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La humillación es la auténtica líder de audiencia

Son muchos los ejemplos de programas en los que se fundamenta esta teoría, reflejada recientemente en un artículo del New York Times titulado Forget the Sex and Violence; Shame is the Ratings Leader. Desde The Will (El testamento), en el que miembros de una misma familia compiten por una herencia millonaria, pasando por Exhausted, un concurso de la Fox basado en la privación de sueño; y más recientemente, Cathouse, un programa de la cadena de cable HBO que mostrará todo lo que ocurra en un burdel de Nevada. “El soltero”: el temor a ser rechazado en público Los espectadores están demostrando tener un apetito insaciable por ver a gente común “pasar vergüenza pública” a cambio de sus quince minutos de fama. En nuestra cultura estamos acostumbrados a que los hombres compitan por conquistar a una mujer, e incluso lleguen a perder su dignidad por conseguir su objetivo. Sin embargo, cuando es a la inversa, y son las mujeres las que cortejan de manera insistente a un hombre que tiene la última palabra, la imagen puede resultar un poco ridícula y, en ocasiones, humillante para la mujer, como es el caso de El soltero, el exitoso dating show de la ABC que da la oportunidad a un hombre de elegir pareja entre 20 aspirantes. “Cathouse”: la humillación de tener que pagar por sexo En materia de sexo, tan sólo hay un acto que todavía podría considerarse “vergonzoso”: pagar por ello. En Cathouse, el programa no emitirá ninguna escena de sexo explícito, grabada con cámara oculta en un prostíbulo de Nevada, pero sí mostrará los preliminares, entre otros, a una pareja de clientes que deciden tener su sesión por separado con una prostituta virgen de 22 años, y la dureza con que la madre se sienta a negociar con los clientes y regatea como si estuviera comerciando con una prenda en un mercadillo: “¿Sólo 1.000 dólares? ¡Si te lo estoy regalando!”. Lo más sorprendente es que la mayor parte de los clientes grabados dieron su consentimiento para salir en el programa que emitirá HBO este mes –sólo 3 de 50 se negaron-. Para muchos, lo importante es salir en televisión, ya sea por 15 minutos de fama ..., o de vergüenza. Ya lo decía el personaje de Nicole Kidman en la película Todo por un sueño: “¿Qué sentido tiene hacer algo bueno si nadie te está viendo?”. La humillación “inconsciente”: los programas de cámara oculta La humillación “consentida” es una cosa. Pero la humillación “inconsciente” es otro subgénero nacido en 1949 con los programas de cámara oculta. En el verano de 2000, la NBC triunfó con el programa de bromas macabras Spy TV, que mostraba a sus “víctimas” en situaciones embarazosas. Por ejemplo, aspirantes a modelos eran obligadas en un casting a posar cubiertas de serpientes y sosteniendo cucarachas vivas con la boca. En otra emisión, a un inmigrante que llevaba una pizza a un hotel, se le hizo creer que había sucedido un crimen en una de las habitaciones, con una simulación de cuerpos mutilados, y se llevó tal susto que llegó a traspasar una ventana tratando de huir. Spy TV fue muy criticado pero lo cierto es que los programas de cámara oculta con bromas más benignas no han probado tener la misma audiencia. Por otra parte, el programa de la TNN Oblivious, que en España emitirá Antena 3 bajo el título En la inopia, también se basa en la humillación. El presentador se disfraza de camarero, guardia o dependiente y se las ingenia para hacerle cinco preguntas de cultura general a un cliente -todo ello grabado con una cámara oculta-, quien recibirá finalmente 20 dólares por cada respuesta acertada una vez se descubra que todo ha sido un montaje. Para muchos espectadores, la gracia del programa reside en la ignorancia que demuestran tener algunas “víctimas”, más que en el ingenio del presentador para engañar a los concursantes. Como último ejemplo de programa “humillante”, podríamos citar el ya anunciado reality show que lanzará próximamente la Fox, Joe Millionaire. En él, 20 mujeres se prestan a competir por el amor de un hombre al que suponen millonario. Por si no resultase ya bastante vergonzoso reconocer que están ahí por el dinero, al final descubrirán que todo ha sido una farsa y que en realidad, el hombre por el que han estado concursando es en realidad un albañil de vida humilde. Muchas tendrán que pasar el mal trago de reconocer públicamente que ya no les interesa el premio.

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