Ayer en Cuatro

Todos ganaron en la final de “Perdidos en la tribu”

Tras varias semanas lejos de sus casas, de sus comodidades occidentales y en un entorno completamente hostil, la aventura de las familias de la segunda temporada de Perdidos en la tribu llegó ayer a su fin con éxito para las tres, que fueron aceptadas y se repartieron los 50.000 euros.

Atrás quedaron las primeras dificultades de comunicación, los problemas de adaptación, la extrañeza por la gastronomía local, las diferencias culturales, las dudas y los intentos de abandono. También los desafíos con cocodrilos, con serpientes, con crujientes murciélagos o con duros trabajos de supervivencia.

Cada una a su manera, las tres familias han hecho un gran esfuerzo para transformarse tanto física como emocionalmente en miembros de derecho de las tribus Kamoro, Vanuatu y Hamer.

Sin embargo, no todos se han entregado por completo. Mientras algunos miembros de las familias lo han dado todo por convertirse en uno más de las tribus, otros han puesto continuas trabas o no han conseguido dejar atrás su pasado ni sus necesidades occidentales.

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La experiencia les ha cambiado

Después de una aventura como la de Perdidos en la tribu, las tres familias han experimentado un rotundo cambio de actitud, de perspectiva vital e incluso de prioridades. Sólo unas semanas antes de su viaje los lazos de unión de Rafa y Ana María estaban prácticamente rotos. Tras su estancia con los Kamoro madre e hijo regresan a casa más unidos que nunca.

En Etiopía ha ocurrido algo muy similar: el que llegó siendo la oveja negra de la familia, David, se ha convertido con las semanas en la clave de la adaptación de toda la familia. Su apoyo, el salto del toro y su cambio de actitud han conseguido que sus padres y hermanos vuelvan a creer en él y en todos juntos como una verdadera familia.

Por su parte, en Vanuatu, Raquel ha sido la verdadera protagonista. Al llegar parecía que jamás se adaptaría a un lugar en el que es imposible estar pendiente todo el día del aspecto físico, del ocio... Sólo unas semanas después, la chica se convirtió en todo un ejemplo de integración, de buen humor y de tesón.

Las despedidas fueron duras

El final de la segunda temporada de Perdidos en la tribu vivió además tres dolorosas despedidas. Las familias han hecho un largo viaje, se han enfrentado a los momentos más duros de su vida y han estrechado sus lazos entre sí hasta límites insospechados. Pero regresar a casa no fue tan sencillo: la vida en las tribus ha sido tan intensa que las despedidas se volvieron más duras de lo que esperaban, con abrazos y llantos, y sin saber si volverán a verse..

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