Análisis Vertele

The Big Bang Theory, una década de expansión del universo “friki”

The Big Bang Theory, la sitcom de CBS, cumple una década de su estreno

Sofía Soler

The Big Bang Theory cumple diez años desde su estreno en Estados Unidos. La sitcom creada por Chuck Lorre y Bill Prady sobre un grupo de científicos brillantes e inadaptados que comparten sus desdichas cotidianas con una camarera aspirante a actriz ha conquistado al público. En sus diez temporadas Leonard, Sheldon y la vecina Penny han evolucionado e incluso se han unido a ellos otros personajes femeninos. Los datos de audiencias avalan a la serie que, no obstante, nunca ha acabado de complacer a la crítica.

“Los críticos valoran la novedad y la progresión en los géneros, olvidando que el público, por el contrario, simplemente disfruta con los buenos personajes y sus historias”, explica a Vertele Jordi Calafí, guionista de Isabel y de otras series de largo recorrido en TV3 como La Riera o Ventdelplà. Este principio explica sus espectaculares datos de audiencia. En Estados Unidos, la serie de la CBS ha reinado durante los últimos años como la comedia más vista, superando por casi 10 millones de espectadores a otras populares como Modern Family de la ABC. La clave de su éxito y continuidad ha sido la capacidad para llegar a la audiencia entre 18 y 49 años, la franja de edad preferida por los anunciantes; un logro que este año le ha arrebatado This is us, de la NBC.

Mientras la acogida desciende en Norteamérica, en España la serie continúa cabalgando en Neox. “La mejor temporada en datos de audiencia de The Big Bang Theory ha sido la décima, la última que hemos emitido, con una media de un 4% y 700.000 espectadores”, argumenta José Antonio Anton, director de programación y de canales temáticos de Atresmedia. Asegura que The Big Bang Theory es “el ADN de Neox hecho serie” porque, a pesar de su tono y su liderazgo entre el público joven, “cubre muy bien la audiencia hasta el público de 54 años”.

Sheldon, Penny y los demás: conquista por sus personajes

La eficacia del género está probada para seducir a un público transversal: “Seguimos hablando de una comedia de unos 20 minutos, grabada en interiores y cuya recreación de los gags se hace a través de las situaciones cómicas, tal y como se creaban las telecomedias hace más de 50 años en Estados Unidos”, valora María del Mar Grandío, autora del libro Audiencia, fenómeno fan y ficción televisiva. Por eso en cuanto a las claves del éxito de The Big Bang Theory, Grandío tiene claro cuál es el núcleo: “Radica en sus personajes. Sin duda el alma de la serie es Sheldon, él más excéntrico de todos”.

Porque esta sitcom gira en torno a la mirada a un grupo de superdotados y frikis. Por supuesto, Sheldon, pero también Leonard, Howard, Raj, Amy y Bernadette se enfrentan a los problemas del mundo de hoy desde su particular prisma. Bajo estas normas, también Penny es una de ellos por el simple hecho mezclarse con los inadaptados, aunque ella “ejemplifique más a nuestra sociedad”, reflexiona Jordi Calafí. “Son peces fuera del agua en el mundo supuestamente normal de nuestra época, donde la eminencia científica queda relegada ante la superficialidad de las redes donde personajes como las Kardashian o Paris Hilton son las reinas”.

Para el guionista, la novedad también está en las características de los personajes, pero no en los tópicos de la comedia, que son los que consiguen la identificación del público. Estos son la familia (traída por “la religiosa madre de Sheldon o la hiperanalítica madre de Leonard”), la guerra de sexos (reforzada desde la incorporación de las científicas Amy y Bernadette) y, por encima de todos ellos, la importancia de la amistad.

“La comedia se hace con personajes perdedores o no es comedia”, apunta en el mismo sentido Pedro Gómez, guionista de series de televisión y doctor en ciencias de la información. “Como otras sitcoms, nos habla de esa soledad de la gran ciudad donde eres como todos o no eres. Hay una fuerte crítica a todos nosotros, que rechazamos a gente así cuando es la que nos lleva a Marte o nos proporciona vacunas contra las peores enfermedades”.

Raquel Crisóstomo, académica especializada en series y comics, señala el protagonismo del “raro” como una característica distintiva de la ficción televisiva contemporánea. Ocurre en el Sherlock que interpreta Benedict Cumberbatch en la BBC o en la misma fórmula de The Big Bang Theory: “Conecta fácilmente con el público actual en tanto que los espectadores hace tiempo que dejaron de creerse perfectos”, explica. “Se sienten mucho más identificados con estos personajes, con sus inquietudes y placeres ya no tan culpables, pero que hace algunos años lo eran, como el gusto por los cómics o los videojuegos”.

Las abundantes referencias a la cultura popular (desde Star Trek a La casa del lago), junto a los guiños científicos se dirigen al sentir de una generación: “Si en Friends el humor giraba en torno a la inmadurez, aquí la sátira se ceba más en la pendantería, la egomanía, el frikismo y el narcisismo”, dice Pedro Gómez. El guion acierta al conseguir que no sea necesario saber qué es el gato de Schrödinger para pasar un buen rato con la serie, pero la identificación es mayor si hay interés por esas referencias. Lo que era marginal, hoy es comercial. En palabras de María del Mar Grandío: “Freak is the new black”.

Un cóctel de comedia y ciencia

Oriol Marimon es doctor en biofísica y uno de los monologuistas de Big Van, un grupo de científicos que divulgan ciencia a través del humor. “En nuestros monólogos observamos que al ser humano aprender le provoca placer. Intentamos explicar conceptos punteros, que se están investigando en ciencia y tecnología en nuestros laboratorios, con un tono humorístico y sin necesidad de llegar a lo técnico y los detalles”. Ellos son expertos en mezclar comedia y ciencia y creen que las claves del divertido producto de CBS es darse cuenta de que la ciencia la hacen personas.

Pero con un enfoque distinto al de su propuesta: “En The Big Bang Theory no divulgan, pero hacen guiños a la ciencia, y a una muy buena. Tienen muy buenos asesores”, indica sobre los tecnicismos y referencias a los que se recurre a menudo, descontextualizados, para provocar la risa. “Es un poco lo que le ocurre a Sheldon: está descontextualizado en el mundo”.

En Big Van coinciden en una crítica habitual entre los divulgadores, cansados de los clichés. “Nosotros trabajamos mucho en el fomento de la vocación científica en los jóvenes y vemos cómo esos estereotipos que salen en la serie están permeando en los jóvenes”, lamenta Marimon, que también reconoce los aciertos en la evolución de la serie. “Una cosa que hizo muy bien fue añadir los personajes femeninos; parecía que la ciencia solo la hacían los hombres”.

Lorre, creador de Dharma & Greg y Dos hombres y medio, parece infalible con la sitcom americana, clásica y sin artificios. Pedro Gómez, que opina que The Big Bang Theory es incluso más convencional que Friends, cree que ahí reside mérito de su producto, en mantener los cánones y lograr que guste. “Con la fácil que hubiera sido irse a la mezcla con otros formatos”, expresa. “Hoy en día eso es ir a contracorriente”.

Productores, programadores y el mismo reparto, el mejor pagado de la televisión, todavía no pueden imaginarse qué sustituirá a la comedia de estos científicos de Caltech. Por el momento, con las temporadas 11 y 12 pendientes de estreno, Chuck Lorre y Steven Molaro, junto a la CBS, estrenarán próximamente Young Sheldon, el spin off narrado por el mismo Jim Parsons sobre la infancia del inusitado genio.

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