Opinión

La teoría de los chiringuitos de playa

Una queja corriente hacia la televisión comercial es que en todas las cadenas emiten el mismo tipo de programas. Esto no es más que la consecuencia de querer abarcar el mayor volumen de espectadores y se puede ilustrar de una manera muy sencilla aplicando la teoría de los chiringuitos de playa.

En una playa hay dos chiringuitos cuyos servicios son idénticos y cuyos precios también. Esto es particularmente cierto de una cadena de televisión puesto que de cara al espectador todos los programas van a tener el mismo precio, que es su gratuidad.

En nuestra playa, Juan monta su chiringuito en el extremo oeste y Pedro en el extremo este. Puesto que los bañistas se reparten por la playa de una manera comoda y normal, los dueños de los chiringuitos se reparten la mitad de los clientes, yendo todos los que están en la parte oeste al chiringuito de Juan y los de la parte este al de Pedro, puesto que estos irán al chiringuito más cercano.

Al año siguiente y a la hora de volver a montar el chiringuito Juan piensa: si yo acerco mi chiringuito al de Pedro moviéndolo hacia el este no solo mantendré mis clientes, sino que conseguiré algunos de los de Juan puesto que ahora algunos de ellos estarán más cerca del mio que del suyo. Y tiene razón.

Pedro, sin embargo, ha visto la jugada y no duda en mover su chiringuito hacia el oeste de tal manera que aquellos clientes al oeste de su chiringuito siguen siendo suyos y a la vez se adueña de los de Juan al acercarse más a ellos.

De esta forma Juan y Pedro vuelven a repartirse el mercado. Siguiendo con este tipo de competencia al final Juan y Pedro instalarían sus chiringuitos en el centro de la playa sabiendo que todos los bañistas situados al oeste serían de Juan y los del este de Pedro.

Esta misma teoria es aplicable a la política, donde hemos visto la necesidad de captar el voto de centro en las últimas elecciones, alejándose los partidos de sus posturas más de izquierda o de derechas, sabiendo que el mayor número de votos se obtienen adueñándose de los potenciales votantes del adversario: o sea moviendo el chiringuito hacia el mercado de éste.

Aparentemente esta situación no debería perjudicar a los clientes de los chiringuitos puesto que la distancia entre estos y los chiringuitos sigue siendo igual. Sin embargo este no es el caso puesto que si al inicio los bañistas estaban más o menos repartidos por toda la playa ocupando un espacio por persona relativamente amplio, ahora se aglomeran en torno a los dos chiringuitos para evitar sus largos paseos en busca de helados.

En lo que concierne a la programación de una cadena veremos que el comportamiento es parecido. En cuanto un tipo de programas tenga éxito de audiencia (que seria lo equivalente al movimiento de ubicación de chiringuitos) y que la cadena que lo haya programado se adueña del mercado de las demás, las otras cadenas reaccionarán moviendo sus chiringuitos o sea emitiendo programas similares a la primera.

Esta reacción es la única que puede tener lugar puesto que las cadenas no tienen otra forma de competir entre ellas; no pueden dar descuentos a la fidelidad ni hacer campañas regalando sus productos, puesto que son gratuitos. De la misma forma que un partido político no puede comprar votos. Por lo tanto su única forma de competir es pareciéndose a los otros en su programación ocupando el centro del mercado. Esto de alguna manera vuelve a enfatizar el trasfondo democratico de la programación de las cadenas comerciales.

Sin embargo el lado negativo de este comportamiento se amplía en comparación con los chiringos de la playa. En el caso de estos últimos veíamos que había un problema de aglomeración en torno a los chiringos pero existía la posibilidad de irse más lejos con el coste de tener que andar más cuando quisiéramos un helado. Desgraciadamente en el caso de las televisiones no existe esa alternativa, puesto que su tendencia es a la similitud nunca podrán ofrecer a aquellos espectadores que prefieran caminar un poco programas a su medida.

Esta pequeña ilustración con los chiringuitos playeros quizás nos sirva a contestar la queja inicial que todas las cadenas comerciales son iguales en sus programaciones y nos apunta que estas tenderán al centro a la media.

En el siguiente artículo veremos, ilustrado con el dilema del prisionero, como además de tender al centro no satisface plenamente a ningún espectador.

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