Entrevista

Andreu Buenafuente: “Tengo 4 ó 5 primos que se llaman Andreu Buenafuente”

--No inventó el monólogo televisivo pero lo ha sublimado. --Llego al monólogo por una mezcla de intuición e irresponsabilidad. Decido que me gusta lo que hace David Letterman (showman de la tele norteamericana) y digo: “Quiero ser como ese hombre”. Hablamos del año 95. Doy mis primeros pasos y veo que estoy muy cómodo. Me sorprenden los resultados porque yo no me hago gracia, como persona sensata que soy, si no sería un imbécil. Y aquí estoy. Antes esclavo y ahora satisfecho por ser ésta mi manera de expresarme. --El monólogo del charnego. --Soy un charnego orgulloso de serlo y sorprendido de que algunos lo quieran maquillar. Me gusta pensar que la mezcla de la sangre andaluza y la catalana dan el punto de tío amb seny que puede explotar en cualquier momento. Me gusta el sur. En Catalunya, ya soy del sur. Respecto al centralismo catalán sería un andaluz. --El monólogo del hijo del representante. --Lo que más me sorprendía es que mi padre no tuviera un despacho, no tuviera a dónde llamarlo. Pese a eso no paraba de comunicarse con la gente. Antes los representantes eran animadores populares. Mi padre llevaba la fiesta y el trabajo allí donde iba. Eso me fascinaba. Soy muy gandul. Y cuando por la mañana me da pereza levantarme, pienso que mi padre haría una hora que estaría en la calle. --¿De qué era representante? --De todo. Comenzó con gallinas y acabó con muebles. --¿Representante de gallinas? --¡Granjas! Reus era capital mundial de la avicultura. --¿Y llevaba el muestrario a casa, las gallinas, los huevos? --Sí, huevos. Puedo decir, ahora que ya no está, que tenía habilidad para volver a casa con huevos en los bolsillos. Iba a las granjas y cuando algún granjero un poco idiota se despistaba, mi padre venía con los huevos. Alguna vez se le rompieron en la americana. En mi casa siempre hubo muchos huevos. Muchos. --El monólogo del inmigrante de vacaciones: Zurgena, Almería, 1970. --Zurgena era el pueblo más pobre de la provincia más pobre del país más pobre de Europa. Paradójicamente era un pueblo divertidísimo, con una gente encantadora y desacomplejada. Yo flipaba. Eso marcó muchos años de la infancia. Después rompí de golpe. Nunca volví. Ahora me da palo volver porque no sería lo mismo. --¿Qué encontraría? --Poca cosa. Los orígenes más ancestrales de los Buenafuente. Desaparecen los referentes. Tenía una abuela que era una pasada, una gran cómica, que se llamaba Pepa. Era la matriarca. --¿Hay primos Buenafuente? --Sí. Tengo cuatro o cinco primos que se llaman Andreu Buenafuente en homenaje al abuelo Andrés, al que mataron en la guerra. Mi abuela decía que me parezco mucho a él. Era un tío muy serio en apariencia y muy cachondo cuando se ponía. Hay demasiados Andreu Buenafuente. Parecemos Matrix. --El monólogo de La Salle. --La primera imagen que tengo es del hermano José Antonio con sotana jugando a fútbol. Mis padres hicieron un gran esfuerzo para llevarme a un colegio de medio pago. Allí pasé 15 años yendo a misa una vez a la semana. Fui tanto a misa que ya no necesito ir. Hice un intensivo. Tengo un montón de crédito. Tengo la tarjeta de cliente y está a tope de puntos. --A algunos parece que les moleste que trabaje en El Terrat con sus condiscípulos de La Salle. --Sí. Hay gente a la que, en general, le molesta que te vayan bien las cosas. Pero no tengo tiempo para pensar en ellos. Son amigos de BUP, de los 14 a los 17. ¿Quién mejor para trabajar que las personas que conoces desde hace 20 años? Siempre les digo: “Si vosotros me engañáis, yo me voy a otro país y dejo de creer en la bondad del hombre”. Y ellos me dicen que no me engañarán. Prefiero fiarme de eso que de una persona nueva. --El monólogo del triunfo. --Según cómo es un accidente. Se produce un hecho mágico: lo que haces gusta a los otros. Eres un privilegiado. --Usted digiere mal el triunfo. --No me gustan los accesorios: la fama, la servitud... Esa especie de patrimonio humorístico en el que te conviertes, esa accesibilidad exagerada... Hay momentos muy incómodos. No me gusta. Voy a mi rollo. Después lo reconviertes y dices: “Es un honor”. --El monólogo del estrés. --El estrés es una de las enfermedades más incontroladas y más en boga. Es una acumulación de trabajo que tu cabeza no puede digerir. Somos capaces de pensar muchas cosas, a diferencia de los políticos, y también de hacerlas. Pero cuando haces 75 cosas, el coco dice: “No sé muy bien cómo seguir”. Ante la duda, debes parar el coche. Eso es el estrés. Episodios puntuales que tienes que evitar. No puedes estar instalado en un estrés permanente. A mí me ha pasado. --¿Y cómo curó la pájara? --Pájara no, porque pájara sería: “Me he ido a Brasil tres años”. Es un bloqueo. No puedes seguir rindiendo. Tienes que parar. Es un coche, insisto. No gira ni la rueda. --¿Pero cómo lo combate? --Durmiendo. Mientras duermo no puedo hacer nada más. Parar y dormir. El estrés es un fantasma que te sigue. Estás muy nervioso, te vas a la punta de la montaña y continúas igual. Vacías la agenda, decides que no puedes arreglar todo el mundo y las revoluciones del motor bajan. --La angustia, ¿con qué se rebaja? --Como se sabe, los fármacos ayudan a dormir un poco mejor. Dos de cada tres personas sufren un episodio de angustia en su vida. Algunos ni lo saben. No hay que dejar que te venza un miedo interior que te llega y que es muy desagradable. --El monólogo de la crisis del humor: fracasos, proyectos que no salen... --El humor lo entiendo como un curro, por tanto los fracasos no son más que trabajos artísticos que no salen bien. Con los años he aprendido que no pasa nada. Metía mi vida, mis sentidos y pensaba que era lo mejor del mundo... Creo que tengo un nivel de aciertos, de lanzamientos de triples, bastante alto. No hay grandes fracasos. Hay programas que no van bien, lo que es tan misterioso como los que van bien. A partir de ahora trabajaré el detalle de las cosas. El futuro es más la delicatessen que la cantidad. --En España le cuesta el éxito. --Costar no es correcto porque tampoco ha habido una voluntad por nuestra parte de decir: “Vamos a triunfar en España”. Yo a España no he ido. Cuando vaya a España, si es que voy, iré con un programa armado y calculado. Y luego podremos decir si ha funcionado o no. Es algo como pendiente, pero, francamente, no me quita el sueño. De momento. --El monólogo del cabreado. --Estoy muy enfadado con el mundo, ahora menos porque estoy de vacaciones. Ya me cabrearé en septiembre. La condición humana es aplastantemente decepcionante. Cuanto más avanzamos, menos sabemos. Hay una degradación moral que te destrempa bastante. Si lo miras en global no saldrías de casa. Lo tienes que mirar de modo individual. Si el mundo fuese una empresa ya habría quebrado.

--El monólogo del que no sabe a qué dedicarse: fotografía, pintura... --Soy un estresado de hobbies. Me intereso por 25 cosas a la vez y no hago nada. Últimamente me he concentrado en la fotografía y en pintar en la intimidad, y en catalán. Con el tiempo soy más disciplinado. --Monólogo del fumador compulsivo. --Aprovecho para encender un cigarrillo y decirle que estoy enganchado, que es una droga legal y que el día en que inventen una pastilla, la tomas y ya está, yo, el primero en la farmacia. Si no fuera por la adicción, el tabaco sería perfecto. --El monólogo del gourmet incipiente. --Me gusta. Soy capaz de detectar lo que está bien pero incapaz de prepararlo. Soy el ejemplo del torracollons gastronómico. ¡Ojo con lo odioso que puedo llegar a ser! Con mis amigos he montado el restaurante Julius, que es una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida. --El monólogo del rico que no lo parece. --Supongo que soy un BoBo. --¿? --Sí. Un Bohemian Bourgeois (neologismo que significa burgués bohemio). Reconozcámoslo. Tengo dinero, no tanto como piensa la gente. Antes pagaban más en TV-3. Los campos profesionales a los que llego se devalúan. Llegue a la radio: “Huy, la radio no es lo que era, olvídate de lo que cobraban las estrellas de los 80”. Llegué a la tele: “Huy, hizo mucho daño el pelotazo de los 80”. Nací una década tarde. --El monólogo del padre muerto. ¿Es lo más duro que le ha pasado? --Es el día en el que te haces mayor de verdad. Dices: “Va en serio”. La vida es un guión malo. Al final te mueres. --Dios no es un buen guionista. --No. Además Dios no tuvo un buen equipo de producción. Lo hizo demasiado solo. --Creo que el problema de Dios es que no tiene un buen jefe de prensa. --Mmmm. Ese jefe de prensa malo sería el Papa.

--Acabemos: el monólogo de las vacaciones. --Una época extraña del año en la que después de 11 meses cambias durante 20 días tu estilo de vida, aparentas que te lo pasas bien y vas a los sitios para poder explicarlo después. Soy más partidario de las vacaciones insertadas durante el año. Aunque esta temporada intenté desaparecer dos tardes y no pude.

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