Operación Trastazo

Pensábamos que Twitter sólo era otra red social. Sin embargo, en las últimas semanas ha ido más allá, mutando a una wikipedia de declaraciones absurdas, un espacio donde registrar las idas de olla de una gente que no es consciente del peligro de convertirte en esclavo de tus palabras. Primero fue #turismobisbal y ahora, EvaPerales_BSM.

¿Qué es el talento?

Esta reflexión viene al hilo de lo que podíamos leer ayer en vertele! sobre las reacciones del equipo de Operación Triunfo tras conocerse la noticia de su fulminante salida de la parrilla de Telecinco. A raíz de un tweet en concreto, tan hilarante o más que las reflexiones políticas de Bisbal. “¿Es que nadie apuesta por la música y el talento?”, se pregunta Eva Perales, miembro del jurado del programa. No sé si Eva espera alguna respuesta o la pregunta es retórica. Yo le diría que es una pregunta sin respuesta, porque parte de una premisa equivocada. OT y talento no forman un buen binomio. Claro que si entendemos por talento el dedicarte a interpretar canciones –mejor o peor- de unos músicos, sin ser músico, ni tener conocimientos musicales (que no se adquieren en dos meses participando en un talent-show), ni cultura musical, ni más ambición que convertirte en un pelele con un nombre molón, como Nilah o Naxxo o Josh y un peinado en el que ni un solo pelo está colocado sin seguir una estrategia de marketing… entonces, tienes talento. O factor X. O rentabilidad. O das audiencia y por eso interesas. O no, y por eso te vas a la calle. Miembros del jurado, esto va así. Manda el share, y no hay alma que valga. OT no ha pasado el examen del público, y por eso echa el cierre. Manuel Villanueva, director de Contenidos de Telecinco no ha dejado lugar a dudas: “Los malos negocios los liquido de inmediato”. Suerte que ha tenido a bien exculpar a Pilar Rubio, que a estas alturas debe estar llorando por haberse ido de La Sexta.

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Prescindible para la televisión, incompatible con la música

¿Por qué no debemos apostar por OT, Eva? Porque no nos hace falta. La televisión no necesita un OT, ya tenemos muchos realities para llenar ese vacío (chonis, bodas gitanas, adopciones de famosos, GH o adolescentes delincuentes, entre otros), y la música tampoco necesita más triunfitos que acaben en el paro o reciclados en programas de karaoke. La única que los necesita es la industria discográfica, que si sobrevive es gracias a sus fans y a los adolescentes en general, que a estas alturas son los únicos que siguen pagando por un disco. Pero a la música le hace un flaco favor. Nunca se vio nada trasgresor, innovador u original que saliera de ese concurso. Nunca oímos hablar de experimentación. Y si hubo creatividad, se cortaron rápidamente sus alas... ¿o no os acordáis de Moritz (OT 2006)? Venga, teleadictos, haced memoria. De todas formas, dentro de un mes tampoco os acordaréis del ganador de esta edición. Sí, amigos. Porque a pesar del cierre, Telecinco quiere un ganador y se lo va a despachar, aunque sea el mejor de seis, aunque sea un ganador por descarte, a no ser que prospere la iniciativa de Juanjo Amorín, profesor de la academia, de salvar a OT emitiendo online: “Movimiento para continuar con #OTenOTlive. Yo me lo creo. Yo lo lucharé. ¿Y tú?”. Eso es que oyó a Alex de la Iglesia decir que Internet es la salvación.

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