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Ferreras descubre la corrupción en la lucha contra el narco: “Sin agentes comprados no meteríamos tanto hachís”

Ferreras, durante su entrevista con uno narcotraficante del Estrecho de Gibraltar

Redacción

Antonio García Ferreras conoció anoche, de voz de sus protagonistas, cómo funciona el mundo del narcotráfico. El periodista lo descubrió en la primera entrega de Estrecho, emitida ayer en laSexta y en la que el presentador de Al rojo vivo tuvo tiempo, entre otras cosas, de hablar con uno de los capos de la droga en el Estrecho de Gibraltar.

Maxi, como así se llama, ocultó su rostro tras una máscara. Aunque a decir verdad, la cara fue lo único que escondió en su entrevista con Ferreras, pues habló con claridad sobre las ilegalidades, dentro y fuera del mundo de la droga, que ha cometido a lo largo de su vida. “Menos violar...” ha hecho de todo, como él mismo reconoció. Y eso incluye robar, asesinar y, por supuesto, traficar con droga. Algo que empezó a hacer con 15 o 16 años para, con el paso del tiempo, ascender hasta convertirse en el jefe de una organización de narcotraficantes. Por el camino cometió toda clase de delitos, pero sin arrepentirse de ninguno de ellos.

Aun así, y pese a su historial, Maxi también habló de sus propios miedos. Y fue claro a la pregunta de Ferreras: si tiene que temer a alguien no es a la Guardia Civil, sino a la Policía Nacional. “No tienen principios ni escrúpulos. Te tocan tu punto débil, que es la familia”. ¿Cómo? “Haciéndoles daño a ellos. Acusándoles de cosas que nunca han hecho”.

“Policías y guardias civiles se juegan la vida sin saber que sus jefes nos dicen dónde están”

Pese a ellos, tiene recursos para eludir a las autoridades. Primero con sus narcolanchas, por lo general mucho más potentes. Y sobre todo, comprando a policías y guardias civiles. Porque si algo ha cambiado en en los 15 años que lleva en este negocio no es solo que ahora hay más narcos, sino también más corrupción entre quienes, en teoría, deben detener a traficantes como él.

Maxi, de hecho, no dudó en afirmar que si no hubiera policías y guardias civiles comprados “no se metería tanto hachís en estas costas”. Y por “tanto” se refiere a los 50.000 y 80.000 kilos que, de media y a 2.000 euros el kilo, mueven cada mes. “Teniendo uno de gran rango, los pequeños no valen nada”, dijo sobre los agentes que suele comprar y que, según sus propias palabras, le prestan “casi todos” los servicios posibles. Entre ellos avisarle de los agentes que están de guardia y quiénes están cerca de él, para que así pueda alejarse. Eso cuando no son los propios policías comprados los que desvían directamente a los suyos a otra zona para que no molesten.

Esto provoca que haya policías y guardias civiles que se jueguen la vida por detener a narcotraficantes cuando, en realidad, “no saben que sus jefes nos dicen dónde están ellos y nos dan información”.

“Es muy fácil que te paguen dinero por estar en otro lado”

Junto a este testimonio, Ferreras también habló con la otra parte. Concretamente con Francisco Matesanz, inspector jefe de la Policía Judicial de Marbella, que reconoció la existencia de “casos puntuales” de compañeros, no solo de su ciudad sino también de otros puntos como Galicia, que han aceptado dinero del narcotráfico. “Es muy fácil que te paguen una cantidad de dinero por estar en otro lado cuando se produce un alijo en un sitio. Es simplemente no implicarte”, explicó el inspector a Ferreras.

El periodista también quiso saber cómo se vive una situación así, en la que se descubre que uno de los tuyos está realmente en el otro bando. “Se pasa mal porque son muchas horas de esfuerzo y muchas veces se frustran. Puedes detectar movimientos raros de los vehículos patrulla que están en esa zona, llamadas telefónicas en las que escuchas voces que reconoces por tu trayectoria profesional, tienes que coordinarlo a través de las unidades de asuntos internos de ambos cuerpos y llevarlo con mucha, mucha, mucha, mucha discreción”.

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