Especial Vertele

El caso Gabriel, convertido en espectáculo en televisión: “No se le puede llamar periodismo a eso”

Los programas, volcados con el caso de Gabriel

Marcos Méndez

El crimen del niño Gabriel Cruz, como otros casos mediáticos anteriores de desapariciones o muertes, está generando un controvertido tratamiento mediático que transita en la fina línea entre la información y el espectáculo.

El interés general es innegable, y se traduce en audiencias millonarias y récords para los programas que abordan el suceso. Pero no se critica el qué, sino el cómo. La manera de informar de algunos programas en determinadas cadenas vuelve a estar en entredicho, y la FAPE ha intervenido mediante un comunicado para apelar al respeto y a la ética en la cobertura informativa.

Tras la revolución en las audiencias que se produjo el mismo domingo, cuando se conoció que el cadáver del pequeño había aparecido, el lunes cadenas, informativos y programas de actualidad se volcaron en el suceso. “Para la televisión es demasiado tentador”, nos razona Guillermo López, profesor titular de periodismo de la Universidad de Valencia.

La mañana de este martes TVE, Antena 3 y Telecinco han emitido en directo el funeral de un niño de 8 años desde la Catedral de Almería. La imagen desde el Templo alrededor del cual se han instalado pantallas gigantes se ha alternado con las últimas informaciones del suceso, durante casi todo el programa, y por tercer día consecutivo en las cadenas.

La “desmesura” de los bucles de información

El despliegue supone muchas horas de parrilla, pero el problema llega al analizar si realmente hay tanto contenido. Mariola Cubells, periodista especialista y crítica televisiva de la Cadena SER, lo tiene claro: “No se hace un programa de una hora y media porque tenemos mucha información que comunicar, no, se hace repitiendo lo mismo una y otra vez. Es una desmesura”, señala en declaraciones a VERTELE.

Ferrán Monegal, periodista y especialista en TV que colabora en 'laSexta Noche' y escribe en El Periódico concuerda: “Las direcciones de las cadenas exigen que mantengan el tema en pantalla horas y horas. Es cuando la prudencia pasa a un segundo término, y hay que entrar en terrenos especulativos, repitiendo un bucle de imágenes e informaciones”.

Para la Presidenta del Consejo Audiovisual de Andalucía, Emelina Fernández, “no se pueden rellenar cuatro horas de un espacio televisivo difundiendo bulos, haciendo juicios paralelos, y vulnerando los derechos tanto de la familia como de la víctima”.

“La inmediatez no permite el sosiego”

Lo que se debate, en definitiva, es más una cuestión deontológica. “Hay una serie de principios y derechos que deben prevalecer sobre el espectáculo”, resume la Presidenta del Consejo Audiovisual de Andalucía, una autoridad audiovisual pública tan preocupada por estos tratamientos mediáticos que ha llegado a publicar una Guía de buenas prácticas para el tratamiento informativo de las desapariciones, y otra Guía para el tratamiento de los procesos judiciales.

Su preocupación es compartida por los expertos. Monegal sitúa el foco de la crítica en “cruzar lo que son las especulaciones, el escarbamiento, con lo que es la información estricta del suceso”, por ejemplo cuando las cámaras retratan con “deleitación” momentos de expresión popular como las pancartas contra la detenida o una multitud agolpada ante la comisaría: “Una cosa son las expresiones populares, pero el problema es cuando la televisión incentiva este tipo de reacción popular”.

Para el profesor Guillermo López, el criterio con el que los programas gestionan la información hace que “la televisión se erija en juez y parte”, y al igual que en casos que todos concuerdan en señalar como “paradigmáticos” como los de Diana Quer y Dolores Vázquez, la víctima se convierte en culpable, o se fomentan los juicios paralelos: “La inmediatez no permite el sosiego, que es necesario para comprobar y poder decir: miren, no tenemos más datos, no sabemos más”, razona Cubells.

“Los matinales, desde una frivolidad que espanta”

Al acudir a ejemplos concretos, tanto Monegal como Cubells aluden al especial que 'Expediente Marlasca' realizó el mismo domingo. Para el periodista, “hizo un trabajo de exposición desde un plano meramente informativo, sin entrar en el morbo ni especulaciones”. Para la periodista, fue el programa “más comedido y y sensato”, aunque deja claro que “tampoco se decía nada nuevo” respecto al resto, pero añade que “Marlasca aportaba la información. Fue al único al que yo le oí decir: 'Esto no lo sabemos'”.

Monegal: "Las señoras de las mañanas"

Para la experta en televisión, todo sería más fácil si los programas se acogieran a una máxima: “Una vez has informado exactamente de lo que ha sucedido, en realidad ya no hay nada más que decir”. Desde su punto de vista, cuando el tratamiento televisivo busca “rellenar hasta la saciedad”, lo que se consigue es “confundir, dar pie a las especulaciones”.

Monegal no duda en poner el foco sobre los matinales. Tanto a nivel individual, reconociendo que “me ha sorprendido escuchar a periodistas referirse ya a la detenida como 'la asesina', cuando todavía no había ningún veredicto”, como a nivel del formato, criticando de forma directa que “En este tipo de casos, los programas más terroríficos son las mañanas de la televisión. Las señoras de las mañanas”.

El experto introduce una clara diferenciación entre los especialistas en sucesos, que para él “suelen trabajarlo de manera bastante más impecable”, y los programas matinales: “El problema es cuando esto entra en la dinámica de un presentador o presentadora de un magazine”. Emelina Fernández es mucho más dura: “Los magazines matinales tocan estos temas desde una frivolidad que espanta. No tienen la más mínima deontología periodística, no se le puede llamar periodismo a eso”.

Los tertulianos y prácticas como peinar la calle

La situación se agrava con lo que Mariola Cubells llama “la moda de los tertulianos”. Para ella, son “expertos en todo” que mezclados con la desmesura de los contenidos y repeticiones a la que hace referencia, provoca que “la gente diga cosas que no debe decir”. En el mismo sentido, Monegal defiende la diferencia entre ser periodista y ser comunicador: “La palabra periodismo no interesa en algunos ámbitos, porque el periodismo tiene códigos, tiene deontología”.

El colaborador de 'laSexta Noche' también señala otra práctica tan habitual como para él poco acertada: “El terrorífico sistema de ir con el micrófono preguntando a los vecinos, las impresiones de la gente”. Una forma de actuar que, como otras, responde a la necesidad de “llenar horas de TV”.

Diferente tratamiento en la TV pública y la privada

Pese a que por momentos los tratamientos informativos en todas las cadenas parecen muy similares, Emelina Fernández aclara que “los casos que hemos analizado desde el punto de vista cualitativo tienen una diferencia absolutamente clara y abismal entre la televisión privada y la pública”. Aunque reconoce que en ocasiones y por mimetismo las cadenas públicas incurren en prácticas no muy recomendables, explica que los datos demuestran que no tiene “nada que ver con lo que hacen algunas televisiones privadas, y sobre todo algunos programas de cadenas privadas”.

Guillermo López también opina que “la pública sigue manteniendo unos criterios deontológicos más potentes”, y explica la falta del mismo nivel en las privadas porque “no tienen demasiado aliciente para respetar los límites deontológicos en lugar de dejarse llevar por el morbo, porque el morbo da mucha audiencia”.

Reclaman la necesidad de regulación y control

Tanto la Presidenta del Consejo Audiovisual de Andalucía como el profesor concuerdan en que en estos casos es necesaria mayor regulación, aunque desde puntos distintos. Emelina Fernández comienza por asegurar que “la CNMC debería actuar. No se puede permitir que porque una televisión sea privada, realice ciertas prácticas pseudoperiodísticas”.

Aunque aclara que “promovemos la autorregulación de los medios en casos tan mediáticos”, opina que debe haber unas normas de comportamiento, por lo que solicita que Competencia haga análisis de contenidos de estos programas para ver “si están vulnerando derechos fundamentales”, sancionando si es necesario de acuerdo a las leyes.

Este tipo de críticas podrían tener una solución con la creación de un Consejo audiovisual estatal, una petición ya unánime de todos los partidos y que es uno de los puntos que ha aprobado el pacto de estado contra la violencia de género en el Congreso. Emelina Fernández recuerda que tanto el Consejo Europeo como la Comisión Europea han instado a que España cree un órgano de ese tipo, porque sigue siendo “una absoluta excepción” en toda Europa y países como Mauritania, que ya lo tienen. “Es una quiebra del sistema democrático”, sentencia la Presidenta del CAA.

"Es una quiebra del sistema democrático"

El profesor Guillermo López incluye otro factor en la ecuación. Recordando que “las televisiones privadas también son un servicio público, que tienen asignado por parte del estado esa concesión administrativa”, deja claro que “se les puede quitar la concesión”. Al mismo tiempo, reconoce que es una posibilidad muy remota: “Las TV privadas son muy poderosas, el gobierno no se atreve a entrar. A ver quién es el valiente que revierte una concesión”.

López concuerda al señalar que “la autorregulación claramente no es suficiente”, y denuncia el “cierto pasotismo del Gobierno a la hora de legislar”. Por eso, aunque él mismo sabe que es una opinión muy impopular, razona que “un poco de intervencionismo no vendría en absoluto mal, legislar el tratamiento que hacen los medios”.

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