Crónica miércoles

GH: Los concursantes van de farol

Todo o nada. Hubo consejo de administración tras conocerse la temática de la prueba. La mayoría de los consejeros eran conservadores en la cantidad a apostar, pero Jorge convenció a todos y todas para jugarse... el 100%. Patricia ejerció de Leoncio (aquel chacal con sombrero que decía lo de “¡Oh! Dios mío, moriremos todos, ya lo decía yo”).

Y algo de razón tiene. Si fallan, tendrán que empezar a cocinar los cordones de los zapatos como si fueran spaghetti para sobrevivir. El gaditano, como Springsteen, ya es el “boss”: “con dos cojones, vamos a hacer historia y ser los primeros en apostar el 100% del presupuesto”. Por lo que hemos visto hasta ahora, hará falta algo más que testiculina para superar la prueba.

El serial que protagonizan Carol y Jorge sigue su curso. Jorge, que estuvo tristón mientras la canaria se divertía de lo lindo en la suite, se ha convertido en su guardaespaldas definitivamente, en la versión de Kevin y Whitney, claro. Carol se deja querer a pesar de que aseguró que “eres el tipo de hombre que odio”. Elba es testigo mudo del acoso y derribo. Bueno, muda no, nos ha regalado perlas como: “El día que dejes de ser virgen, yo ni me acerco a ti”.

¿Quién dijo crisis?

Se reveló el misterio. Tras el fracaso de la noche de caza con los chicos de Confianza Ciega, Candi y Carol salieron de pesca. Lo cierto es que lo más parecido a un pescado que vieron fue una bota y dos llantas. Así las cosas, el tormentoso conflicto interior del capitán Achab se trasladó a Candi.

La granadina no disfrutó de la excursión y la vuelta a la casa empeoró la cosa. Candi terminó buscando consuelo en el confesionario. Allí, por fin, pudo llorar tranquila. Su crisis no tiene un Moby Dick bien definido. A la larga estancia en la casa y el incidente con Óscar se suma la sombra de la expulsión, a pesar de que ella no está nominada.

“Esta casa la siento como mía. Cuando salga no podré alegrarme como Ness, yo lo pasaré mal” – confiesa la granadina, que continúa contando que “cuando tengo una tarde mala cojo el coche y me escapo al monte, pero aquí hay gente por todas partes”. Parece que la crisis de Candi se apaciguó tras unos momentos de intimidad en los que llorar sin ser vista por sus compañeros. La despedida fue esperanzadora: “me quedo más tranquilica”. Nosotros también.

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