El nuevo libro de Xavier Gassió, 'Los niños de EGB'

La televisión de los niños de la EGB: 'Por ti mi corazón palpita, como una patata frita'

La televisión de los niños de la EGB: 'Por ti mi corazón palpita, como una patata frita'

¿Hiciste la EGB a finales de los finales de los 70, los 80 o principios de los 90? Entonces seguro que Mortadelo y Filemón, Leif Garret o Indiana Jones y Sabrina forman parte de tu memoria sentimental.

Es muy posible que tus horas de ocio las relaciones con los chicles bang, bang, el cine Exin, las casettes de Mecano, el libro gordo de Petete, la consola Atari y la Game Boy, Alaska, los Filipinos, el Bollicao, Duran Duran, las canicas, la Nocilla, Los Goonies, el Cola-Cao, Barbie, Smiley, las Converse, el Frigopié, el Betamax, Espinete o el Bic Cristal...

Si buceas en tu parte transgresora descubrirás que tu inconsciente machista te llevaba a piropear a tus amigas con frases del tipo: “por ti mi corazón palpita como una patata frita” o “tú mamá debe ser pastelera porque un bombón como tú no lo hace cualquiera”.

Y si eras chica y atrevida, atacabas a un musculito con lo de: “me han dicho que los tíos buenos los tiran al mar, por eso estoy aprendiendo a nadar”.

“Una vida sin memoria es como una fortaleza sin guarnición”

Lo dijo, como no, Napoleón Bonaparte. Hace ya muchos años que terminó la EGB pero a muchos les parece que fue ayer. En la memoria perduran los iconos de la época: los tebeos, los libros de texto, las películas o los juguetes que acompañaron a los que ahora tienen entre 30 y 50 años, incluyendo los programas de televisión que todos veían (¿cómo olvidar Verano Azul?).

Xavier Gassió, autor de “Los niños de Franco”, bucea ahora en la generación de la EGB, y en este viaje al pasado le acompaña su hija Anna, que le permite incluso fisgonear en sus diarios de adolescente. Lo cuenta ella: “Página por página, ha repasado mis citas, las literarias y las otras. Todo lo que escondí durante años ha salido a la luz para hacer este libro. No es que fueran secretos de estado, pero eran mi mundo privado y por nada hubiera dejado que otros entraran en él, excepto un par de íntimos. Y, por supuesto, los padres menos que nadie”.

La caja no era tan tonta

Reconozco que me lo he pasado bomba enfrascado en “Los niños de EGB”. Xavier Gassió, el autor, que tiene un “síndrome de Diógenes” intenso, ha escogido de su archivo particular más de mil fotografías y ha acertado con el feliz hallazgo de incluir códigos QR que permiten acceder a los contenidos audiovisuales de la época: anuncios, programas de tv, dibujos animados o actuaciones musicales que marcaron época: desde el escándalo de Sabrina en TVE, momento en el que a la cantante italiana se le salió una teta más o menos voluntariamente, hasta el anuncio del bollicao o de la primera Coke Diet, el polémico “Póntelo, pónselo”, el primo de Zumosol, los payasos de la tele, Los vigilantes de la playa o la empanadilla de Martes y 13...

“La bola de cristal” fue el programa emblemático de la era EGB. Irreverente e ingenioso, presentó a Alaska como la Bruja Truca y apareció en TVE los sábados por la mañana cuatro años seguidos. Allí se estrenaron Santiago Auserón, Loquillo, Kiko Veneno, Pablo Carbonell, Pedro Reyes, Quise San Francisco, Anabel Alonso y Javier Gurruchaga.

Barrio Sésamo nos hizo familiares a Epi y Blas. Dentro de la gallina del programa estaba, nada más y nada menos, que Emma Cohen. Luego llegó “El show de los teleñecos” y Equipo A, Comando G, V, Mazinger Z, El coche fantástico, MacGyver y...murió Chanquete cerrando la persiana de “Verano azul”.

En dibujos animados son referencia imprescindible “Los pitufos” o el “Inspector Gadget”, sin desmerecer la creatividad española de “La vuelta al mundo de Willy Fog” o “D'Artacan y los tres mosqueperros”.

En concursos nos alimentaban las neuronas con “El tiempo es oro” y “Cifras y letras”, y seguramente las sedaban con “El precio justo” mientras nos sorprendía el éxito internacional del “Un, dos, tres”.

Parecía que llegaba la libertad

La generación de EGB no es un grupo cualquiera. Son los primeros que se educaron con cierta libertad, liberados ya del asfixiante yugo de la educación franquista y de su resaca, y son también un grupo que se permitió saltarse muchas normas que nos ahogaban en los años setenta.

A las familias aparentemente católicas y atemorizadas les llegó el momento de romper cadenas y de creerse que lo de una cierta democracia iba en serio. Incluso un atrevido PSOE asaltó el poder y nos creó la ilusión de que el cambio de verdad había llegado, aunque luego el espejismo se diluyera.

Los niños de EGB acompañaron el transito de una dictadura a la democracia sin ser conscientes de ello, pero viendo que sus padres modificaban aceleradamente sus costumbres, su modo de vivir y sus expectativas de futuro. Padres e hijos descubrieron juntos un nuevo mundo. La euforia de la libertad era tan contagiosa que marcó el primer tramo de su aprendizaje de la vida.

Los niños de EGB, hoy ya adultos, recuerdan con nostalgia un periodo de nuestra historia reciente irrepetible, como dice Xavier Gassió en el libro: “Es un tiempo suyo, nuestro, para siempre”.

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