“Kyle XY”: Una solución que llega demasiado tarde

“Kyle XY” se enfrentaba el miércoles a una dura prueba, quizás más difícil que la que tuvo que lidiar el día de su estreno. Y no se puede decir que saliera escaldado, teniendo en cuenta que volvía a enfrentarse a la todopoderosa “Hospital Central”, pero es cierto que el pobre muchacho pagó cara su excesiva candidez, que a muchos empezaba ya a cansarnos.

Y es que cuando Kyle llegó a nuestras pantallas con su primera temporada traía un bonito currículum bajo el brazo. No sólo estaba causando furor en EEUU, sino que estaba poniendo patas arriba a muchos europeos. Más o menos lo mismo que le pasaba a “Perdidos”, pero esta vez su cadena anfitriona se dedicó a mimarla, promocionarla, y colocarla en una hora elegante de la parrilla; no a vapulearla y castigarla como el ente público hizo con las aventuras de los náufragos, pero esa es otra historia.

Entonces, ¿qué ha pasado para que la serie no haya sobrepasado las expectativas del estreno? Pues que muchos de los que nos sentamos delante de la tele aquel primer miércoles estábamos preparados para un guión digno de sus autores, no en vano habían creado la espectacular “The butterfly effect”. Y lo encontramos durante la primera hora, con aquel chico misterioso, salido de la nada y dejándose por el camino la memoria y el ombligo. Pero sólo duró eso. Una hora. En el segundo capítulo ya le vimos el plumero.

Los que creímos ver en la serie un guiño para los amantes de la ciencia ficción, una oportunidad para poder disfrutar de algo de misterio a una hora más humana que las que ocupan “Más allá del límite” o “Eureka”, nos sentimos defraudados por la continua moralina con que nos bombardeaban: lo malo que es, lo importante que es perder la virginidad en el momento adecuado, la importancia de la familia y sus valores… Demasiadas lecciones de moral juvenil, para mi gusto-

Y ahora, resulta que en los últimos capítulos no queda nada de ese tufillo de “La familia Brady”. Parece que quieren volver a la trama de ciencia ficción que nos prometieron al principio y, tanto en el final de la primera temporada como en el principio de la segunda que se acaba de estrenar, se vuelve a la tensión argumental, al misterio.

Se dan unas explicaciones científicas al argumento que no dejan lugar a la duda y resuelven todo lógicamente. La parte emotiva de la familia no copa la pantalla nada más que lo justo, y acompañada de una banda sonora magistral, elegida al más puro estilo de “Grey’s Anatomy”. La serie, por fin, alcanza un equilibrio entre el misterio y los toques a la fibra emotiva. Pero creo que llega demasiado tarde.

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