Viernes, a las 22:30 horas

Cuatro, entre rejas esta noche con “Callejeros. La película”

En el quinto aniversario de trayectoria de Cuatro, “Callejeros ha logrado realizar una ambiciosa propuesta: mostrar la vida carcelaria por dentro”.

El espacio de reportajes de la cadena privada ha conseguido entrar en la cárcel de León en “un acceso exclusivo inédito en televisión”. El resultado podrá verlo la audiencia este viernes a partir de las 22:30 horas.

“Por primera vez, las cámaras de un programa retratan sin restricciones el día a día de un centro penitenciario”. Todo un verano, 24 horas al día, para llegar a Callejeros. Cárcel. La película, 80 minutos de televisión filmados por un equipo de la productora Molinos de Papel.

“Tras años de intento, los reporteros han logrado entrar en una prisión”

Cada día 20 personas entran en prisión. Prisiones que se alzan a las afueras de pueblos y ciudades para conseguir que su población sea prácticamente invisible. O no. 230 programas después y tras cuatro años intentando entrar en una cárcel española, Callejeros ha conseguido que las puertas de una prisión se cierren con ellos dentro.

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Los reporteros Beatriz Díaz, Juan Antonio C. Arias y José Martínez conviven durante un verano entero, con los presos del Centro Penitenciario de León. Día a día, hora a hora, minuto a minuto junto a los presos, los funcionarios y la dirección del Centro en una pequeña sociedad, en un mundo aislado por los barrotes.

“Una película graba con total libertad”

Un programa inusual y especial, casi una película, grabada casi con total libertad para contar cómo es el amor, el odio, la venganza, la esperanza y, la ilusión de cientos de personas que viven dentro de una prisión.

Las emociones son tantas que la cárcel se convierte en la calle. Lo que ocurre en la calle sucede en la cárcel a lo grande. Aquí todas las emociones se magnifican, los amores son más desgarrados, las venganzas más crueles, los anhelos más mundanos, las deudas más difíciles de saldar.

Es una rutina, una cotidianeidad, una sociedad que bulle igual que en la calle. Pero con una ligera salvedad: siempre escuchan el ruido de las puertas cerradas desde dentro.

Dentro de la celda

Las celdas miden apenas 10 metros cuadrados. Pensadas para una persona, la ocupan dos. Aquí se pasan encerrados más de 14 horas de las 24 que tiene un día. Lo mismo que el 70 por ciento de los extranjeros que duermen, viven, comen, se enamoran y hasta llegan a morir, en esta prisión.

A las 8 de la mañana, recuento. A las 9 de la mañana, desayuno. De nueve a una, actividades. A la una y media, se come. A las dos de la tarde, a la celda. Hasta las cuatro y media. A esa hora, recuento con el diez por ciento de la puerta abierta.

En la cárcel hay que saber unas cuantas cosas. De drogas, casi todo. Que se paga con tarjetas de teléfono a cinco euros. Que también se puede hacer alcohol a base de destilar fruta sin que te vea el funcionario, porque eso es motivo de parte y de que te dejen encerrado en la celda más tiempo del normal. Que los martes es un día muy malo en prisión porque todo el mundo debe dinero a todo el mundo.Porque en prisión también se cobran los intereses, aunque sean los de un tarjeta de las de llamar por teléfono.

El amor entre rejas

“¡Rosario, Rosario! ¡Que se ponga Rosario!”. El que grita es un muro de cemento. El que separa el módulo 9 del módulo 10. El único donde hay chicas. El único que ofrece a los presos de al lado verlas tomando el sol en el patio o con un tinte colorado en la cabeza. O escucharlas reír, que aquí eso es todo un lujo. El 10 es el módulo que ofrece enamorarse sin verse.

Mustaphá, la voz del fuerte muro de hormigón insiste hasta que Rosario le da una segunda oportunidad. Tendrán que demostrar a los educadores de la cárcel que llevan una relación seria. Cartearse durante 6 meses, aunque sea a base de mandar zapatillas de patio a patio con mensajes de amor. Con suerte les darán un vis a vis y, por primera vez, se podrán tocar. Y casi verse.

A las puertas de la cárcel

La cárcel por dentro… Y por fuera. Callejeros completa la fotografía de la vida carcelaria con una vuelta de tuerca: cómo viven los allegados de los presos en el reportaje A las puertas de la cárcel. Altos muros de hormigón, infinitas torres de vigilancia. Siempre a las afueras y lejos de la vista. Somos el país de la Unión Europea con la mayor población penitenciaria. Y los presos no son los únicos que están cumpliendo condena.

Centenares de familiares abarrotan las puertas de las prisiones de todo el país para comunicar con sus presos. Sobre todo en fin de semana. Andando, en taxi, en coche o tras largas horas esperando autobuses de línea casi inexistentes. Merece la pena para los 40 minutos semanales de comunicación entre cristales de un locutorio. O para dos horas y media de vis a vis familiares en las que se llegan a tocar por primera vez a los recién nacidos.

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