Opinión

Una crítica constructiva sobre “El Castillo”

¿Cuánta gente ve programas de “reality” en España de forma habitual? ¿Cuatro millones, seis millones? La suma media de espectadores de GH VIP y “El Castillo” –con duraciones distintas, lo que distorsiona ligeramente el dato- fue este martes de seis millones de espectadores. Si consideramos que cuando compiten en televisión programas similares funciona la “ley de los vasos comunicantes”, éste es el techo de espectadores interesados en nuestro país por los “realities shows”. Los que no ven “El Castillo”, ven GH VIP. Y en este estreno salió malparado el “reality” de Gestmusic, que debutaba y que no tenía la notoriedad del programa de Zeppelin para Telecinco. Posiblemente hubo un primer error de programación. ¿Por qué no lanzar “El Castillo” en un día que todos los seguidores potenciales de “realities” pudieran conocerlo sin tener que elegir? Una mezcla de concursantes desiguales Muchos espectadores se preguntaban ayer de qué iba “El Castillo de las mentes prodigiosas”. ¿Es un programa de humor, un nuevo “Hotel Glam”? ¿O es un show serio, que quiere poner a prueba las habilidades de los videntes y magos que concursan? Tras el primer programa, a nosotros nos quedó la duda. La mezcla de concursantes deja un mal sabor de boca. Algunos de los habitantes de la mansión son personajes esperpénticos, expertos ya en provocar polémica en televisión y que ya no tienen el más mínimo interés en que la gente crea en sus poderes; por otro, algunos seres venidos de otros países parece que creen profundamente en el más allá y están dispuestos a mantener su prestigio contra viento y marea. La pitonisa Lola, por ejemplo, que pasará a la historia como la invitada que más repite la palabra “baazzzuuuura” ante las cámaras o el indescriptible Paco Porras, conocido por sus montajes florales y mediáticos, no aguantan el más mínimo test de solvencia mágico y provocan el delirio y la carcajada, cuando no el hastío puro y simple. Astyaro, uno de los mentalistas más prestigiosos de Méjico, en cambio, es un perfecto desconocido en España y parece que predijo la caída del PRI y la llegada al poder del presidente Vicente Fox. Participa en el programa con un cierto halo de seriedad “esotérica” si es que esta virtud existe en este mundo. Divino Otelma, que mantiene consultas en París, Roma y Milán, pasa por ser “Mago de magos”. Pero les aseguro que ver a estos dos personajes sentados con la pitonisa Lola y con Paco Porras genera las dudas más agudas del mundo, incluso a los que quieren creer en el mundo del ocultismo. Si a esto añadimos la presencia, entre el Gran Jurado, de Aramís Fuster y el Padre Apeles, tenemos que convenir en que “El Castillo de las mentes prodigiosas” es básicamente un programa de humor y no de esoterismo. La mezcla es complicada y difícil de digerir, porque es posible que no convenza ni a los que quieren partirse de risa, ni a los que pensaban que asistirían a serios y extraordinarios actos de magia, adivinación y sanación. Faltan los videntes reconocidos “famosos” Se echa en falta, entre los concursantes, la presencia de otros videntes habituales de la televisión, por ejemplo Octavio Aceves, Cristina Blanco o Rappel. Es evidente la dificultad de convencer a estos personajes, que son auténticas máquinas de generar dinero, para que acepten entrar en un programa de televisión de estas características. Pero si se trata de poner a prueba la capacidad esotérica auténtica de estos adivinos, de “desenmascararles” incluso, es poco interesante hacerlo con perfectos desconocidos o con personajes muy populares a los que nadie se cree. En “El Castillo” nos falta el morbo de poner a prueba a los supuestos “grandes”. ¿Un programa de humor sin humor? Volvamos a los objetivos del programa. Si se ha pretendido hacer un programa divertido, el resultado no se ha conseguido. Tampoco estamos ante un programa serio sobre esoterismo. En “El Castillo” hubo momentos divertidos, que invitaban a esbozar una sonrisa, pero en general estaba falto de humor por todas partes. Y las situaciones esperpénticas nos alejaban de la posible seriedad de alguno de los ritos y adivinaciones que se intentaron. Una duración inaudita El primer programa de “El Castillo de las mentes prodigiosas” tuvo todos los defectos de los estrenos de “realities”. Duró nada menos que 218 minutos, casi cuatro horas, lo que lo convirtió en un maratón televisivo. Tuvimos que conocer la mecánica, a los miembros del Gran Jurado, a los concursantes, etc, y acabó siendo, para los que lo vimos entero, un ejercicio de paciencia, aderezado con bostezos de agotamiento. La voluntad de Antena 3 de competir con “Crónicas Marcianas” –Gestmusic contra Gestmusic- penaliza este tipo de formatos. Es imposible que cualquier espectador sano de mente aguante impertérrito y motivado las cuatro horas de “El Castillo”. Es previsible que en los próximos programas, libres ya de presentaciones y entrando en materia, la agilidad del programa mejore. Pero lo de las cuatro horas seguirá siendo un metraje para estoicos y pacientes fans del programa. La presentadora, discreta Alicia Senovilla aguantó el tipo como pudo. La vehemencia extrovertida de algunos personajes, unido a su falta de educación y su necesidad de protagonismo obligaron a la presentadora a adoptar actitudes numantinas. Nos recordaba al Jesús Vázquez de “Hotel Glam”, que en algunas ocasiones parecía dispuesto a la agresión física a los concursantes para mantener el orden en el plató. Su vestuario, cercano a los personajes de la familia Adams, no favorecía precisamente las dosis de atractivo erótico que la Senovilla puede aportar al programa. Algunos espectadores hubieran preferido un atuendo menos cuidado y un poco más de espectacularidad femenina en su vestimenta. Vídeos muy cuidados Los méritos del programa existen y son muchos. Por una parte, unos excelentes vídeos de presentación. De los mejores que hemos visto en mucho tiempo. Espléndidos. De otra, una ambientación musical adecuada y eficaz. Queremos destacar también la escenografía y la ambientación, para nuestro gusto quizás excesivamente barroca, pero desde luego muy estudiada y trabajada. El resultado es muy sombrío, poco acogedor, seguramente para replicar el ambiente de un castillo siniestro, pero aleja la sensación de que estamos ante un programa que puede ser divertido. Posiblemente el exceso de impresiones visuales penaliza la percepción del espectador, acostumbrado a una mayor simplicidad en los programas de este tipo. Un voto de confianza a Gestmusic En cualquier caso, lo que vimos el martes fue un primer programa. Gestmusic ha demostrado su capacidad de reacción para devolver las aguas de un programa a su cauce natural. Creemos que en las próximas semanas “El Castillo” puede ganar en agilidad, ritmo e interés. La finalización en Telecinco de GH VIP permitirá un respiro que incrementará la audiencia, aunque sólo sea para preservar la enorme inversión económica que ha hecho Antena 3 para poner en el aire un programa de prime time que es la joya de la corona de la cadena para el segundo trimestre del año.

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