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La derecha dispara la tensión política con tres elecciones por delante

El portavoz del PP en el Congreso, Miguel Tellado.

Alberto Ortiz

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El líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, llegó a Génova con la bandera de la moderación. Pero nada ha cambiado respecto a la estrategia de su predecesor, Pablo Casado, considerado del ala más derechista del partido. Dos años después de la llegada a Madrid del dirigente gallego las sesiones de control del Congreso son un recital de insultos, ataques y bulos contra el Gobierno.

Esta estrategia de acoso y derribo, con Vox como actor secundario, se ha intensificado en las últimas semanas ante las noticias por el escándalo del 'caso Koldo'. Cocaína, prostitutas, “cochambre sanchista” o “Gobierno extorsionado” son solo unas pocas palabras textuales que salieron hace apenas una semana de la boca los diputados del PP de Feijóo, que precisamente prometió no insultar a Pedro Sánchez sino ganarle.

“Qué vergonzosa y nada edificante sesión de control”. Fue el resumen de Aitor Esteban, portavoz del PNV sobre el espectáculo parlamentario que se vivió el miércoles de la semana pasada en el Congreso de los Diputados. La escenificación fue una de tantas en las últimas semanas en las que el Partido Popular ha activado todos los recursos parlamentarios para embestir al Gobierno. Y el PSOE, que ha decidido responder con más ataques, convirtió lo que hasta ahora era un entrenamiento sobre un saco de boxeo en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo en la lona. 

Primero fue la amnistía, después el 'caso Koldo’ y ahora es la mujer de Sánchez, Begoña Gómez. El PP ha montado una ofensiva contra Sánchez por las reuniones que mantuvo su pareja como parte de su trabajo en el Instituto de Empresa con una matriz de Air Europa, aerolínea que después fue rescatada por el Gobierno en medio de la pandemia, como ocurrió con otras compañías similares en otros países del entorno. El pasado día 18 la Oficina de Conflictos de Intereses archivó la denuncia que presentó el PP contra Sánchez por este tema, pero a pesar de ello el partido de Feijóo y las terminales mediáticas de la derecha han mantenido los ataques.

En esa última sesión de control al Gobierno las diez preguntas parlamentarias del Partido Popular –y también las de las extrema derecha–, que llevaban por enunciado cuestiones sobre la economía española, la pobreza infantil o la desafección de los jóvenes por la igualdad, incluyeron acusaciones hacia el Gobierno por corrupción. 

La nueva escalada de tensión en el Congreso se produce a las puertas de tres campañas electorales: las vascas son el 21 de abril, las catalanas el 12 de mayo y las europeas, el 9 de junio. Y todas tendrán su eco en la política nacional. El escenario recuerda al que se vivió hace poco menos de un año, justo antes de las autonómicas y municipales, cuando el PP inundó el debate público con alusiones a ETA, la banda terrorista desaparecida hace casi seis años. 

“Todo es mentira y su gobierno también”, “se está convirtiendo en la filtradora del Consejo de Ministros” [en alusión a la vicepresidenta primera, María Jesús Montero] o “son un gobierno atravesado por la corrupción” fueron algunas de las frases que salieron de los diputados del PP dirigidas a la bancada socialista. Todos ellos están encabezados por las reflexiones de su propio líder, Alberto Núñez Feijóo, que amenazó a Sánchez con una investigación parlamentaria e incluso judicial si no daba explicaciones sobre “los asuntos que afectan a su entorno más inmediato”, esto es, a su pareja. 

El portavoz del PP, Borja Sémper, advertía además este lunes de que los populares seguirán haciendo una “oposición implacable”. “Es lo que nos toca”, dijo, en rueda de prensa. “La oposición tiene que preguntar en las sesiones de control al Gobierno y a veces tiene que ser dura y contundente”, justificó.

A continuación se quejó de cómo el Gobierno y el PSOE tratan a su partido e incluso a él mismo. “Oiga, es que a mí me han hecho vídeos. Este Gobierno, este PSOE. Yo también soy facha. Todos somos fachas siempre y cuando le lleves la contraria a Pedro Sánchez, todos polarizamos, siempre y cuando le lleves la contraria a Pedro Sánchez. Y esto no puede ser”, lamentó.

Solo un día antes, la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, había llamado al Gobierno “chavista” y “putinista”. Desde Chile, donde se encontraba en un viaje oficial, habló de “corrupción, pistolas y fajos de billetes” en el 'caso Koldo' y defendió a su jefe de Gabinete ante las amenazas que vertió contra periodistas de este diario y El País hace apenas unos días.

El PSOE contraataca

En la última sesión de control al Gobierno y tras las mencionadas acusaciones de Feijóo, Sánchez le contestó: “Gobernar no es vivir en la Moncloa como tampoco en dos pisos valorados en dos millones de euros pagados con el fraude fiscal a Hacienda”. Se refería a las viviendas de Alberto González Amador, la pareja de Ayuso. “¿Van a pedir responsabilidades a la señora Ayuso? ¿Son cómplices o le da miedo a Feijóo acabar como Casado? ¿Es verdad que la empresa de la mujer del señor Feijóo recibió una ayuda de la Xunta?”, prosiguió después la vicepresidenta primera del Gobierno, María Jesús Montero. 

La reacción de los partidos que asistían a la sesión fue elocuente. “Una pelea de bar”, “un combate de boxeo”, lamentaban algunos diputados tras asistir al choque entre PP y el PSOE. El enfrentamiento ni siquiera termina cuando se apagan las cámaras y los políticos se reúnen en entornos que habitualmente han dejado más espacio para la cordialidad. En una de las últimas reuniones de la Junta de Portavoces, el socialista Patxi López y el popular Miguel Tellado protagonizaron un momento muy tenso.

El PSOE ha decidido confrontar directamente con el PP. Responder a sus ataques con más ataques. “La pasada legislatura aprendimos que no nos podemos quedar callados ante las mentiras”, razonaba esta semana una de las personas más cercanas al presidente. “Vimos que no confrontar su ataques y sus mentiras tiene un desgaste. Y por eso ahora respondemos. Pero la estrategia del ruido es de ellos, nosotros solo les ponemos ante el espejo”, sostiene esa misma fuente.  

El primer indignado con la nueva táctica del PSOE es su socio de Gobierno. Sumar cree que es un error entrar al barro con el Partido Popular porque en ese terreno siempre gana la derecha. “En esa estrategia del y tú más sabemos bien quién gana. No lo voy a hacer, no cuenten conmigo para esto”, se quejó este jueves la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en una entrevista en Onda Cero. “La política convertida en un lodazal, en insultos, en ruido, en el y tú más”, lamentó.

“Hoy hemos tenido una mala sesión de control, con malas formas y mal contenido. La política española no puede volver a convertirse en un cenagal bipartidista, en una batalla de gallos entre PP y PSOE”, dijo ese mismo miércoles el portavoz parlamentario de Sumar, Íñigo Errejón, un sentir que comparte toda la bancada del socio minoritario del Gobierno. 

Pero no solo Sumar está indignado ante el espectáculo de las últimas semanas. Prácticamente todos los socios del Gobierno se han quejado del tono bronco que ha instalado la derecha en el Parlamento, que aunque no es nuevo sí choca con las consignas que lanzó Feijóo tras llegar a Génova y también de la reacción de los socialistas. 

“Combate de boxeo”

“Horroroso”, describía en los pasillos del Congreso la diputada de ERC Teresa Jordà. La parlamentaria republicana pidió a los “dos partidos del régimen del 78” que se miren y reconozcan que “esto no puede seguir así”. “Esto solo puede llevar a la desafección”, dijo este jueves. Su compañero de partido Francesc-Marc Vidal criticó el miércoles también desde la tribuna el “espectáculo” de ambos partidos, “una pelea de bar”, dijo, que únicamente lleva a esa imagen de que la política “apesta” y que favorece a los partidos antisistema como Vox. 

La diputada de Junts Pilar Calvo calificó la sesión de “combate de boxeo”. “En lugar de tomar medidas drásticas contra los corruptos, y tienen unos cuantos, a izquierda y derecha, nos obligan a ver una pelea electoralista, que utiliza el altavoz del periodismo de bufanda”, dijo. 

“¿Cuál es la conclusión de la gente ante esto? Pues que esto es un barrizal, que la política no es más que barro, que todo es sucio en la política y que no hay distinción entre unos y otros”, lamentaba Aitor Esteban un día después, durante el debate en el Congreso para la creación de la comisión de investigación sobre los contratos de la pandemia, que salió adelante gracias a los votos del bloque de la investidura y con la abstención del Partido Popular. “No tienen perdón, de verdad”, sentenció. 

El portavoz de EH Bildu, Oskar Matute, pidió también en ese debate “huir del espectáculo” del día 20. “Es poco edificante porque parece más un partido de tenis con empate infinito que una búsqueda de la verdad”, consideró. 

El diputado de Podemos Javier Sánchez Serna dijo que no permitiría que el PSOE y el PP se dediquen al “y tú más” mientras el Gobierno renuncia a medidas sociales con la prórroga de los presupuestos. Néstor Rego, el diputado del BNG, habló de un “espectáculo bochornoso”. Y Cristina Valido, de Coalición Canaria, comparó el Congreso con una “taberna”. 

Aunque la autocrítica en el principal partido de la oposición no llega a los micrófonos, sí circula en algunos chats internos, que adelantó El País y a los que ha tenido acceso elDiario.es. “Si [Fejóo] venía a cambiar la política lo que está cambiando es la forma de percibirla por parte de la gente. Antes le daba pena. Ahora le da asco”, sostienen los mensajes privados de diputados del PP, que incluyen comentarios del tipo “matones de barrio”.

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