A los 78 años

Muere Terele Pávez, una de las grandes damas de la interpretación española

Muere Terele Pávez, una de las grandes damas de la interpretación española

Redacción

La cultura española se tiñe de luto por la muerte de Terele Pávez. La respetada actriz bilbaína ha fallecido este viernes en el Hospital de La Paz de Madrid, a causa de un derrame cerebral, tal y como ha informado AISGE. Tenía 78 años.

Nos deja así una de las grandes damas de la interpretación en España. Inolvidable por su trabajo en Los santos inocentes de Mario Camus y series como La bárraca, su carrera estuvo marcada en las últimas tres décadas por Alex de la Iglesia, quien la convirtió en su musa definitiva.

Biografía de una actriz irrepetible

Terele Pávez nació el 29 de julio de 1939 en Bilbao. Hija del político Ramón Ruíz Alonso y de Magdalena Penella Silva, y hermana menor de las también actrices Emma Penella (recordada por Aquí no hay quien viva) y Elisa Montés, procedía de una familia vinculada al mundo del espectáculo (su bisabuelo era el compositor Manuel Penella). Se crió en Madrid, y pronto seguiría los pasos de sus hermanas mayores en el mundo del arte dramático.

Su debut en el cine llegaría con 14 años, en Novio a la vista de Luis García Berlanga. Se mantendría en papeles secundarios durante los sesenta y setenta, tanto en cine como en televisión. Destacó sus intervenciones en filmes como la adaptación de Fortunata y Jacinta (1970) a cargo de Angelino Fons, por la que obtuvo el Premio a la Mejor Actriz de Reparto del Sindicato Nacional del Espectáculo. En la pequeña pantalla, por su parte, participó en obras de Estudio 1, Fábulas o Teatro de siempre, los icónicos teatros filmados de la época, y tiempo después en Cañas y barro y La barraca.

Habría que esperar a la década de los ochenta para que su nombre comenzara a resaltar como es debido. A ello contribuyó de manera decisiva su papel de la sirviente Régula en la traslación cinematográfica de Los santos inocentes. Su siguiente trabajo sería para la televisión, pero gozaría de tanto aplauso como aquel: hablamos de El caso de las envenenadas de Valencia (1985), el episodio de La huella del crimen dedicado a Pilar Pradas Expósito Santamaría, condenada a muerte por asesinato mediante envenenamiento por arsénico.

El nacimiento del Anticristo... y de su unión con De la Iglesia

No obstante, pese al reconocimiento obtenido con estos trabajos, durante los años siguiente viviría de nuevo una etapa oscura en lo profesional, destinada a papeles muy secundarios. Destacó su intervenciones en El Lute II (Mañana seré libre), Laura, del cielo llega la noche y Diario de invierno (por las que recibiría dos nominaciones consecutivas al Goya, primero en categoría de reparto y un año después como protagonista, respectivamente), y en la adaptación televisiva de El Quijote (1990), donde encarnó al ama del ingenioso hidalgo.

Entonces, llegaría Alex de la Iglesia para devolverla a la luz con su inolvidable papel de Rosario, la regenta del hostal donde va a parar el cura Ángel Berriartúa (Alex Angulo) en El día de la bestia (1995).

Desde entonces, su filmografía iría en paralelo a la del cineasta bilbaíno: tras enfrentarse al Anticristo en plena Nochebuena madrileña, pasaría de ser la vecina más aguerrida a la que se enfrentó Carmen Maura en La comunidad (2000); a la madre de la actriz en el marmitako western 800 balas (2002); ejercería de la veterinaria que recompone el rostro de Antonio de la Torre en Balada triste de trompeta (2010); sería Maritxu, la cabeza de familia de Las brujas de Zugarramurdi (2014); la pía madre de Pepón Nieto, pegada a su crucifijo, en Mi gran noche (2015); y finalmente, fue Amparo, la cicatera dueña de El bar (2017). Eso, por no contar otras colaboraciones con el director en otros formatos: la tv-movie La habitación del niño, dentro de la antología Películas para no dormir; y su aparición en la serie Plutón B.R.B.Nero.

Pero no solo tuvo oportunidad de lucirse a las órdenes de Alex de la Iglesia: ahí están La celestina (1996), o ya más recientes La puerta abierta de Marina Serereski (2016) e Incierta gloria (2016) de Agustí Villaronga.

No hay que olvidar tampoco su extensa vida teatral: montajes de La casa de las chivas, Tú y yo somos tres, La Celestina, Lisístrata, Fedra figuran en su currículo. En los últimos diez años retornó a los escenarios una vez más. La duquesa al hoyo... y la viuda al bollo, ¡¡¡Mamááááá!!! y finalmente, El cojo de Inishman (esta última dirigida por Gerardo Vera a partir de un texto de Martin McDonagh) fueron sus últimos títulos representados.

La madre de Antonio Alcántara en Cuéntame cómo pasó

En televisión también se mantuvo particularmente activa. Destaca su papel de Doña Pura, madre de Antonio Alcántara en la segunda y tercera temporada de Cuéntame cómo pasó (volvería en 2011 para una pequeña intervención especial). “A Imanol Arias lo veo como un hijo y él como una madre”, dijo ella en retrospectiva sobre su relación con el protagonista de la serie, en una entrevista para El Mundo.

Luego formaría también parte de los repartos regulares de Manolo y Benito Corporeison (2006-2007) y, últimamente, Buscando el norte (2016).

Un Goya que se le resistió hasta 2014

Con semejante carrera, cuesta creer que el Goya no le llegara hasta 2014, por su papel de Las brujas de Zugarramurdi. El Centro de Congresos Príncipe Felipe del Hotel Auditorium de Madrid se volcaba para aplaudir a esta mítica actriz al recoger su primer cabezón. “Sinceramente, me está costando hablar. No sirvo para hablar de mí”, decía emocionada, antes de proclamar su cariño por Alex de la Iglesia: “Con él me iría a trabajar gratis, ¡que no lo sepan los productores!”.

No ha sido este el único reconocimiento que ha tenido. Sin ir más lejos, ahí están los Premios Pávez, que se otorgan en su honor en el Festival de Cortometrajes de Talavera de la Reina; o el Premio de Honor recibido en la vigésimo-tercera edición del FANT Bilbao, celebrada el pasado mayo. No pudo acudir a aceptar su galardón por estar en Punta Cana rodando la comedia Caribe Mix, una de las películas que se estrenarán ya a título póstumo.

La cultura llora la muerte de una de sus más grandes actrices

Terele Pávez deja un hijo, Carolo, fruto de su relación con el editor José Benito Alique, y con el que ha tenido una relación muy estrecha. “No me quedan sueños pendientes. El amor lo tuve. El trabajo y los hijos también los he tenido. Pero este oficio no siempre es fácil. Una vez, yo tendría veintimuchos, me echaron de un rodaje al acabar la primera jornada. No le había gustado nada al director. No cobré, por dignidad, ¡pero lo que lloré!”, decía al recibir el Premio Actúa 2016 de la AISGE.

Con lo que también se va es con el cariño de un público que durante décadas a disfrutado al escuchar esa poderosa voz rota tan inconfundible. Personalidades del mundo de la cultura, la comunicación y la política han llorado su muerte desde que se conociera la noticia. Santiago Segura, con quien coincidiera en no pocas ocasiones, definió su estado de ánimo al conocer la noticia “como si me pegaran una patada en la cara”. Ese sentir es generalizado para todos aquellos que han disfrutado, tanto en las distancias cortas como en la pantalla grande o en el escenario, el talento de Terele Pávez.

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