Y en este sentido, '(Des)encanto' se queda por debajo de las expectativas tras lo visto en sus dos primeros capítulos. Dos entregas fácilmente asociables a su creador -también a nivel de animación, idéntica a la de 'Futurama'- pero no precisamente por destilar la magia y la chispa de sus mejores días. Cabe preguntarse cómo habría sido '(Des)encanto' en los años de gracia de Groening, entre finales del pasado siglo y principios del presente, cuando 'Los Simpson' estaban en plena forma y Fry y compañía daban sus primeros y acertados pasos.

Personajes sin gancho y un guion carente de ingenio

Sin embargo, elucubrar al respecto carece de sentido y no queda otra que asumir que la apuesta animada de Netflix parece más hija del acomodado Groening actual que del genio de antaño. Para empezar, y a falta de ver cómo evoluciona la serie, se vislumbra la renuncia a uno de sus puntos fuertes: la capacidad para crear un extenso y rico catálogo de personajes. Donde en 'Los Simpson' y 'Futurama' había roles principales y secundarios por doquier, en '(Des)encanto' las tramas recaen sobre los hombros de un trío protagonista tan definido como carente de gancho.

Por un lado tenemos a Bean, una princesa alcohólica y aficionada al juego que sueña con elegir su propio destino lejos de las directrices de su padre. Un personaje de fuertes convicciones al estilo Lisa Simpson o Turanga Leela, pero sin el encanto de éstas. El segundo en discordia es Elfo, un elfo ingenuo y bonachón que huye de su lugar de origen porque allí todo el mundo es demasiado feliz. Él intentará guiar a Bean por el buen camino y evitar que sucumba ante las propuestas maliciosas de Luci, un demonio que bien podríamos asociar con Bender, aunque sin el carisma y la gracia del entrañable doblador.

El resto de personajes apenas tienen relevancia más allá de servir de apoyo a unas tramas que, pese a intentarlo, no aprovechan el entorno en el que transcurren. Un entorno, el de la Edad Media, que sí supo explotar al máximo 'Shrek' (Andrew Adamson, 2001), otro título al que es fácil recurrir para hablar de '(Des)encanto' pese a que, como ocurre con 'Los Simpson' y 'Futurama', la comparación no termine de sentarle bien.

Y es que, personajes aparte, la otra mala noticia que nos deja la nueva apuesta animada de Netflix es que apenas hace gracia. Tiene puntos divertidos -al fin y al cabo hablamos de una obra de Matt Groening-, pero no tantos ni tan ingeniosos como uno podría esperar y desear. Para más inri, algunas de las mejores bromas solo tienen gracia en inglés, por lo que la traducción al castellano promete echarlas a perder aunque no lo pretenda.

'(Des)encanto' aún debe mostrar cómo es su “día a día”

Aun así, y pese a este panorama desolador, todavía hay motivos para la esperanza con '(Des)encanto'. El principal es que las conclusiones aquí expuestas se limitan únicamente a los dos primeros capítulos. Y ambos, pese a quedarse lejos de la excelencia, invitan a darle un voto de confianza a las siguientes entregas. Sobre todo porque sus dos episodios iniciales no son autoconclusivos, sino que funcionan como dos partes unidas por una misma trama. Una vez cerrada ésta al final del segundo capítulo, se abre un nuevo horizonte que la serie deberá aprovechar para encontrar su propio tono, crecer en base a él y demostrar cómo es realmente en su “día a día”.

Será entonces cuando podamos determinar verdaderamente si 'Desencanto' raya al nivel de la factoría Groening o sí, por el contrario, no puede evitar hacer honor a su nombre.

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