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Inma Cuesta y Julián Villagrán se liberan en Arde Madrid: “Si Ava Gardner viviera, sería juzgada y señalada”

Laura García Higueras

Inma Cuesta y Julián Villagrán se sumergen en el franquismo a las órdenes de Paco León en Arde Madrid. El actor y director es cocreador, junto con Anna R. Costa, de esta serie en torno al tiempo vivido por la estrella internacional Ava Gardner en la España franquista y la vigilancia.

Ana Mari, el personaje de la actriz, es una instructora de la Sección Femenina que por orden del caudillo se infiltra como criada en la casa de la artista, encarnada por Debi Mazar. “A través de eso vemos la picaresca española, ese momento histórico de contraste entre la dictadura y la censura y el libertinaje y locura de Ava”, explica la también protagonista de El accidente. Unas locuras para las que el reparto ha tenido que lanzarse a la piscina y confiar en la pareja creativa de la ficción.

“Ha sido todo un reto apasionante, porque los personajes requerían de un gran arrojo y valentía y desvergüenza porque recreamos situaciones bastante complicadas de hacer para un actor”. Villagrán, que da vida al hermano de Ana Mari, recuerda cierta escena con un “pedrusco” como objeto protagonista, como muestra.

Ava era una mujer absolutamente libre, y no sé cómo hubiese sido si viviera ahora. Sería juzgada, señalada... Ella tenía una libertad sexual brutal y en todos los sentidos”, considera Cuesta, que mantiene que “hoy vivimos en una censura encubierta”: “Parece que somos muy libres, pero no podemos decir lo que realmente creemos. Con las redes sociales todo toma una dimensión y una difusión brutal y hay que ser muy cauto”. Pone como ejemplo las entrevistas que concedía décadas atrás Lola Flores como ejemplo de lo que hoy no podría decirse o hacerse en medios.

En una serie sobre la liberación de una mujer gracias al discurso “feminista sin saberlo” de Gardner, el feminismo se convierte en un tema central. Algo sobre lo que Villagrán reflexiona: “Siento que he cambiado muchísimo en los últimos dos o tres años. Hemos adquirido una serie de funcionamientos que pensaba que no eran machistas y sí lo son. Siento una evolución al ver cosas que ocurrían en canciones, en películas y en uno mismo que veo como castradoras en muchos sentidos”.

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