Estados Unidos

Que se mueran los feos

Seamos realistas. El triunfo de la belleza interior sobre la apariencia física, al menos en televisión, es una utopía. Ése es el decepcionante mensaje con el que se despidió, el pasado 8 de diciembre, el reality show estadounidense Average Joe, una variante de The Bachelor (El soltero) cuyo giro de tuerca a los dating shows tradicionales era que la mayoría de los aspirantes a conquistar a la protagonista, la atractiva soltera Melana Scantlin, eran muy poco agraciados físicamente. Ellas los prefieren guapos El planteamiento inicial dejaba lugar para la esperanza de que Melana pudiera enamorarse de alguno de sus “feúchos” pretendientes, con muy buen corazón, en coherencia con el guión de todas las comedias románticas adolescentes. Pero no fue así. Melana eligió finalmente a Jasón (el guapo) y rechazó al tipo corriente, Adam. Como apuntaba recientemente una crítica del New York Times, esta decisión demuestra que detrás de todos los artificios de los que suelen revestirse los reality shows, siempre queda algo de realidad: al final los que triunfan son los guapos. Los hombres y mujeres tienden a seleccionar a sus parejas con un atractivo parecido al suyo y de su misma clase social. Sólo eso explica que Melana, una ex cheerleader (animadora) de 26 años, aspirante a triunfar en el mundo del show business, escogiera entre todos los aspirantes al que más condiciones tiene para ser el galán de una telenovela. De nada le sirvió al “feo” Adam, el “gracioso” del grupo, todos sus esfuerzos por hacer reír a la soltera de oro en las citas que les organizó el programa. Ella prefirió la belleza de Jason a la simpatía y gracejo de Adam. Average Joe se estrenó en la ABC como la enésima variante de The Bachelor. La diferencia de este formato con otros anteriores era que la soltera no debía elegir a su media naranja entre hombres irresistibles, sino entre tipos corrientes, de los del montón, que en EE.UU. vienen a llamarse “average Joe”. El casting se hacía a la inversa de lo acostumbrado en este tipo de programas. Era el “anticasting”. Se eligió precisamente a los menos agraciados, buscando los estereotipos: el gordito, el larguirucho, el empollón... Pero cuando parecía que la broma había dejado de hacer gracia, y el interés de la audiencia corría peligro de decaer, los productores añadieron una “sorpresa” de última hora: al grupo de feos se incorporaron tres “Adonis”, con belleza de canon, cuyo objetivo era tentar a Malena y conseguir que se olvidara de los tipos corrientes con buen corazón a los que ya estaba llegando a considerar como pareja. El ganador, Jason, un estudiante de 27 años que trabaja como camarero en California, era uno de ellos. El programa jugó con otros giros que no hicieron más que posponer lo inevitable. En uno de los programas, los productores disfrazaron a Melana de “gorda” para que fingiera ser su prima ante sus pretendientes, y poder comprobar así cómo se comportarían con una mujer menos atractiva. El resultado de la broma sí tenía todos los ingredientes típicos de las comedias adolescentes: Malena escuchó cómo Zach hacía mofa de su supuesta prima en el vestuario. Por supuesto, fue uno de los primeros eliminados. Una moraleja decepcionante Adam, un agente de Wall Street, era el “menos feo” entre los “feos” y el que más probabilidades tenía de llegar al corazón de Melana. Un muchacho fornido, con aspecto de pánfilo y dentadura prominente. Aunque Melana ya tenía la decisión tomada, los productores trataron de mantener la incógnita hasta el final. Los guionistas recurrían a planos contraste de Jason tomando el sol a lo “ligón de playa”, mientras Adam hacía footing y flexiones a lo “Rocky” para conquistar a su Melana. Ya en la final, “en uno de los telones de fondo más tontos del concurso”, según critica el New York Times, Melana tomó su decisión sobre una alfombra roja. Debía de escoger entre un jet privado y un autobús. El avión les llevaría a ella y a su pareja a un viaje de ensueño, mientras que el autobús aguardaba para llevar a casa al “perdedor”. El programa no ha decepcionado en audiencia – el penúltimo programa atrajo a 14 millones de espectadores y la ABC lanzará la segunda edición a comienzos de enero-, pero sí en su moraleja final. Adam, el rechazado, es un exitoso agente de bolsa. Jason, el vencedor, es un camarero que vive en casa con sus padres mientras estudia Económicas. No se puede decir que Melana eligiera a su pretendiente por su “bolsillo”. Simplemente se basó en el físico. O como ella dice: “No sólo es guapo, es muy sincero”.

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