Crítica Vertele

Trust, el thriller shakesperiano sobre una de las dinastías más poderosas de EEUU

Póster de ‘Trust’, thriller shakesperiano de Danny Boyle

Francesc Miró

En los últimos meses la historia del secuestro de John Paul Getty III ha vuelto a levantar polvareda debido a la adaptación cinematográfica del caso a manos de Ridley Scott: Todo el dinero del mundo. La denuncia del actor Anthony Rapp, que declaró haber sufrido acoso sexual por parte del actor Kevin Spacey cuando tenía 14 años, provocó el despido del actor de House of Cards y el borrado de su participación en la película de Scott. Christopher Plummer sustituyó a Spacey y se volvieron a grabar las escenas de su personaje pero ni siquiera con eso terminó la polémica: en los reshoots Mark Whalberg cobró 1,5 millones frente a los 1.000 dólares de Michelle Williams por los mismos días de trabajo.

Al final Todo el dinero del mundo pasó sin pena ni gloria por la crítica, pero Plummer consiguió una nominación al Oscar por su rodaje exprés. Muy, muy poco se habló de lo que narraba realmente el film.

Mientras, y sin hacer ruido, Danny Boyle decidió rodar exactamente la misma historia. En lugar de estrenarse en cines lo haría en televisión y en lugar de adaptar una novela, se basaría en un libreto de Simon Beaufoy. El guionista de películas de Boyle como 127 horas o la oscarizada Slumdog Millonaire aumentaba la ambición y el alcance de la película de Scott pero la historia, esencialmente, seguía siendo la misma.

Así nace Trust, la serie que ahora estrena HBO España y cuyos tres primeros episodios dirige el realizador de Trainspotting. Thriller sin complejos que nos pasea por las cloacas morales de una dinastía maldita de la historia de Estados Unidos: la familia Getty.

“Ni un solo y solitario centavo”

Una calurosa noche de julio de 1973, John Paul Getty III desapareció. Era hijo de Paul Getty II y Gail Harris, también nieto del magnate del petróleo Paul Getty, uno de los hombres más ricos del mundo. Sus apellidos eran razón suficiente para secuestrarlo y para pedir por él la friolera de 17 millones de dólares.

Ni las autoridades italianas ni la familia Getty se alarmaron ante el rapto. Ambas partes creían que se trataba de una estratagema montada por el propio joven para conseguir dinero de su abuelo, en contra de lo que defendía su madre. Así lo reafirmó el patriarca familiar que dio una rueda de prensa en su mansión en la que dejó meridianamente clara su postura: “Me gustaría mandar un mensaje a la persona responsable de la desaparición de mi nieto: tengo 14 nietos más. Si entrego el rescate de uno, tendré 14 nietos secuestrados a los que no pondré en peligro negociando. Así que por todos ellos quiero aclarar y dejar constancia de que no pienso pagar ni un solo y solitario centavo”. Ni uno.

Tan seguros estaban de su tesis que el tema se precipitó y el suceso terminó por ser uno de los episodios más sonados de esa historia oscura norteamericana que durante los setenta fue prólija en asuntos turbios. Con oreja cercenada enviada por paquete incluida.

Trust rebobina los hechos hasta la semana antes de la desaparición. Días en los que abuelo y sobrino mantuvieron un renovado interés por conocerse que se dinamitó por la intervención del padre del joven. Así, Danny Boyle opta por plantear la truculenta historia como el progresivo declive de una dinastía poderosa. Cloacas del poder que no solo se nos muestran de la forma obvia -entre ilegalidades, excesos y corrupción- sino que exploran su alcance moral en un drama de talante shakesperiano.

Patriarcas de poder y petróleo

Para convertir lo que parece un thriller del montón en un drama shakesperiano, Boyle opta por delegar arquetipos tan conocidos como jugosos en manos de un reparto brillantemente escogido. Donald Sutherland, que interpreta a un patriarca que nada tiene que envidiarle al de Christopher Plummer, es la punta inasible de un plantel extraño pero estimulante. Estoico, irónico y brutal, la figura del abuelo de los Getty penetra en cada uno de los componentes de la trama: su sombra se proyecta en las decisiones de quienes le rodean.

Más allá de fichajes discretos como los de Harris Dickinson o Michael Esper, nieto e hijo de Sutherland en la ficción, Trust rescata del olvido a Hilary Swank, actriz con dos Oscar a quien la industria ha relegado a films de poco fuste durante la última década. Aquí Swank da vida al contrapunto emocional más creíble y poderoso de la serie, el personaje de Gail Harris.

Más sorprendente si cabe es la interpretación de Brendan Fraser, a quien el éxito de la saga de La Momia precipitó a un fuera de foco posiblemente motivado por otro caso de abuso sexual. En Trust, Fraser interpreta el mismo papel que Mark Wahlberg en el cine, el de un ex-agente de la CIA contratado por Paul Getty, pero ofrece una relectura brillante del mismo más interesante, más accesible y menos cargada de un registro dramático que Wahlberg maneja poco.

Bien es cierto que todos los personajes de Trust comparten algo: parecen impelidos a avanzar constantemente sobre una trama que se desarrolla en desiguales tonos y tempos.

Por una parte, la exquisita puesta en escena del episodio piloto da paso a estrategias visuales menos elegantes e igualmente frecuentadas por el director de Trainspotting-pantalla partida, montaje frenético…-, que hacen balancear su estilo entre la sobriedad fincheriana y la hiperactividad propia del cine de Boyle.

Por otra, el guión de Beaufoy no parece especialmente interesado en contar una única versión de los hechos y eso juega a favor de cierta arritmia en su planteamiento. Amén de atraer demandas, el objetivo de Beaufoy y Boyle, por lo demás inteligentemente planteado, no parece ser esclarecer sino aportar claroscuros al secuestro, como queda demostrado en el tercer episodio. Por el camino, la dinastía de los Getty se nos presenta mucho más oscura y compleja de lo que ya creíamos saber. Y eso, si aún quedan amantes de los derrumbes del poder, resulta de lo más atractivo.

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