Los sabios de Vertele (1)

Josep M. Mainat: “La inexperiencia del Comité de Expertos de RTVE”

¿Queremos los españoles una televisión pública? ¿La necesitamos de verdad? ¿Se ha equivocado Zapatero al dejar el futuro de RTVE en manos de un Comité de Expertos? ¿Por que se cuestiona la eficacia de estos expertos antes de que empiecen a trabajar? Los cinco elegidos por el Presidente del Gobierno disponen de nueve meses para realizar su propuesta de reforma de RTVE, pero a la espera de su dictamen, Vertele ha querido conocer la opinión de los profesionales del sector a través de la creación de nuestro propio Comité de Expertos, en el que han aceptado participar, por estricto orden alfabético, Javier Bardají (Director General de Antena 3), Daniel Bilbao (Presidente de Sisifus Producciones), Pío Cabanillas (ex-Director General de RTVE y ex -Ministro Portavoz del Gobierno),Antoni Esteve, (Presidente de Lavinia) Alejandro García Lavilla (Director de Comunicación de Zeppelin), Eduardo García Matilla (Presidente de Corporación Multimedia), Chicho Ibáñez Serrador (creador del “Un, dos, tres” y Presidente de Prointel), Mikel Lejarza (Consejero de GECA), Josep María Mainat (Director General de Gestmusic), Alejandro Perales (Presidente de la Asociación de Usuarios de la Comunicación), Ricardo Vaca (Presidente de Barlovento Comunicación), Paolo Vasile (Consejero Delegado de Telecinco), Arturo Vega (Presidente de Europroducciones). Todos ellos han respondido a las mismas preguntas: 1. ¿Cómo solucionaría la crisis actual en TVE? 2. ¿Está a favor de la privatización total o parcial de TVE? 3. ¿Por qué? Hay opiniones para todos los gustos que Vertele irá publicando a partir de hoy. Comenzamos con Josep María Mainat, Presidente de Gestmusic, que ha respondido a nuestras preguntas a través de un extenso y documentado artículo que se adjunta a continuación. Léanlo con atención, porque merece la pena: “LA INEXPERIENCIA DEL COMITÉ DE EXPERTOS DE RTVE”

Quisiera manifestar mi perplejidad ante la composición del llamado “Comité de Expertos” que ha convocado el señor Rodríguez Zapatero para que, en un plazo de nueve meses, eleve al Gobierno una propuesta de reforma de los medios públicos que deberá contemplar, además, la solución financiera del modelo propuesto, el modo de designación de los directivos y la orientación de la programación. Por razones que se me escapan, el comité está formado por: - El Catedrático de Filosofía, Emilio Lledó.

- El Filósofo, Fernando Savater.

- La Catedrática de Ética, Victoria Camps.

- El Presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, Fernando González Urbaneja.

- El Catedrático de Comunicación Audiovisual, Enrique Bustamante. No entiendo por qué están tan de moda los filósofos. Los filósofos son expertos en filosofía, pero no en televisión, obviamente. El día de la presentación, entrevistaron en el telediario a Don Emilio Lledó. El señor declaraba maravillado:

“Antes, el ojo humano debía estar en el lugar donde sucedían los hechos. Ahora no. Ver lo que pasa en el mundo a través de ese maravilloso instrumento que es el aparato televisivo supone una ventaja enorme de nuestro tiempo” . Si el venerable filósofo todavía está estupefacto ante el propio invento de la televisión, setenta años después de producirse, dudo mucho que pueda somatizar toda la problemática de RTVE en unos meses. El otro filósofo, Fernando Savater, nada más ser nombrado, se destapó con la siguiente declaración casi subversiva: “Lo primero que hay que preguntarse es si realmente tiene que haber una televisión pública, porque eso es una cosa muy cara”. Savater tiene razón: Éste es el primer dilema que deben desentrañar los filósofos porque: Si no hace falta una televisión pública ¿para qué van a andar reuniéndose nueve meses? Después está la señora Victoria Camps que, en su etapa de senadora, presidió la Comisión de Contenidos Televisivos. Estos últimos tres años, en la misma línea de control y vigilancia, es miembro del Consell Audiovisual de Catalunya. Dado que su relación con la televisión ha consistido siempre en fiscalizar la labor de los demás, no creo que le vaya a servir de mucho esta experiencia ahora que por fin se le encomienda una misión creativa propia.

Curiosamente, forma parte del comité de expertos en televisión un perfecto intruso como es el presidente de la Asociación de la Prensa. Es fácil imaginar la escandalera que montaría el gremio de periodistas, si el señor Rodríguez Zapatero se pusiera a redactar una nueva Ley de Prensa y le pidiera ayuda al presidente de la Academia de Televisión. Sin embargo, hay algo que une al señor González Urbaneja con otros miembros del comité y es ese afán vocacional por luchar para que los contenidos de los medios de comunicación sean debidamente controlados. En este sentido está intentando instaurar en la Asociación de Prensa un Consejo Deontológico que se dedicará a juzgar el trabajo de los demás periodistas y a advertirlos o sancionarlos, si se considera conveniente. La idea no ha caído lo que se podría decir… del todo bien. No conozco el tema a fondo, pero destaco algunas reacciones en contra bastante rotundas: - Pedrojota Ramírez: “El Consejo Deontológico es una vuelta a la autocensura”

- Luís María Ansón: “El Consejo Deontológico es en sí mismo un atentado a la libertad de expresión”.

- Pedro G. Cuartango, jefe de Opinión de El Mundo: “Este Consejo Deontológico tiene un tufo que recuerda a los viejos tiempos del franquismo”

- Pilar Cernuda: “Me parece un horror”

- Julián Lago: “Esto es la Inquisición” Supongo que el señor González Urbaneja, a pesar de tener el gallinero algo alborotado, intentará trasladar al mundo audiovisual sus ansias por crear algún consejo que controle los contenidos televisivos e imagino que su propuesta prosperará porque, en este tipo de comités, esas cosas suelen gustar mucho. EL QUINTO ELEMENTO

Tras cuatro expertos con tan poca experiencia televisiva, cabía la posibilidad de que el quinto, en su condición de catedrático de comunicación audiovisual, aportara alguna sensata opinión sobre el medio televisivo, pero un artículo suyo publicado recientemente en La Vanguardia y titulado: “CÓMO ACABAR CON LA DICTADURA DE LA AUDIENCIA” ha frustrado todo atisbo de esperanza. En su artículo, entre otras curiosas teorías, el señor Enrique Bustamante afirma que es estrictamente necesario sustituir el índice de audiencia por el “termómetro de la satisfacción”: “Las radio-televisiones públicas utilizaban antes paneles de calificaciones sobre preferencias de los ciudadanos... Es necesario resucitar, reinventar, esos indicadores de eficiencia: termómetros de la satisfacción del usuario”. ¡Qué tiempos aquellos de la televisión en blanco y negro! Yo también tengo mis años y recuerdo perfectamente que en esos paneles de preferencias, que tanto añora el señor Bustamante, la gente contestaba impertérrita, semana tras semana, que sus programas preferidos eran “Informe Semanal” y uno de divulgación médica que se llamaba ‘Más Vale Prevenir’. Pero cuando se instalaron los primeros audímetros se vio que el programa que más les gustaba, con mucha diferencia, era ‘El Precio Justo’. Y es que los encuestados siempre intentan quedar bien delante del encuestador. Es humano. Me temo que solo podremos medir científicamente el “termómetro de la satisfacción” que solicita el señor Bustamante, el día que inventen unos audímetros neuronales psico-emocionales con unos electrodos conectados directamente al cerebro de los telespectadores. Pero no creo que esta delirante posibilidad le gustase al señor Bustamante a la vista del siguiente párrafo de su artículo: “El audímetro se ha apoderado subrepticiamente de nuestro ocio, de nuestra cultura, de nuestras vidas ... La ley de los ”share“ nos desarticula como opinión pública para reducirnos a simples consumidores” No sé porque se complican tanto la vida los retóricos de la televisión con esto del share, si es la mar de sencillo. El share es un simple porcentaje que mide las preferencias de la gente, es decir, exactamente lo mismo que los resultados electorales. Solo que, en televisión, las elecciones tienen lugar cada día del año. ‘Cuéntame’ tiene más share que su competencia porque es la serie preferida de los telespectadores, del mismo modo que el señor Rodríguez Zapatero es presidente del gobierno porque sacó más share que el señor Rajoy, sin que nadie del PP haya dicho, por lo menos en público: “¡Hay que acabar con la dictadura de las urnas!”. Pero el señor Bustamante, que seguramente imagina a los votantes como un conjunto de ciudadanos conscientes y responsables, cuando escribe sobre televisión, se pone elitista, y visualiza a la audiencia como una masa amorfa de seres cretinos y aborregados. Resígnese, señor Bustamante, los electores y los telespectadores son exactamente las mismas personas, hombres y mujeres pensantes que, con buen criterio y libre albedrío, emiten su voto o le dan al botón del mando, en pleno ejercicio de su libertad de elección. Casi me siento ridículo escribiendo algo tan obvio. ¿FORMATOS ASESINOS? Claro que, la realidad televisiva, según la visión del señor Bustamante, es casi apocalíptica: “El resultado ha sido la contaminación de la radiotelevisión pública y la drástica homogeneización de todas las cadenas hasta abocar a las ”aplicaciones asesinas“, aquellas que, como ‘Gran Hermano’ y ‘Operación Triunfo… matan toda diversidad en televisión y, declinadas en cascada, en el conjunto de las industrias culturales”. ¿Aplicaciones asesinas? ¡Dios mío! Parece que el señor Bustamante ha oído tocar campanas y se debe referir a las “killer-apps”, un concepto que no tiene relación con la televisión. De todas formas lo describe con tal énfasis que casi consigue que los programas que nombra parezcan una especie de perniciosos virus malignos que aniquilan todo lo que encuentran a su paso. Dios me libre de contradecir a todo un señor Catedrático de Comunicación Audiovisual pero me temo que traducir literalmente “killer application” por “aplicación asesina” y darle un sentido peyorativo, es un patinazo, si se me permite el atrevimiento. El término “killer-app” se utiliza en informática o en Internet para definir esas aplicaciones innovadoras que revolucionan de vez en cuando todo el sector, o sea, nada que ver con perversos programas de televisión. Además, “killer”, en este caso, significa innovador, revolucionario, rompedor. El correo electrónico, por ejemplo, fue la primera gran “killer-app” de Internet y, que se sepa, todavía no ha asesinado a nadie. En televisión también se habla a veces de “killer-formats”, formatos innovadores, revolucionarios, rompedores,… y si el señor Bustamante lo tradujera por “formatos asesinos” le haría las mismas reflexiones.

CURIOSA COINCIDENCIA

Es curioso constatar que justamente “Gran Hermano” y “Operación Triunfo”, los dos formatos que tanto sulfuran al señor Bustamante, son los que despiertan asimismo las iras de los sectores más intolerantes del integrismo islámico. La asfixiante presión de dichos fanáticos consiguió incluso abortar la versión árabe de “Gran Hermano”. Para evitar conflictos, un comité de expertos islámicos fue invitado a visitar la casa del ‘Gran Hermano’ árabe, el primer día que se empezó a emitir desde Bahrein para la zona del Golfo Pérsico. Horrorizados ante lo que vieron en los 90 monitores, los imanes exigieron a la cadena: 1) Que los chicos y las chicas no convivieran juntos en ningún momento.

2) Que las chicas llevaran siempre el rostro tapado por el velo

3) Que los líderes religiosos pudieran visionar y censurar cada episodio antes de ser emitido. Como la cadena no accedió a ninguna de estas absurdas peticiones, los talibanes les montaron una serie de manifestaciones de protesta que, junto a las presiones políticas del gobierno de Bahrein, hicieron la situación insostenible. La cadena cesó las emisiones tras sólo dos semanas en antena. Cuando se estrenó la versión árabe de ‘Operación Triunfo’, emitida por satélite desde Líbano a todos los países de Oriente Medio, los integristas volvieron a la carga. Los líderes religiosos prohibieron ver el programa, entre ellos, el muftí de Arabia Saudita, Abdulaziz Al Sheik, que pronunció una encendida homilía en la que señalaba que ‘Operación Triunfo’ aniquilaba todas las tradiciones musulmanas (¿quizá por ser una aplicación asesina?) y “era una invitación abierta al pecado y la fuente de los desastres y desgracias del Islam”. Con ‘Operación Triunfo’, sin embargo, no lograron su propósito. El programa, apoyado con entusiasmo por los jóvenes de todos los países árabes, llegó brillantemente a su final. Con más de 300 millones de espectadores, fue la emisión más vista de la historia de la televisión árabe, dejando así claro que, en oriente y en occidente, los intolerantes no tienen futuro.

SEÑOR BUSTAMANTE ¡QUEDA NOMINADO!

Coincidencias aparte, que al señor Bustamante, que tiene que arreglar TVE, le produzca urticaria ‘Operación Triunfo’, que se ha emitido precisamente en TVE con un impresionante apoyo popular, es un pésimo síntoma. Imagino que el hecho de que ‘Operación Triunfo’ haya sido también en España el programa más visto de la historia, le debe parecer al señor Bustamante parte de ese complot de la dictadura de la audiencia. Si el señor Don Enrique Bustamante no fuese Catedrático de Comunicación Audiovisual, sería comprensible que estuviera mosca con OT por las bromas que sus alumnos deben haberle gastado con su apellido, pero dada su especialidad académica, su aversión al formato debe ser fruto del análisis y la reflexión, con lo cual, no tiene ninguna excusa y, por tanto, su presencia le quita al comité todo rastro de prudencia, ponderación y sensatez que pudiéramos suponerle. ¿QUIÉN HA ENGAÑADO A ZP? Si un partido político, en su campaña electoral, anunciara: “No tenemos ni idea de lo que vamos a hacer en economía pero, si ganamos, nombraremos un comité con unas personas que: A) No serán economistas

B) No nos explicarán sus planes

C) Sea lo que sea lo que decidan, lo elevaremos al parlamento como proyecto de ley“ Lo más seguro es que ese partido tuviera un futuro electoral bastante negro. Sin embargo, en televisión, parece que hay la manga más ancha y todo el mundo se atreve a opinar. Pero ya que los expertos en televisión están ahí y son los que son, pienso que lo mínimo que podemos exigir es saber algo tan nimio como: ¿Qué programas de televisión miran los que deben arreglar la televisión? Mi propuesta es que Vertele, o quien sea, exija respetuosamente que los expertos nos entreguen una lista con sus 10 programas de televisión preferidos. Si puede ser que no sean en blanco y negro, sino de los últimos dos o tres años. Creo que de la lectura de esas listas obtendríamos una información muy significativa. O a lo mejor descubriríamos horrorizados que, en realidad, no les gusta la televisión y que hemos puesto a unos vegetarianos radicales a diseñar el menú de una churrasquería. Total, que no concibo la composición del comité, ni confío en su labor por muchos meses que se reúnan, ni me explico quién puede haber engañado de este modo a ZP, con lo bien que parecía haber arrancado. Antes de que empiecen a circular demasiados chistes sobre el tema de los expertos, quizá lo más práctico sería reconocer el error, liquidar cuanto antes el comité, darles las gracias a sus miembros por el empeño puesto… y regalarles de recuerdo un televisor en color, para que vean lo mucho que ha evolucionado el medio. Y tras este ”breve“ preámbulo... POSIBLES SOLUCIONES A LA SITUACIÓN ACTUAL DE RTVE Voy a decir lo que opino sobre la reforma de RTVE, porque me lo habéis pedido y porque no me parece justo escribir un texto crítico sobre el comité de expertos y no incluir mi opinión sobre el asunto. Juro por el share del programa del señor Punset, que no me considero ni sabio ni experto, aunque llevo 20 años en el mundo de la televisión y, a lo mejor, algo de lo que digo tiene algún sentido. De entrada, quiero aclarar que TVE, como cadena, no está en crisis y que toda esta movida no es para decidir la programación de TVE o si se quita el programa de José Luís Moreno o si vuelve Pedro Ruiz (espero que no). Cambiar 3 ó 7 ó 10 programas no es el problema. El director de TVE ya definirá en su momento la programación, de acuerdo con el equipo directivo del ente y según el presupuesto de que disponga. Además, la programación se cambia cada trimestre. Para esto no hay que llenar un informe teórico con 300 páginas. Lo que realmente está en juego es el modelo de televisión pública que se quiere, el tamaño que debería tener y como sostenerlo económicamente. La primera gran pregunta es, por tanto, si se está a favor o en contra de la privatización parcial del ente. Como que no es necesario reinventar la rueda, se pueden estudiar dos modelos próximos que funcionan razonablemente bien. MODELO FRANCÉS: PRIVATIZACIÓN SÍ En Francia sanearon la deuda de la cadena más importante de sus televisiones públicas, la TF1 y después de reestructurarla, la privatizaron recuperando parte del esfuerzo económico. A pesar de todo, la operación costó bastante dinero a los contribuyentes, pero sólo una vez, en lugar de ese pozo sin fondo continuo que era antes. Y se quedaron con France 2, France 3 y ARTE, cadenas más pequeñas que se financian con publicidad (con limitaciones) y con unos impuestos razonables. France 2 y France 3 tienen una programación parecida a La 2. En cambio ARTE emite solamente esos programas culturales que se supone que hay que exigir a una televisión pública. Todas las encuestas indican que ARTE es el canal teóricamente más apreciado por los ciudadanos franceses, pero la realidad es que también es el canal menos visto, lo cual desbarata de nuevo las teorías del señor Bustamante y su ”termómetro de la satisfacción“. Los franceses también engañan a los encuestadores para quedar bien, pero después miran ”La Granja de los Famosos“ en la TF1 y se quedan la mar de satisfechos.

Del peligro de una televisión pública sin público, advierte el señor Dominique Baudis, presidente del Conseil Supérieur de l’Audiovisuel francés: “Hay que andarse con cuidado a la hora de plantearse una TV pública ideal, modélica, que tenga todas las virtudes que corresponden a un máximo de exigencia del servicio público… excepto la de tener público”. El señor Baudis no parece opinar que la audiencia sea una cosa maligna en si misma: “La TV pública no ha de renunciar a la audiencia. Eso plantearía la contradicción de pedirle a la gente que pague por una televisión que casi nadie mira”. Contradicciones aparte, los ciudadanos franceses parecen bastantes felices con su sistema de televisión pública. MODELO BRITÁNICO: PRIVATIZACIÓN NO

En Inglaterra, han optado por el modelo contrario. Tienen la BBC1, que es la mayor cadena del país y la BBC2 que viene a ser como nuestra segunda cadena. La BBC obtiene su financiación a través de un canon que cada familia paga en función del número de aparatos de televisión que usa y no emite ningún tipo de publicidad. A ningún directivo de la BBC se le ocurriría decir eso de: “Vamos a acabar con la dictadura de la audiencia” porque tienen claro que la audiencia son esos millones de británicos que pagan el canon y que no están dispuestos a aceptar que con el dinero de todos se hagan programas solo para unos pocos. Por ello la BBC no criminaliza ningún género televisivo y produce sin ningún complejo entretenimiento, ficción, documentales o telerrealidad, intentando siempre hacer televisión generalista, con rigor, con calidad y con vocación de agradar a un público mayoritario.

Siento mucho desanimar al señor Bustamante en su cruzada, pero la BBC, que suele citarse como el modelo de televisión pública a seguir, también ha emitido esa “aplicación asesina” llamada ‘Operación Triunfo’…¡dos veces! Y para colmo, Mark Thompson, el recién nombrado director de la BBC, proviene de Channel 4, (una extraña licencia pública en manos privadas) donde él mismo ha programado, con enorme éxito, varias temporadas de la otra “aplicación asesina”, ese maligno ‘Big Brother’. Además la BBC tiene desde hace años un departamento especializado en programas de telerrealidad al frente del cual han puesto (no se suicide señor Bustamante) al director y realizador del primer ‘Big Brother’ que se presentó en el Reino Unido. De este departamento han salido varios proyectos de este género como “The Prison Experiment”, “Diners” y “The Bachelor” que la BBC ha ido programando sin ningún problema. Otra cosa que nos diferencia del Reino Unido es que, en España, se suele denunciar que TVE contrate los servicios de productoras externas de televisión, como si eso fuese una malversación de fondos públicos, mientras que los británicos aplauden que la BBC colabore asidua y satisfactoriamente con todas las productoras inglesas, grandes y pequeñas, porque entienden que así, su televisión pública ayuda a sostener el tejido industrial audiovisual de su país. Los ciudadanos del Reino Unido también están relativamente contentos con su modelo de televisión pública, solo que la BBC, dado su tamaño e importancia social, siempre genera alguna que otra polémica, como la que le ha costado el cargo al anterior director.

ME INCLINO POR EL MODELO FRANCÉS

Pienso que el modelo inglés es más interesante, pero también más arriesgado y solo puede funcionar con unos directivos totalmente independientes, con un gobierno sin voluntad de injerencia, con una oposición que no se pase toda la legislatura poniendo palos en las ruedas, con unos medios de comunicación que no sean parte interesada en el sector audiovisual y con una serie de garantías de libertad, de pluralidad y de apertura mental que me temo que son muy difíciles de garantizar y de mantener en España. Por ello me inclino por el modelo francés, que me parece más viable. Además, al secretario de Estado de Hacienda ya se le ha escapado que habría que ir pensando en privatizar algo, o sea que los tiros parece que van a ir por ahí. Una vez finalizado el proceso, tendríamos los siguientes canales: - Tres grandes cadenas privadas: La Primera (o como se llame), Telecinco y Antena 3. El reparto del mercado publicitario sería similar al actual.

- La 2 (o como se llame) como cadena pública de lujo, con publicidad restringida y una subvención adecuada.

- La progresiva reconversión de las cadenas autonómicas en una línea similar a RTVE.

- Canal+, Digital+ y demás sistemas de pago.

- Las locales. Nota: Como ciudadano y directivo de una productora de televisión, también echo en falta en España alguna cadena más pequeña, como las europeas M6, Verónica, Pro-Sieben y tantas otras, que se sostienen con un 8%, un 10% o un 12% de cuota de mercado, a base de buscar públicos alternativos, productos jóvenes, programas especializados… Muchos de los formatos televisivos más creativos han nacido en estas cadenas más pequeñas, porque pueden arriesgar más. Creo que el mercado permite que el Gobierno libere una nueva licencia, siempre que exista el comprador adecuado. El modelo me parece bastante sugerente, aunque esto es solo para ir abriendo boca, porque dentro de algunos años tendremos la televisión digital terrestre y habrá que volver a plantear qué pasa con todos esos nuevos canales, tanto en el terreno público como en el privado. EL PARTO DE LOS MONTES

Pero para llegar a este modelo o a cualquier otro, el proceso pasa por que docenas de verdaderos expertos económicos, financieros y laborales estudien como liquidar la deuda histórica y diseñen un plan de viabilidad que realmente todas las partes implicadas puedan aceptar. Para ello hay que empezar a buscar cuanto antes un amplio consenso no solo parlamentario, sino también sindical, social y de opinión pública, iniciando una larga serie de negociaciones muy difíciles, tanto para el proceso de reestructuración de RTVE como para su privatización, si es eso lo que finalmente se decide. Y este proceso puede llevar años y habría que empezarlo enseguida, en vez de estar esperando mano sobre mano a que el comité de expertos nos ilumine el camino. Dado además que los miembros del comité no entienden un pimiento de todo este lío económico-financiero-laboral, no creo que valga la pena perder esos nueve meses de gestación que es lo que dicen que van a tardar los expertos en discutir sobre el sexo de los ángeles catódicos y dar a luz un ladrillo de informe repleto de disquisiciones filosóficas sobre el invento de la televisión, recomendaciones sobre como controlar drásticamente los contenidos y elucubraciones retóricas en la línea de los “termómetros de la satisfacción” del señor Bustamante. La decisión sobre la línea de modelo de televisión pública que se quiere conseguir no necesita muchas páginas y se puede tomar con relativa rapidez si realmente se tiene experiencia, criterio y valentía. La ironía es que las personas escogidas, de cuya erudición en otros campos no dudo, reciban el nombre de expertos, sin tener la más mínima experiencia para tomar una decisión tan trascendental. Por favor, pasemos a la siguiente fase.

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