Lights out: la cara y la cruz del boxeo

FX ha estrenado esta semana Lights out, su propuesta para la noche de los martes en esta temporada de invierno. La serie cuenta la vida de Patrick “Lights” Leary, (Holt McCallany), un boxeador de pesos pesados retirado a cuya memoria sigue apareciéndose su último combate, perdido, supuestamente, de manera injusta.

Además del tormento que le genera la duda sobre el legado que habrá dejado, Lights debe convivir ahora con la decisión de dejar el boxeo. Una decisión que no solo no tomó él (fue su mujer quien le hizo escoger) sino que -como cualquier deportista de élite en el ocaso de su carrera- le ha hecho cambiar radicalmente de vida hasta el punto de no saber qué papel debe jugar.

A esta situación hay que sumar el hecho de que Lights está prácticamente arruinado. Nadie, excepto su hermano y representante, conoce su situación económica, la cual le lleva a desempeñar trabajos que van desde anunciar las bolas en un bingo hasta actuar de cobrador matón a cambio de un porcentaje.

Lights ha tenido, a lo largo de su vida, dos llaves de entrada: la fama y los puños. La primera empieza a convertirse en algo residual y anecdótico consecuencia de un mundo necesitado de la renovación constante de héroes. Lo segundo, la violencia, convenientemente aparcada desde su retirada, empieza a aflorar como respuesta a la frustración que le causan los otros aspectos de su vida.

No obstante, y a pesar de una enfermedad latente, consecuencia de los miles de golpes en la cabeza recibidos durante su etapa en activo, Lights no ha tocado fondo, ni personal ni económicamente. Ese es, quizás, el punto flaco de una historia con la que resultaría más fácil empatizar si el personaje principal tuviera a su disposición menos vías de escape. Siendo simplistas, Lights out podría interpretarse no como la historia de alguien a quien la vida le ha jugado malas pasadas, sino como la situación de un millonario que no ha sabido administrar su fortuna. Y eso juega en contra de la serie. En pocas palabras, y reconociendo el camino que le queda por delante en los doce capítulos que quedan, Lights out no soporta las comparaciones con la épica de Rocky o con la superación personal de The Wresler (Darren Aronofsky, 2009).

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