El Periódico

Los negocios de José Luis Moreno

Tratar de explicar la figura de José Luis Moreno mediante la comparación con su ecosistema artístico o profesional es una aspiración abocada al fracaso. ¿Alguien sabe de otro ventrílocuo que haya logrado construir un imperio audiovisual a partir de unos muñecos? ¿Han oído hablar de más empresarios que dirijan a diario los destinos de sus 417 empleados desde el salón de su casa? ¿Conocen otro hólding que aglutine productoras de teatro, estudios de televisión, hoteles, restaurantes, papelerías y hasta tiendas de instrumentos musicales, y cuya cúpula directiva la formen un antiguo humorista, su hermana, su hermano, su cuñada y sus cuatro sobrinos?

Inabarcable, inclasificable, desbordante, para unos visionario, para otros incómodo y trasnochado, Moreno aglutina sobre su nombre una colección de rarezas que le convierten en un personaje único en el circo de lo público, aunque él desglose los datos de su inaudito perfil con el mismo desdén con el que firma --mirando para otro lado-- los talones que su secretaria le sirve cada mañana sobre su mesa. “Yo no pregunto, me limito a firmar. Sólo cuando veo una cantidad exagerada trato de averiguar lo que compro”, dice sin dejar de soltar garabatos por el bolígrafo. Una ópera suena en el equipo de música de su salón-despacho con vistas a la piscina y el jardín. Es lunes por la mañana, hora de hacer repaso de la agenda que le espera esta semana, pero Moreno, divertido, parece que está narrando una visita al parque de atracciones: “Hoy, reunión con los guionistas de la nueva serie que estrenaremos en Antena 3 en abril. Luego, una comida para organizar la Parada de la Hispanidad que montaremos en las calles de Madrid el 12 de octubre. Por la tarde he de estar en Mallorca para hablar con los responsables de la tele balear, que van a empezar a emitir pronto y quieren unos programas. Mañana voy a Londres a firmar los derechos de un musical que llevaremos al West End. Pasado mañana iré a Niza a negociar una Boheme que montaremos allí en breve”. Sigue sonriendo.

El cuartel general Hay consejeros delegados que con la mitad de esta tarea andarían subiéndose por las paredes, pero Moreno transmite la sensación de estar esperando que se marche la visita para zambullirse en la piscina climatizada con la que también cuenta este palacete, mitad refugio, mitad cuartel general del emporio que ha logrado crear alrededor suyo. Hoy, al menos, no tendrá que reunirse con directivos de TVE, a quienes ha prometido tres nuevos programas. Ni deberá pasarse por los gigantescos estudios, también de su propiedad, donde se graban los capítulos de Aquí no hay quien viva, la gallina de los huevos de oro de Antena 3, y se ensayan las óperas, zarzuelas y musicales que pasea por todo el país, como El diluvio que viene y Matrimoniadas. Ni tendrá que verse con ningún responsable de la Comunidad de Madrid para dar más pinceladas a su Coliseo de las Tres Culturas, el mastodóntico complejo teatral que empieza a edificar en la ciudad de Ruiz-Gallardón. El nuevo invento Este proyecto promete ser el más difícil todavía de los inventos de Moreno. A saber: tres teatros interconectados con capacidad para 6.000 localidades, conservatorio de música y danza, escuela de teatro, academia de cine y televisión, talleres de escenografía, museo de arte, estudios de grabación. “Habrá hasta un servicio de babysitter para que cuidemos en casa de su bebé o su abuelo mientras usted asiste al teatro. Será un Guggenheim de la escena”, afirma. Como diría Rockefeller, su pajarraco guasón: ¡Toma Moreno! Es hora de que el mago de los muñecos explique el secreto de su masa. ¿Qué persigue José Luis Moreno? “Todo parte de la necesidad de disponer de los medios para montar los espectáculos que me gustan, y que sé que la gente está esperando. Por eso empecé a producir hace 30 años, y por eso sigo creciendo. Debuté en 1975 en un programa de la tele en Estados Unidos, donde me daban sólo 7 minutos para hacer mi numerito. A mí aquello se me quedaba pequeño, así que peleé hasta conseguir que me dieran un espacio para mí solo de 25 minutos. Luego me pasó lo mismo en Holanda. Y en España. Por eso empecé a producir mis programas cuando nadie lo hacía en este país. Yo necesito hacer las cosas a mi manera. Mi preocupación ha sido siempre adaptar mi cocina a todo lo necesario para poder cocinar el mejor guiso”, explica. Esta estrategia habría valido para alumbrar a un sólido productor audiovisual y punto. Pero no. Él necesitaba llevar el Moreno way of life hasta los últimos rincones de su universo particular. ¿Cómo? Por el método del talonario, que es el que mejor le ha funcionado. Futuros empresarios del entretenimiento, atentos a la lección: “Así entré en el mundo de los hoteles. A mediados de los 80 llegué a Alemania para crear una compañía de ópera. Íbamos para dos semanas, pero fue tal el éxito que nos salieron muchas actuaciones más. Al final, los beneficios se me iban en pagar el alquiler a los 200 artistas. Me enteré de un hotelito que estaba en venta junto al lago Constanza, hice mis números y lo compré. Luego nos fuimos de Alemania, pero la persona que dejé encargada en el hotel me llamó para hablarme de otro hotelito en la Selva Negra. Y lo compré. Y así hasta reunir los 16 que tengo en todo el mundo, desde América hasta Asia”, relata. Pisos, garajes, cafeterías... Uno de ellos es el Princess Garden Rresort de Alfaz del Pi, en Alicante, otro caso de yo me lo guiso, yo me lo como estilo Moreno: “Conseguí quedarme con la producción de los espectáculos de Terra Mítica. Pero como no tenía dónde meter a mi centenar de artistas, compré el hotel”, explica. Terra Mítica acabó en suspensión de pagos, pero el hotel sigue dando beneficios. Aplíquese el mismo método al mundo de los pisos, los garajes, los supermercados o las cafeterías. “En España tengo cinco. En el extranjero no sé, otras seis o siete”. ¿A partir de qué momento se pierde la cuenta? “Desde el momento en el que pones a gente en quien confías en la dirección y te olvidas. Yo no puedo estar pendiente de cuántas unidades de iluminación tengo en mis estudios. Lo mío es el teatro, dirigir a los artistas, pensar nuevos montajes, meterme en los ensayos. Eso es lo que me divierte, lo demás es accesorio”, responde. ¿Y las tiendas de música o las papelerías? Un día le ofrecieron los locales del edificio donde nació. Como su pasión es la música, puso una tienda de instrumentos, y así tiene una excusa para irse de vez en cuando a Corea a comprar violines. “Y las papelerías son mi otra fijación. Si alguien quiere hacerme feliz, que me regale una libreta. Me encantan. Así que puse una papelería”. Habla un empresario que se queja de estar “condenado a crecer”. Ahora, sin ir más lejos, no tiene sitio donde montar los programas que le ha encargado TVE. “Y no me gusta estar alquilado”, dice. Pues habrá que seguir comprando. “Es que no todo está en venta, amigo. Si no, compraríamos la Moncloa, que es un sitio ideal para hacer una buena sitcom”, dice entre risas antes de ponerse muy serio: “Que nadie se confunda. Yo no soy un especulador que compre y venda para ganar dinero. En toda mi vida sólo he vendido un piso. El resto lo conservo porque lo necesitamos para hacer mejor nuestro trabajo”. De vez en cuando Moreno habla en plural. Él no es sólo él. En su aventura le acompañan dos hermanos, una cuñada y cuatro sobrinos. Sorpresa: lo suyo tiene las trazas de un imperio audiovisual, pero en realidad se trata de una empresa familiar. “Últimamente hay varios grupos mediáticos que quieren comprar parte de la empresa, pero cuando nos preguntan por el organigrama de la compañía nos morimos de la risa. ¿Director gerente, director general, consejero? En casa nos miramos y nos decimos: ése debes ser tú”, cuenta. He aquí otro de sus secretos empresariales: a pesar del tamaño que han alcanzado, siguen siendo muy artesanales. Sus programas los piensan en familia reunidos en un sofá. De aquí salió Aquí no hay quien viva. Y aquí es donde se ensayan las coreografías de sus zarzuelas. A pesar del éxito, el ventrílocuo está condenado a convivir con la sospecha y el retintín de parte del público y de algunos críticos, que ven un tufo a desfasado en su sello personal. Esta otra rareza parece haber hecho callo en él, y a estas alturas tiene bien aprendida la réplica que ha de dar a esta insinuación. “¿La ópera es antigua? Entonces que cierren el museo del Prado. Si la gente hace cola para ver un montaje de Moreno, es porque saben que se van a divertir, que yo no les voy a engañar”, responde. Ante las críticas, Moreno muestra sus credenciales: “Me llamaron de la televisión de Luxemburgo para dar una conferencia. Cuando llegué me presentaron como el Endemol (primera productora del mundo en TV de entretenimiento) español. Allí saben que de 97 formatos televisivos que he creado, 95 han sido un éxito”.

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