Análisis

Los momentos homófobos de la televisión

El triunfito que da la cara A la tercera va la vencida y en Operación Triunfo al fin un gay da la cara, el recientemente expulsado Israel. Ni siquiera ha esperado a tener un poquito de popularidad. Con la verdad por delante, desde el principio, pidiendo que a su novio se le trate como tal y no con los eufemísticos “amigo” o “compañero”. A la caza del maricón En las salsas más rosas, si eres famoso de medio pelo y maricón, estás perdido. Y si no que se lo digan a Tony Hernández, ex de Sara Montiel, a quien le han descubierto un novio en Cuba. A pesar de que en alguna revista cuentan lo peligroso que resulta en esa isla llevar una vida homosexual, los sacan a garrotazos del armario. El pobre Tony se esfuerza en demostrar que aunque viva con su Armando, es porque lo quiere como un padre. También el difunto Pepe Tous es objeto de todo tipo de comentarios y hasta algún supuesto viejo amante ha aireado sus preferencias eróticas. Poco después lo ha seguido el marido de una de las nietas de Imperio Argentina. La otra nieta gritaba el otro día a las cámaras que su hermana y su cuñado se tenían que meter a “puta” y “maricón”, que es lo que les corresponde. Como en el mejor franquismo, meretrices y maricones en el mismo saco. Me lo dices o me los insultas Uno se cree que existen programas amigos en la televisión, pero a la que te descuidas, la recibes en la misma mejilla. La simpática Lorena Berdún en Me lo dices o me lo cuentas, después de reír las gracias de uno de sus colaboradores, que despreciaba algo porque eran “mariconada”, ayuda a resolver los problemas sexuales de una señora. Ésta resulta que está sorprendida porque tiene muchas fantasías y sueños lésbicos. Respuesta de Lorena: “no te preocupes porque esas fantasías son muy sanas, no te convierten en lesbiana”. O sea, que si la convierten en lesbiana ya no son sanas. Tantos años de identificación entre homosexualidad-enfermedad-suciedad pasan factura a la más pintada. Susto al heterosexual Cada temporada aparece un puñado de programas formato Inocente, Inocente. En estos, el inevitable número estrella es el siguiente: se coge a un desprevenido heterosexual y se le pone frente a un mariquita con muchísima pluma y contoneo que intenta seducirlo y que termina magreándolo todo lo que puede. La gracias consiste en ver cómo el hetero va perdiendo los nervios hasta terminar a punto de pegarle una paliza al “mariacosador”. Cuando los puños están a punto de hablar, el marica le confiesa que no lo es y que todo ha sido una broma. Ya relajados, se dan unos abrazos de lo más viriles y todos tan contentos. Han sometido a la víctima propiciatoria a la peor pesadilla: el acoso gay. Ya tenemos juerga para recordar durante años, pero yo me pregunto, ¿quién ha sido la víctima del juego?.

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