Estreno de la nueva temporada

'The Good Doctor' T3: el corazón detrás del bisturí

Freddie Highmore es Shaun Murphy en 'The Good Doctor'

Belén Gómez - Contenido patrocinado

Hay pocas cosas que conecten más con la audiencia que las ficciones protagonizadas por médicos. Series desarrolladas en la rutina de un hospital, con un nuevo paciente cada episodio, y nuevas oportunidades de ilustrar al espectador sobre una patología concreta o los entresijos de estos lugares. Pero seguramente ahí no resida la clave.

Si algo nos demuestra el enorme éxito de series como Urgencias, Anatomía de Grey o House M. D. es que, al espectador, antes que los quirófanos o las revelaciones desde la camilla, lo que más le importa son los personajes que lanzan estas revelaciones. Los doctores, los enfermeros, los cirujanos, que cada día se esfuerzan en salvar vidas mientras establecen fuertes lazos entre ellos y, de vez en cuando, encuentran el amor.

La segunda temporada de The Good Doctor, serie que en España emite AXN, finalizaba con un cliffhanger. Este no se debía a que tal paciente había recibido la noticia de que le quedaban dos semanas de vida, sino simplemente a que el protagonista, el doctor Shaun Murphy (Freddie Highmore) se había atrevido por fin a pedirle salir a su compañera Carly Lever (Jasika Nicole). Fruto de un esfuerzo inmenso, y de una lucha que había comenzado desde el primer episodio.

Shaun Murphy es uno de los cirujanos con mayor talento de los residentes en el San José St. Bonaventure Hospital, en California. Es joven, es despierto, y se muere de ganas de ayudar a la gente. Sin embargo, está diagnosticado con autismo y lo que se conoce como síndrome de Savant, garante de una memoria sobrehumana, pero también de unos enormes problemas para relacionarse.

Este fue el motivo de que su fichaje a manos de Aaron Glassman (Richard Schiff), jefe de la unidad pediátrica del centro, fuera visto con muchísimos reparos por parte de sus colegas. El hecho de que Murphy fuera, en pocas palabras, un genio, no le quitaba relevancia a la necesidad de comunicarse con sus pacientes, y de que la empatía fuera un requisito imprescindible para culminar su trabajo.

Pero Shaun se esforzaba. Cada día, con todo su empeño. Sus deseos de hacer las cosas bien pronto despertaron la admiración de sus nuevos compañeros. Del doctor Neil Melendez (Nicholas Gonzalez), de la doctora Audrey Lim (Christina Chang), ascendida eventualmente a jefa de cirugía, de la doctora Claire Browne (Antonia Thomas), su gran confidente desde la llegada de Shaun al hospital, y de, Lea Dilallo (Paige Spara), su amigable vecina.

Lea y Shaun siempre han mantenido una relación platónica que les condujo a compartir piso, y en la que cada vez era más evidente el deseo mutuo de dar un paso adelante. No obstante, en la última temporada asistimos a un giro inesperado, cuando Shaun decidió iniciar una aventura romántica con Carly, y tratar de superar así lo suyo con Lea.

The Good Doctor estrena su tercera temporada este 8 de octubre, y en ella descubriremos si Shaun podrá olvidarla y mantener una relación estable al lado de Carly. En ella también volveremos a descubrir que, en los dramas médicos de mayor éxito, la medicina es lo de menos.

Lo que hay que aprender del buen doctor

Park Jae Bum estrenó Buen doctor en el año 2013, y la serie supuso automáticamente un fenómeno en Corea del Sur. Ese mismo año fue reconocida por varios organismos por su respetuoso (y documentado) tratamiento de la neurodivergencia, mientras los espectaculares números de audiencia despertaban el interés internacional y pocos meses después, dentro de EE.UU., CBS Television Studios empezaba a desarrollar un remake.

Daniel Dae Kim, actor surcoreano que había intervenido en producciones como Crash, La saga Divergente o Perdidos, se interesó por el proyecto. Ascendido a productor ejecutivo, también pudo reservarse un papel en la nueva ficción, interpretando al doctor Jackson Han en varios episodios de The Good Doctor. No obstante, el fichaje que consiguió que todos empezaran a creer en el formato fue, sin duda, el de David Shore.

Este guionista, que a mediados de los años noventa se había encargado de producir Ley y orden, saltó a la fama en el 2004 cuando se puso al frente de House M.D., una de las ficciones médicas más importantes de los últimos años. Cuyo mayor reclamo, curiosamente, también residía en el personaje protagonista.

Gregory House, interpretado por Hugh Laurie, estaba moldeado a semejanza de Sherlock Holmes antes que de cualquier médico venerable que se nos pudiera ocurrir, y gran parte de los conflictos del show provenían de sus dificultades para socializar. Sin embargo, estos conflictos provenían de una vida difícil y un ego desmesurado, y Shaun sólo comparte con este personaje lo primero.

En la primera temporada, el protagonista de The Good Doctor llegaba al nuevo hospital escapando de una infancia traumática. Sus problemas para establecer lazos afectivos, además, no radicaban en el narcisismo, sino en una condición con la que había nacido y tenía que aprender a vivir.

Desde el principio, la serie de Shore y Daniel Dae Kim ha hecho un trabajo ejemplar consiguiendo que la audiencia se identifique con ella y desestigmatizando el autismo, pero también se las ha apañado para conciliar esta labor social con un entretenimiento enormemente efectivo.

The Good Doctor, que acabó siendo producida por ABC, ha conseguido ir mucho más allá de esa etiqueta “House conoce a Rain Man” con la que empezó siendo conocida por parte de la prensa, para hacerse partícipe de ese atractivo incombustible que poseen todas las series protagonizadas por médicos. Un atractivo que no tiene nada que ver con la profesión en sí, sino con quienes la practican.

Si muchos tienen a la mencionada House, a Anatomía de Grey o a Scrubs entre sus series de cabecera es por la humanidad que desprenden. Por la facilidad con la que el espectador identifica las dudas, sufrimientos y vivencias de los personajes con las suyas propias. Esos médicos que tantas veces nos salvarán a lo largo de nuestra vida no son distintos a nosotros, y por eso mismo nos llega tan adentro su cotidianeidad.

En el caso de The Good Doctor, la jugada es más eficaz si cabe gracias al carisma de su protagonista. A su vulnerabilidad. Al innegable encanto, y a la cercanía con la que se esfuerza, cada día, por ser mejor y ayudar a los demás. Es lo que ha conseguido hacer de la serie una de las más exitosas y queridas de la actualidad, y lo que conseguirá que devoremos esta nueva temporada en un abrir y cerrar de ojos.

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