Gran Hermano

Emilio sabe que la verdad está ahí fuera

Como no hay parchís el ingenio se agudiza. Pero no generalicemos con todos los habitantes porque la mayoría suple la ausencia del tablero y las fichas de colores por echarse a los brazos de Morfeo. Así que quién iba a decir que Fran dejara de escaquearse de las tareas de la casa y de mirar a las musarañas para ingeniarse un nuevo juego, el golf. Con una azada y la pelota del ping-pong ya tenemos a los niños entretenidos. Pero cuidado. Cualquier atisbo de novedad puede ser adoptado fieramente por los concursantes y corre el riesgo de convertirse en vicio, sano para ellos porque les entretiene, pero insano para los espectadores, porque aburren hasta las piedras. Y si los hoyos no los hacen con la misma habilidad que Tiger Woods, esto puede llevar camino de convertirse en un nuevo muermo. Otro más que añadir a la lista de despropósitos en los que se convierten las actividades en Gran Hermano. Convertir la casa en un plató Tras una buena camada, por eso de que ayer no había gran cosa que hacer, llegó la dichosa y controvertida compra y la prueba. Esta vez se trata de convertir la casa de Guadalix de la Sierra en un plató de televisión para presentar El Show del Gran Hermano. Toma arranque de originalidad. Lo suyo hubiera sido titularlo algo así como Os vamos a matar de aburrimiento o Abrir la boca y dormitar es cuestión de empezar. El caso es que tendrán que hacer un magacín con varias secciones: noticias, música, cine, anuncios y sus sintonías propias. Deberán aprenderse los guiones de memoria para recitarlos el día de la emisión, fechada para el próximo lunes. Y para relajar neuronas nada mejor regarlas con un poco de alcohol. La organización les preparó una fiesta un poco escasa de medios. Dos tartas y una botella de ron. Conforme la bebida iba haciendo efecto las emociones de cada uno fueron aflorando. Sabrina se arrima a la vera de Ángel. Aunque no brinda por su marido ni le dedica palabras de afecto por si se marcha hoy, Eva se echó a llorar inexplicablemente. Pero quien se agarró el mayor sofocón fue Emilio. Abandonó la fiesta bastantes veces y al final no pudo evitar tampoco echarse a llorar. De sus palabras se desprende que el moderno de Madrid se ve fuera de la casa. La organización puso coto a la fiesta cuando el escenario de sus coreografías comenzó a ser los sofás del salón. Aunque algunos continuaron la fiesta, entre los rescoldos de su etílica conciencia el parchís les volvió a llamar. Pero como a falta de pan buenas eran tortas, siempre quedaba el golf. Esta noche a partir de las diez en Telecinco se sabrá quién será la persona elegida para abandonar la casa. Las encuestas en Internet señalan a Emilio por una amplia mayoría sobre el resto.

Más vídeos y noticias en el especial Gran Hermano elaborado por Latino Televisión.

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