Artículo de interés

Un “Gran Hermano” escolar

Ryan arruinó su futuro a los 14 años. Los informes escolares destacaban su potencial para los estudios pero describían a este chaval londinense, de raza negra e hijo único de una madre soltera, como “maleducado, problemático e incontrolable”. Ryan dejó la escuela estatal para evitar la expulsión y, en un golpe de suerte, encontró una segunda oportunidad para enderezar su vida: la cadena de televisión Channel 4 británica se prestó a financiar su educación secundaria en un internado privado a cambio de filmar su caso. Cada semana, 300 chavales británicos son expulsados de la escuela debido a incidentes violentos o mala conducta. Ryan Bell encajaba en el perfil de los expulsados. Dos de cada tres expulsados no retornan a la enseñanza. Y a los expulsados se atribuye el 40% de los crímenes callejeros. De hecho, la policía visitó el hogar de los Bell en diferentes ocasiones. Con 14 años, Ryan comenzó a montar follón en las aulas y a acumular advertencias de los profesores de su instituto estatal en el sur de Londres. Todos reconocían su inteligencia y capacidad para los estudios, pero Ryan recibió un ultimátum del director: o dejaba la escuela o sería expulsado. Su madre le retiró del colegio para evitar una expulsión en su expediente.

Pero su futuro cambió cuando una productora le ofreció una plaza en un internado de élite, un colegio privado regentado por monjes benedictinos. Ryan aceptó la propuesta y, tras superar la prueba de admisión con el padre Anthony, dejó el barrio londinense para reanudar su educación en la campiña inglesa, cerca de la ciudad de Bath. Las cámaras de televisión captaron su progreso en el documental Una segunda oportunidad, cuyo primer capítulo se retransmitió anoche en Channel 4. La cadena se ha comprometido a financiar, a un coste de 22.500 euros por curso, los tres años que aún le quedan para obtener el diploma de secundaria.

“Esta oportunidad sólo se presenta una vez, y a muchos nunca. Ahora voy a aprender a no meterme en líos”, dijo Ryan al iniciar el curso en el internado. El ambiente no puede ser más opuesto a su experiencia previa. Quince alumnos por clase y un tutor por estudiante. Dormitorios de 20 camas, compañeros predominantemente blancos y de familias ricas. Ryan se adaptó en un par de meses, ganó confianza en sí mismo y termina el curso con la nota más alta en biología y latín. Sobresale también en rugby.

El documental pretende mostrar los fallos del sistema educativo estatal, que deja en la cuneta a niños con potencial. En el internado, Ryan también comete fallos e incluso es expulsado durante un mes por robar el teléfono móvil a un estudiante. Durante las vacaciones, se junta con sus viejos amigos y cae en las viejas costumbres. Le sorprenden rociando con spray una fachada y a punto está de dejar escapar esta “segunda oportunidad”. Pero siente remordimientos y regresa al colegio católico más convencido que antes.

“Al principio se rieron de mí”, dice en el programa de su pandilla londinense, “pero luego comprendieron mi posición. Quiero tener una buena educación y un buen trabajo. Ahora me apoyan”. Su sueño, añade, es ser dibujante o diseñador de videojuegos. Un destacado político londinense de origen afrocaribeño, Trevor Phillips, está detrás del documental: “Demostramos que, en el ambiente correcto, las vidas de los pequeños pueden cambiar”.

* Artículo de El País. Sociedad. 7 de abril de 2003. Lourdes Gómez. Londres

Etiquetas
stats