Opinión

María Teresa Campos: Lágrimas de felicidad

Una gran llorera hubo ayer en la matinée de Tele 5. Lloraban por la señora Campos, que se va a A-3. Lloraba Rappel por debajo de esas gafas tan inquietantes que lleva. Lloraba Jorge Javier Vázquez --el de Aquí hay tomate-- con mucho sentimiento, y exclamaba, con énfasis, dirigiéndose hacia ella: “¡Eres la última gran estrella de la tele! Cuando sea mayor siempre podré decir: ¡Yo trabajé con la Campos!”. Lloraban las cámaras, el decorado, las sillas del corrillo... Lloró hasta la propia María Teresa, y se secaba el rabillo del ojo con un kleenex. Hombre, es comprensible este rapto sentimental que ayer les sobrevino. Era el último programa, después de haber dado, durante años, gloriosos índices de audiencia a esta cadena. Y no voy a ser tan cicatero de advertir que quizá había dos tipos de lágrimas en ese hermoso mar que inundó el plató: las de los que se van con ella, felices; las de los que se quedan, tristes. Pero más que esta ternurista y delicada despedida, en la que la señora Campos se cuidó de hablar bien de todos, incluidos los altos jefes, en casa nos gustó más el pronto que le salió el día anterior. Estaba haciendo ese sketch llamado El aperitivo, y su partenaire, Paco Valladares, mirando con melancolía a su alrededor, dijo: “¡Ay, a mí me gustaba este piso! Después de tantos años, lo echaré de menos”. Entonces doña Tere, como una centella, respondió: “No te preocupes. El nuevo es más soleado. Y sobre todo, el casero es más amable”. ¡Ah!, qué iridiscente. Lo de “el casero es más amable” no tiene desperdicio. Demuestra que su llanto no es de pena, sino de pura alegría. Otro despido: Om. También Albert Om ha cerrado “Jo vull ser”

(TV-3). Es curioso, de los 14 invitados que han sido objeto de su “Reina por un día”, sólo tres eran mujeres. ¡Ah! O recobra este muchacho la afición por las señoras, o convertirá las tardes de “la teva” en un desierto terrible.

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