Crítica La Vanguardia

La cola es la noticia

RÉCORD. El Papa Juan Pablo II había muerto. Pero llegó un punto en el que la noticia ya no era eso, ya no era el cadáver del Papa, ni su pontificado, ni el futuro Papa, ni si el fin del mundo estaba próximo. No: la noticia era ya la cola, la cola de gente acercándose al cadáver del Papa. La noticia era la cola, una cola sin precedentes. Era la cola, una cola sin parangón. La longitud de la cola, las horas de espera en la cola, la cantidad de personas en la cola, la velocidad de la cola, la forma de la cola, el recorrido de la cola, el avance de la cola, el final de la cola... En una época y un sistema en que todo se regía por el número y la cantidad, esa cola fue el coherente corolario, el colofón consecuente. Porque era una cola que podía pesarse y medirse, computarse y cuantificarse, fotografiarse y televisarse. Tras un papado de Guinness,un papado de récords (en encíclicas, en viajes, en vuelos de avión, en kilómetros, en vueltas al mundo, en cardenales investidos, en libros y discos editados, en horas de televisión, en millones de personas congregadas, en demandas de perdón, en años de papado, en jefes de Estado arrodillados), el justo broche fue esa cola, ese récord final. Los que participaron en ese récord, los que alimentaron con sus cuerpos esa cola, lo hicieron por ellos: se convertían en parte del récord, en parte de aquel papado de Guinness,de aquel papado con personalidad, de aquel papado con oro en el podio de la historia, del histórico papado. Forjando esa cola tan imponente y tan protagonista, todos ellos lograban también pasar a la historia. Ser historia. EL NIÑO. Me emocionó el reportaje del Telediario de mediodía del miércoles. La reportera de TVE, videocámara doméstica en mano, graba sus cinco horas en la cola. Y, al llegar al Papa, recoge las lágrimas de sus compañeros de cola. Entre ellos hay un niño romano. El niño alza la cara a la cámara y mira a la periodista con los ojos muy abiertos y perplejos, y dice: “¡Pero si es normal!”. “¿Normal? ¿Qué quieres decir...?”, inquiere la periodista. “Que es sólo un hombre como nosotros”. Asombros de niño.

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