Investigación

Furor por los culebrones en Europa del Este

Nada mejor que un periodista ecuatoriano, productor de la cadena mexicana de noticias ECO, para narrar lo que está pasando: los espectadores del Este de Europa son adictos a los melodramas, el maquillaje estrafalario y las emociones grandilocuentes.

¿A qué se deben cuotas de pantalla del 60 por ciento, peticiones reiteradas de reposición de telenovelas o colectas para devolverle la visión a una de las protagonistas...?

Muchos expertos se preguntan “cómo esta población tan educada puede digerir cosas de tan mal gusto”. Raúl Sorrosa lo cuenta en su investigación para la revista Chasqui: “En el mundo de las telenovelas los problemas se solucionan solos, al final, pero con tantas emociones que la vida real parece entonces insoportable y aburrida”.

“Chuqui baibis”

Desde Esmeralda a Laberinto de pasiones, Muñeca brava o Carita Pintada... “El pueblo centroeuropeo está ávido de amor, pues ya se han cansado de la sangre y la violencia de los seriales norteamericanos”, señala Sorrosa.

El mercado aprovecha el interés de la gente y ya se han sacado CDs con los temas musicales de las telenovelas más exitosas. No en vano las madres checas llaman a sus niños revoltosos “Chuqui baibis” porque una de las estrellas de los culebrones puso ese nombre “a su engendrito que no quería traer al mundo”.

Esta seducción mediática ha promovido la creación de una industria del “serial checo”, sin alcanzar tanta expectación. Los centroeuropeos prefieren los llantos y reconciliaciones, intrigas y venganzas, el amor visceral y la ilusión que, como ningunas otras, transmiten las telenovelas latinoamericanas.

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