Crítica

El tiempo sí pasa, Navarro

El primer programa de “Ruffus & Navarro” en La Primera de TVE se convirtió en un catálogo de las obsesiones y hallazgos televisivos del presentador de Sabadell. Pero, de momento, nada nuevo bajo el sol. No faltó nada del universo televisivo creado por Pepe Navarro. Abrió su programa con Rambo, el que no siente las piernas, con su tradicional grito de guerra, “Esto es un infierno!”; siguió Pepelu, el personaje que encarna el actor Carlos Iglesias, que desempolvó su entrañable relación con “Pas, pas” , y puso la guinda Krispín Klander, que –como no- intentó seducir al bailarín Joaquín Cortés, que fue el personaje invitado de este primer programa. Junto a los personajes habituales –también estaba Ferran Botifoll-, Navarro reclamó su tradicional taza con líquido misterioso y el ancla que le une a su pasado radiofónico, un micrófono -ahora “inalámbrico”. El decorado también contiene un ejército de siluetas que recortan insinuantes cuerpos femeninos bailando. “Ruffus”, el programa heredero del “Mississipi” y el “Pelícano”, está ahora en Televisión Española, cerrando el círculo de las grandes cadenas de televisión, y en algo debía notarse. Una cuidada edición de imágenes de archivo, con banda sonora sentimental de la transición y el tránsito al siglo XXI, dio idea del impresionante arsenal que guarda Prado del Rey en sus catacumbas. El archivo sirvió a Pepe Navarro para rendir homenajes particulares a seres que admira, como al desaparecido Gila. ¿Cómo será “Ruffus & Navarro”? Es complicado sacar conclusiones con un único primer programa de dos horas. Pero promete pocas sorpresas. Este martes tuvimos cámara oculta para mostrar lo fácil que es comprar Viagra y los graves peligros que conlleva la adquisición y compra ilegal de estimulantes sexuales, y un reportaje sobre una familia atípica, extremadamente “freakie”, para ilustrar el cambio de las relaciones familiares en España. También tuvimos la correspondiente ración de sexo. Una encuesta en la calle sobre el tamaño del pene sirvió también para constatar, supuestamente, como hemos cambiado. Sirvieron de comparsas Elena Ochoa y Lorena Berdún, que en su momento también se interesaron, en la calle, por el tamaño del apéndice masculino. Lo mejor de la noche, la entrevista con Joaquín Cortés. El bailarín, sonriente y relajado, nos habló de su intensa vida artística, marcada por el éxito mundial, y nos ofreció un número de su grupo musical, con marcada estética andalusí. Un momento precioso. Pero mentiríamos si habláramos de sorpresas y novedades. Pepe Navarro aseguró, en un momento de suspiros, “Señores, el tiempo no pasa”. Y no, no estamos de acuerdo. El tiempo sí pasa. Pasa para todos, Pepe. En televisión pasa a velocidades vertiginosas. Desde el Mississipi, ha llovido mucho. Las pantallas del “late night” han sido ocupadas por Xavier Sardá y por Andreu Buenafuente. Y ya es necesario romperse las neuronas para sorprender y que el público se quede en La Primera. No bastan los personajes de siempre, ni la investigación con cámara oculta sobre un tema menor, ni las encuestas sobre sexo en la calle. Ayer sonó todo, Pepe, lo siento, a “dejà vu”, a ejercicio de nostalgia. Esperábamos más, mucho más, tras tanta ausencia.

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