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Juicio mediático a ‘La Noria’: un programa “condenado” y muchas preguntas por resolver

Juicio mediático a ‘La Noria’: un programa “condenado” y muchas preguntas por resolver

Telecinco y La Noria han sido condenadas esta semana, en un ‘juicio mediático express’, por haber pagado 9.000 euros a la madre de El Cuco por una entrevista.

Una parte de la audiencia, expresada a través del juez Twitter y medios de comunicación, dictó sentencia desde el primer día: Telecinco es culpable por pagar a la madre de un delincuente.

Consecuencias: avalancha de críticas en medios de comunicación, fuga de anunciantes de La Noria, y todo lo que esté por llegar y que, posiblemente, habremos olvidado en semanas.

Pero ¿ha tenido Telecinco un juicio justo? ¿No puede alegar, como pasa a menudo, indefensión y falta de garantías? La cadena todavía no se ha pronunciado, pero las redes sociales y la prensa solo reflejan el alegato de la acusación. Por ello hoy vamos a ejercer de abogado del ¿diablo?

La defensa llama al estrado a los espectadores ofendidos por la entrevista del sábado en La Noria para interrogarles sobre algunas dudas que surgen cuando uno profundiza en un debate moral de este tipo. Son preguntas para la reflexión, para las cuales en muchos casos no tenemos respuesta.

1. ¿Es la libertad de expresión la mayor conquista de nuestra sociedad? ¿Debe la televisión ser una excepción?

La libertad de expresión es un derecho fundamental que suele prevalecer por encima de cualquier otro. Así lo hemos establecido y hemos decidido, democráticamente, que se refleje en nuestro sistema constitucional. ¿Debe la televisión ser una excepción? Si parte de la audiencia quiere escuchar a la madre de 'El Cuco', ¿el hecho de que exija una remuneración es motivo suficiente para poner barreras a la libertad de expresión y condenar a Telecinco por ello?

2. ¿No son los audímetros las auténticas asociaciones de espectadores?

Si la repulsa a la actuación de Telecinco por pagar a la madre del Cuco es real, y no un 'trending topic' pasajero de Twitter, fruto de una “falsa moral”, ¿no debería reflejarse también en los audímetros con el rechazo de la audiencia? La Noria del pasado sábado fue el segundo programa más visto con 15.1% de cuota y 1.938.000 espectadores, su segundo mejor dato del curso y un buen registro teniendo en cuenta que tenía enfrente al Real Madrid. Bien es verdad que otros 45.000.000 millones decidieron no verlo.

Algunos anunciantes ya se han pronunciado retirando sus campañas. Los espectadores lo volverán a hacer esta noche decidiendo ver o no ver La Noria y lo hacen todos los sábados usando su mando a distancia. ¿Dos millones de personas no son una masa crítica a tener en cuenta?

3. ¿Quién decide quién es un delincuente o un testimonio impagable?

Si estamos de acuerdo en que las “cadenas no deben pagar nunca a un delincuente por ser entrevistado en televisión”, la pregunta que surge es: ¿Quién decide quién es un delincuente, un sospechoso o un testimonio impagable para el público?

La madre del Cuco no está condenada por ningún delito. Es sospechosa, eso sí, de ayudar a su hijo a encubrir un crimen. Pero no ha sido juzgada por nada ni existe condena que la afecte. Ella defiende su inocencia y habrá quien admita que es lícito que una madre haga lo imposible por evitar que su hijo vaya a la cárcel.

¿El hecho de ser sospechoso te invalida por cobrar por ir a televisión? ¿Quién decide quién es delincuente? ¿Exclusivamente el juez? Si es un juez, la madre del Cuco no ha sido ni siquiera acusada. ¿La sociedad? Parte de ella, posiblemente silenciosa, puede pensar que hace bien en defender a su hijo o que es más víctima que verdugo. ¿Los medios de comunicación? ¿Las redes sociales?

4. ¿Y si el padre de los niños de Córdoba quisiera sentarse en un plató?

El padre de las niños desaparecidos de Córdoba es, probablemente, la entrevista más perseguida en todas las televisiones. Si decidiese ir a televisión a contar su caso y defender su inocencia, clamarán nuevamente las redes sociales contra la cadena que lo acoja y, mucho más, si ésta decide pagarle por una discutida exclusiva. ¿No querría ver una mayoría una entrevista a este denostado personaje? ¿Condenaríamos a la cadena que consiga esta entrevista, solo por el hecho de ser remunerada?

Es un presunto culpable, pero no hay condena. Es sospechoso para la policía y la sociedad, aunque él mantiene su inocencia. ¿Quién decide si se debe o no prohibirle la entrada a un plató? ¿Y si luego aparecen los niños y se demuestra que es inocente? Si una cadena pretende entrevistar al padre cordobés, ¿quién decide si es víctima (en cuyo caso sería lícito pagarle) o culpable (prohibido remunerarle)?

5. ¿Dónde ponemos las restricciones y... quién las pone?

¿Dónde ponemos los límites? ¿Solo prohibimos la presencia remunerada de delincuentes con una condena firme? ¿O hay que evitar pagar a los sospechosos, presuntos culpables y allegados a imputados? ¿Presuntos culpables para quién? ¿Solo para un juez o también para la sociedad?

O.J. Simpson se libró de la cárcel, pero la sociedad americana da por hecho que mató a su mujer aunque evitó prisión por sus excelentes abogados. ¿Ya no tiene derecho a cobrar por una entrevista en televisión nunca más? ¿Son legítimos los ingresos millonarios por los libros que ha publicado? ¿De quién nos fiamos más, del veredicto oficial o del popular?

6. ¿Influye la categoría del supuesto delito para poder cobrar o no en televisión?

Otro gran interrogante: No es lo mismo matar a una persona que defraudar a la Seguridad Social o a Hacienda, pero todo es delito y, en mayor o menor grado, actitudes deplorables con las que un anunciante podría no querer vincularse. María José Campanario forma parte de este segundo grupo. Si alguna vez vemos a la ex de Jesulín sentada en un plató, ¿habrá que preguntarse si ha percibido un dinero por ello y llevar a la hoguera a la cadena dispuesta a pagarla?

7. ¿Hay que pedir cuentas a todas las cadenas y periodistas que alguna vez han pagado por el testimonio de delincuentes o imputados?

Si ha respondido de forma afirmativa a la última pregunta, ¿habría que pedir cuentas a Antena 3, por ejemplo, por pagar a Farruquito por acudir a DEC, a Coto Matamoros por hablar desde Tailandia cuando era un prófugo de la justicia o por tantas otras veces en las que se ha pagado por una entrevista a alguien que haya cometido un delito?

¿Convendría pedir explicaciones a Canal Sur por las entrevistas que hizo Jesús Quintero a presos desde la cárcel, o a la editorial Planeta (accionista de Antena 3) por sacar partido de los libros de Mario Conde sobre su condena?

Si buceamos en las hemerotecas podemos encontrar miles de ejemplos, en todas las cadenas de televisión y muchos periódicos. O ¿es que nadie cobró?

8. ¿Cuándo prescribe el delito de alguien para poder ser remunerado por ir a televisión?

Si un repugnante asesino condenado a muerte decide escribir sus memorias o conceder una entrevista a una cadena de televisión antes de morir, ¿tiene derecho a cobrar para que este dinero resuelva la situación económica de su familia? ¿Debería una cadena aceptar el trueque si considera que son de interés general?

¿Debe privarnos una televisión de este testimonio, solo por el hecho de que el protagonista pida algún tipo de remuneración a cambio? Si un juez le ha condenado, ¿pierdes sus derechos “comerciales” de por vida?

¿Cuándo prescribe su delito para que una cadena pueda pagar por sus entrevistas? ¿Cuándo salga de la cárcel? ¿Nunca?

Si lleváramos esta negativa a sus últimas consecuencias ¿deberíamos prohibir obras maestras como A sangre fría, de Truman Capote, que relata detalladamente un cruel asesinato perpetrado por delincuentes que fueron condenados a muerte y que ha forrado a su autor y a sus herederos?

9. ¿Es ético cobrar por ir a televisión cuando eres la víctima?

Si convenimos que hay que limitar la libertad de expresión a través de juicios morales, necesariamente subjetivos, surgirán nuevos dilemas, algunos que llevan al absurdo.

Si está mal que un delincuente cobre por hablar de su delito en televisión, ¿no es también moralmente discutible que una víctima saque provecho de su desgracia en un medio de comunicación?

Algunas víctimas, como los padres de Marta del Castillo, nunca han cobrado por sus intervenciones en televisión. Pero hay otros que, de una manera o de otra, sí han sido retribuidos por sus testimonios, incluso aunque lo destinasen a causas benéficas. ¿No deberíamos exigir que no se enriquezcan con su desgracia, si el objetivo de sus apariciones es encontrar a sus hijos?

10. ¿Estamos dispuestos a sacrificar la libertad de expresión a cambio de un mundo perfecto, en el que solo haya gente “buena”?

Si damos como válido el planteamiento de que hay que primar los diversos filtros morales a la libertad de expresión, ¿abogamos por una televisión en la que nunca sea entrevistado nadie “malo”?. Todo el mundo ha de demostrar que ha sido buena persona y tener un historial limpio antes de salir a un plató, y no digamos ya cobrar. De otra forma, la cadena que le dé difusión se arriesga a quedarse sin anunciantes. ¿Estamos dispuestos a sacrificar la libertad de expresión a cambio de un “mundo perfecto” en nuestras televisiones?

No hay más preguntas. Es el turno de la acusación y el de la audiencia para dictar su veredicto esta noche.

Nos encantaría conocer vuestras opiniones sobre este asunto, que no es baladí.

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