Sobre el asunto Moreno

¿Qué defiende la propiedad intelectual?

Nos encontramos, una vez más, ante una acusación de plagio. Se trata de una denuncia, presentada en tribunales, que afecta a los productores de la exitosa serie “Aquí no hay quien viva”. Según la noticia que ha publicado Vertele, al señor Antonio Dorado se le ocurrió hacer una serie sobre una comunidad de vecinos y publicitarla en el diario El País además de mandarla a distintas empresas productoras y cadenas de televisión para que la consideraran. Un par de años después, Miramón Mendi colocó una serie similar en Antena 3 que se ha convertido en un gran éxito. Hasta aquí los hechos. La reflexión: ¿Qué protege la propiedad intelectual? Como este país ya va haciéndose mayor en edades televisivas y el sector va madurando, creo que todos tenemos claro que el Registro protege “el desarrollo de una idea” y no la idea en sí. Las ideas no se pueden proteger: son, inevitablemente, de dominio público.

En este caso, si a mí se me ocurre hacer una serie sobre un cuartel de bomberos y la registro, ¿nadie más en el mundo puede hacer una serie sobre bomberos? ¿O no es verdad que lo que realmente tiene valor es el desarrollo de la idea: la Biblia, los personajes, el casting de actores, las tramas que van creciendo, etc? Aún en el caso de que José Luis Moreno o el equipo de creación y dirección de “Aquí no hay quien viva” hubieran conocido el proyecto de “La portera”, e incluso hayan llegado a inspirarse en él, ¿en que se parece la serie escrita a la que ha sido producida, emitida y ha triunfado en Antena 3? Mirándolo con algo de detalle vemos las siguientes similitudes: lo que es en el proyecto “una portera”, se convierte en “portero”. Pero esto no es nada original: miles de comunidades de vecinos tienen uno. En la serie de Antonio Dorado se propone que uno de los pisos esté ocupado por “una pareja” de gays“, ”una pareja de recién casados“ y ”un hijo de papá“. En la serie de Moreno hay, efectivamente, gays. Pero en televisión las historias sobre gays, parejas de gays o estética gay son ya infinitas. En ”Aquí no hay quien viva“ hay también una ”hija de papá“. A partir de aquí, nada más. Si nos pusiéramos a enumerar las diferencias entre el proyecto de ”La portera“ y ”Aquí no hay quien viva“, no pararíamos. Lo que hemos visto por antena se parece a lo que conocemos por escrito como un huevo a una castaña.

Los buenos lectores de teoría cinematográfica que han leído un magnífico libro titulado “La semilla inmortal” saben que todos los argumentos cinematográficos parten de una docena de historias diferentes que se van reescribiendo desde el principio de la Humanidad. Desde luego que “Pretty woman” es una versión moderna, la enésima, de “la Cenicienta”. Y los que leen a los clásicos saben que prácticamente está ya todo inventado desde Grecia y Roma. La historia de la creación literaria, cinematográfica, televisiva y artística en general es la historia de un gran plagio. Pero, a efectos jurídicos, ¿dónde termina y dónde empieza el plagio? En el caso de “Aquí no hay quien viva”, el primero con derecho a reclamar en esta España moderna sería el magnífico dibujante que popularizó en historietas, en el TBO, “13 Rue del Percebe”, ¿no? ¿No está “la portera” inspirada en el popular edificio que tantas satisfacciones nos dio en la infancia? ¿Y no ha podido inspirarse Antonio Dorado en el famoso serial “La portera y sus vecinos” que emitió Radio Madrid diariamente hace ya más de cuarenta años?

En el tema de las acusaciones de plagios hay que andar con pies de plomo. ¿Es “Periodistas” un plagio de Lou Grant? ¿Es “Hospital Central” un plagio de “Urgencias”? Y así, hasta el infinito.

Nadie es dueño de una “idea” sino de su desarrollo En definitiva, para bien o para mal, nadie es dueño de una “idea”, tan sólo de su desarrollo. Antena 3 puede hacer mañana una serie de médicos sin que ello le suponga ningún problema legal con el “Hospital Central” de Telecinco; TVE-1 podría tener su propia serie de vecinos, siempre y cuando, claro está, los personajes de su comunidad no fueran un calco de los de “ANHQV”; y si Telecinco quisiera producir una serie sobre una niñera que se enamora de un viudo con muchos hijos, nada podría hacer Ana Obregón para impedírselo si el desarrollo de las tramas son diferentes. ¿Quiere esto decir que los guionistas pueden reproducir impunemente cualquier serie ajena que se les antoje? Evidentemente no, porque lo único que sí “protege” claramente la ley son los guiones. Es decir, ninguna cadena española puede adaptar con actores españoles un capítulo concreto de “Friends” o “Los Simpson” sin haber comprado antes los derechos. En ese caso, cualquier juez no dudaría en dar la razón a la NBC y la Fox respectivamente. Al hilo de esta reflexión tengo que contar una anécdota de un amigo, director de cine argentino y magnífico guionista. Escribió un sensacional argumento que él creía merecedor del Óscar y para producirlo se lo mandó a Robert de Niro para que lo produjera. Su sorpresa fue mayúscula cuando le llegó de vuelta un sobre, con una amable nota de los estudios de De Niro que decía: “Discúlpenos, pero no hemos leido su guión porque corremos el peligro de que nosotros hayamos tenido antes una idea similar y que usted se crea, al convertirla en película, que se la hemos copiado”.

Sé de algunas productoras que ya se niegan a considerar y leer proyectos de programas de televisión ajenos para no entrar en polémicas estériles de este tipo. Si te mandan un proyecto y da la casualidad de que el equipo creativo de la empresa ya lo ha desarrollado y tiene posibilidades de ponerlo en antena, se han ganado un problema. Sin comerlo, ni beberlo.

Por eso, en el caso de “Aquí no hay quien viva”, y sin entrar en las reflexiones finales que pueda hacer el Juez, creemos que la razón asiste de entrada a José Luis Moreno y al magnífico trabajo que han realizado sus equipos creativos.

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