Artículo de interés

Don Hewitt: “No es pecado revelar las fuentes cuando se trata de una cuestión de Estado”

Estuvo en la playa de Normandía en el día D como corresponsal de guerra, en la coronación de la reina Isabel II, dio a Kennedy «clases particulares» de cómo estar ante las cámaras en el debate contra Nixon, asistió a todos los lanzamientos a la Luna... Don Hewitt tiene 81 años y sigue dirigiendo su «Sixty minutes», un programa de reportajes que lleva 35 años -cinco más que nuestro «Informe semanal», de TVE, organizador del curso- en la parrilla de la cadena comercial CBS.

-¿Cómo es posible que un programa sobre reportajes genere tantos ingresos? -Porque contamos historias sin aburrir, no nos limitamos a dar datos y cifras. «Sixty minutes» fue el primer programa de noticias que tuvo beneficios, 2.000 millones de dólares durante los 22 años que hemos estado entre los diez programas más vistos. ¿Y sabe que es lo mejor de ganar dinero? Que eres intocable; te dejan en paz y nadie te dice lo que tienes que hacer. Sin embargo, creo que en la televisión hay sitio para todos. Yo a veces veo telebasura: es como el postre, el helado; pero no se puede vivir sólo de eso, aunque sea divertido; también se necesita comer la carne y las patatas.

-¿Contará algún día la historia que se esconde detrás de la BBC, el suicidio de su fuente, David Kelly, el Gobierno de Blair?

-Este es el tipo de reportaje que yo haría. Pero, una vez más, es una de esas historias de periodistas dándose demasiada importancia a sí mismos. Lo que se dijo o no se dijo a la BBC no es importante, lo realmente relevante es que el Gobierno inglés mintiera. Lo que yo quiero saber es si hemos ido a una guerra por unos datos falsos. Los periodistas tenemos una tendencia a exagerar la información, pensamos que somos los grandes sacerdotes de la sociedad. Habrá que esperar para saber la verdad, especialmente para conocer si Blair sobrevivirá a la verdad.

-¿Cree que el derecho a mantener en secreto las fuentes debería ejercitarse en todo caso aunque se trate de un asunto de Estado? -No creo que sea pecado decir la verdad. La verdad siempre sale a la luz y cuando el asunto es tan importante como el mencionado se hace casi indispensable revelar las fuentes, porque la opinión pública puede llegar a pensar que los datos sobre las supuestas exageraciones del Gobierno acerca del arsenal de Irak son un invento del periodista. Eso es precisamente lo que quieren los políticos, minar nuestra credibilidad; en cuestiones menores, proteger la fuente es lo apropiado.

-¿Tiene usted la sensación de que hemos ido a la guerra con unos informes falseados en la mano? -El mundo está mucho mejor sin Sadam Husein en el poder, pero también pienso que el mundo estaría mejor si mi país y su país y Gran Bretaña no estuvieran envueltos en una guerra de guerrillas que realmente no difiere mucho del conflicto bélico que sostuvo EE.UU. en Vietnam. No es difícil ganar la guerra cuando se tiene tanto poder. Lo difícil es ganar la paz.

-Según un reportaje suyo, el motivo real de la guerra de Irak es el abastecimiento petrolífero, ¿ha recibido alguna presión del Gobierno de EE.UU. al respecto? - No se atreverían, aunque en el Pentágono no caemos bien. Nos marginan muy sutilmente porque no somos políticamente correctos. En ese aspecto, vivo en un país libre. Saben que un perseguir a un medio de esta manera sería más peligroso que el mal que intentan atajar. Y efectivamente, mi versión de la guerra de Irak es que hay dictadores muy malos por el mundo, pero no están sentados sobre un desierto lleno de petróleo como lo estaba Sadam.

-¿Ha visto últimamente muchas personas que se salgan de la pantalla, como usted suele decir? - Ojalá encontrara más. En todos los nuevos programas de las televisiones con cable han encontrado algunas reporteras que son espectacularmente buenas: guapísimas, cultas, hacen preguntas incisivas... llenan la pantalla. Uno de los grandes errores de la televisión ha sido esperar tanto tiempo para contratar reporteras. Las mujeres están realmente acaparando las noticias y la realización en Estados Unidos.

-¿Qué personajes le quedan por entrevistar?

-Al número uno de Rumsfeld en el Pentágono, Paul Wolfowich, para poder hacer el juego de palabras en el título «El gran malvado golfo» (en vez del dicho «El gran malvado lobo». «Wolf» es lobo en inglés). Otras que me he quedado sin hacer son la de Pat Nixon, mujer del ex presidente, y la de Jacky Kennedy. Lamento tener que admitir que las personas que se niegan a ser entrevistadas son muy listas porque conservan su glamour y el morbo de la gente sobre ellos. A veces es mejor imaginar la historia de un personaje que nos ha fascinado durante años porque la televisión rompe la magia.

Etiquetas
stats