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De topo en 'First dates': Lo que no ves de una cita real

Eva Robles en 'First dates' (Cuatro)

Eva Robles

Dos matrimonios fallidos, es decir, dos divorcios como un piano (el último hace ya cinco años) no me han quitado las ganas de seguir encontrando el amor. Digo bien “encontrando”, que no “buscando”, siguiendo rigurosamente las reglas de PNL (Programación Neurolingüística). Mi última gran aventura ha sido dirigir mis anhelos e ilusiones hacia el programa televisivo de citas 'First Dates'.

Lo que os voy a relatar es cómo he vivido esta reconfortante experiencia, si bien he de decir que el caprichoso destino es el que me ha llevado aquí. Mi compañera de piso, ferviente seguidora de estos programas ha sido la instigadora del milagro. Las sensaciones que afloraron al rellenar el cuestionario, preparar el vídeo y fotos que me solicitan desde producción se convirtieron en un verdadero juego de azar.

Caminante no hay camino, que se hace camino al andar, parafraseando a Machado he de decir que la preparación para llegar a mi “primera cita televisiva” han merecido la pena.

Ya venía limpia de prejuicios porque en esto del ligoteo, o la búsqueda de pareja, o del amor de tu vida (en mi caso el último, que soy una romántica de libro) me habían hecho navegar por los universos de la Red, pero, siempre a la deriva.

De las decenas de aplicaciones de citas, me embarqué en “Adopta un tío” llevada en esta ocasión por el sabio consejo de una buena amiga. Fue algo ¡súper divertido! Tenía mi propio carrito de la compra virtual de “hombres”. El que no me gustaba a la izquierda, el que me molaba a la derecha y si me lanzaba su “hechizo” ¡venga! ¡A chatear! Y después, las citas, todas fallidas.

Lo curioso es que no me sentía rara, ni que estuviera haciendo algo prohibido, ¿será porque me sentía como los 4,4 hombres y mujeres que según el INE registró el año pasado viven solos? Además, me acompañaban los líderes europeos en uso de smartphones: ¡los españoles!, poseedores del 81% de los móviles inteligentes del mercado, según un informe de la Fundación Telefónica.

¡Señores! Que casi el 60% de la población está buscando de forma activa pareja o lo que sea y, es más, que utilizan las redes sociales para conseguir su objetivo. ¡Casi 200 millones de personas han instalado en algún momento Tinder! Eso sin tener en cuenta aquellos que solo entran por curiosidad, los que han pasado de ella y los que no sacan partido. Desde Meetic reconocen aumentar en un 67% en 2015 respecto al año anterior.

Mi otro experimento sociológico amoroso se dirigió a los mundos de Happn, (ya que tengo un potente Facebook) y me hacía gracia que uno de mis 5.000 amigos (conocidos fans) se encontrara cerca de mí, ¡y yo sin saberlo! ¿Estaría ahí el amor de mi vida? No podía perder la oportunidad. Después de unas cuantas citas con mis “adoptados preferidos” y tras unos “divertidos Happns” me dio por currar y desistir de buscar el amor en el mundo virtual y en los servicios de dating.

Entonces, llegó 'First Dates'

Aunque intuía que ahí podía estar la solución a mi búsqueda me tenía que enfrentar a tres grandes hándicaps. El primero, ver algunos programas, ya que me he vuelto muy poco consumidora de tele. El segundo, dilucidar si esto sería bueno para mi “estatus profesional”.

Soy consultora de comunicación para diversas empresas de renombre, gestiono unas cuantas marcas personales y dirijo mi propia agencia de Comunicación que entre otras produce un programa solidario llamado “tengo1propósito” que se dedica a dar visibilidad a fundaciones, asociaciones y héroes cotidianos en circunstancias complicadas de vida.

Pero, la que más me costó y dejo para el final por ser la más importante es: ¿cómo le iba a contar a mi hija de 23 años que había ido a 'First Dates'?

Ni me lo pensé, entré en acción. Tan solo por vivir la experiencia merecía la pena.

Le dije a mi compañera de piso, que se lo sabe todo de tele que qué tenía que hacer. Grabar un vídeo en el que me describiera a mí misma, mis gustos, mis hobbies, lo que no soportaba… y describir al “hombre de mi vida”. No me costó nada hacerlo, porque estoy habituada a las cámaras, tengo mi canal de Youtube y, en realidad, ¡mucho morro!. También tenía que mandar unas fotos mías, en las que estuviera “guapísima”, ¡por supuesto!, y rellenar un cuestionario.

El riguroso y exhaustivo cuestionario

El cuestionario me revela que estoy haciendo muy bien en ir al programa. Un exhaustivo examen de personalidad, de gustos, de aficiones, de referencias, de trayectoria profesional… pero es algo más. Se nota que el equipo de profesionales que hay detrás de 'First Dates' se toman muy en serio su trabajo.

Muy hábilmente tratan de capturar cómo vives tus emociones, cómo te sientes ante los retos, los fracasos, los momentos difíciles de la vida, cómo te enfrentas a tus decisiones. Un análisis no solo de la parte externa de la persona, sino que ahonda profundamente en sus emociones y sensaciones respecto a sí mismo y al que se supone le acompañará el resto de sus días.

Estoy convencida de que la mayoría de los que van a 'First Dates', hablo sobre todo por mí, lo hacemos convencidos de la posibilidad de que “esté ahí al que buscamos”. El amor se encuentra en cualquier sitio, aparece sin avisar. ¿Por qué no en la tele? No se trata de un reality, ni de un show, “no está preparado”.

Es un formato televisivo muy real, sincero y hecho por verdaderos profesionales que se “dejan la piel” en cada una de las parejas que acceden a su primer encuentro. El equipo de más de 100 personas que realizan el programa son unos “cupidos encantadores”.

La cita, una cena muy divertida

Cuando dije a mis amigos que iba a 'First Dates' toda su curiosidad se dirigía al “momentazo cena”. ¿Es un restaurante de verdad? ¿Son actores lo que salen? ¿Te hacen pagar por cenar, encima de que te atreves a ir? ¿Cuánto tiempo dura la cena? ¿Sobera es tan simpático como parece en la tele? ¿Y Matías y su chica Lidia, son tan guapos en la realidad? Las gemelas también se llevaron un montón de preguntas.

Y una vez allí, se me olvidó todo lo que había previsto o pensado que iba a ocurrir. Tan solo me ocupé de vivir un momento mágico, como en un cuento de hadas, rodeada de personas amables, buenas… todo amor, con un gran objetivo y deseo común: que sus candidatos encuentren en las parejas que seleccionan un compañero para el resto de sus vidas.

Las mariposillas regresaron a mi estómago, ¿cómo será?, ¿conectaremos?, ¿le gustaré?, ¿me enamoraré?... Me viene la canción que le cantó Sobera a mi pareja en el umbral de la puerta de entrada: “¿Y cómo es él? ¿En qué lugar se enamoró de ti? Pregúntale, ¿A qué dedica el tiempo libre?”. Eso no me lo quita nadie. De hecho, he elegido a 'First Dates' como mi sitio de referencia para encontrar mi tercer marido. ¿Quién sabe?

Tras la grabación, invité a la persona más importante de mi vida a cenar y simplemente le confesé un poco sonrojada, “he ido a First Dates, hija” y… hasta ahí puedo leer.

Volveré…

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