CRÍTICA VERTELE (Aviso, spoilers)

'House of Cards': Los Underwood miran a Trump en su 'aterrador' regreso

'House of Cards': Los Underwood miran a Trump en su 'aterrador' regreso

Pedro Zárate

Aviso, spoilers: A continuación se desvelarán detalles de los dos primeros episodios de la quinta temporada de 'House of Cards'.

“Nosotros no nos rendimos ante el terror. Nosotros somos el terror” dijo Frank Underwood (Kevin Spacey) antes de dar por concluida la notable cuarta temporada de ‘House of Cards’. Lo hizo en compañía de Claire (Robin Wright), que por primera vez rompía la cuarta pared para fijar su mirada en los espectadores, los únicos que conocen toda la verdad. Su verdad.

Más de un año después de aquello, la ficción regresa hoy con su quinta temporada (disponible al completo desde las 09:25 horas en Movistar Series), donde esa política del “terror” se presenta como el camino a seguir por su pareja protagonista. Un binomio, el formado por Frank y Claire, que da un paso más en su ambiciosa locura al dejar a un lado a Maquiavelo para abrazar como nuevo referente a Donald Trump.

Una declaración de guerra en el inicio de la quinta temporada

Siempre tan pegada a la actualidad, era de esperar que ‘House of Cards’ tomara referencias del nuevo y controvertido presidente norteamericano, en especial cuando todavía era solo el candidato republicano a la Casa Blanca. Frank, que por primera vez corre el riesgo de no resultar suficientemente inverosímil vista la realidad, asume como propia la política migratoria del magnate.

No solo pone el foco en los inmigrantes y toma medidas para que no entren en Estados Unidos, sino que además pasa al ataque sin contemplaciones (si es que alguna vez las tuvo) y declara la guerra al ICO (Organización del Califato Islámico en sus siglas en inglés). Su objetivo, infundir miedo entre los ciudadanos para desviar la atención y ocultar sus pecados del pasado.

Esa proposición de guerra y sus inevitables consecuencias trazan las líneas maestras de una quinta temporada que, al menos en sus dos primeros capítulos, muestra unas altas y nada disimuladas dosis de populismo, incluso para los Underwood. Un estilo de hacer política con reminiscencias ‘trumpianas’ con el que pretenden, una vez más, mantener todo bajo control sin tener en cuenta los daños colaterales que sufren sus propios ciudadanos. No importa, ellos nunca fueron su prioridad.

Los enemigos de Frank se rearman a fuego lento

Para colmo, y a pesar de las dudas que siempre sobrevuelan entre ambos, Frank y Claire vuelven a ser un dúo que camina en una sola dirección. Si la cuarta entrega demostró que el peor enemigo de los Underwood son ellos mismos, nada hacer pensar que no vayan a salirse con la suya con esta nueva política del miedo.

No obstante, seguimos hablando de ‘House of Cards’. Que la sangre vertida por Frank Underwood vuelva a la primera plana no solo es uno de los principales alicientes que mantienen viva la serie, sino también un objetivo muy jugoso al que sus rivales no están dispuestos a renunciar.

Algunos de los mejores momentos de la ficción han coincidido precisamente cuando peor lo han pasado Frank y Claire. De ahí que parte del éxito de esta quinta temporada dependa del buen (o mal) hacer de Will Conway (Joel Kinnaman), un enemigo con altibajos que, de momento, ve como la última y loca jugada maquiavélica del presidente ha eclipsado y puesto cuesta arriba su carrera hacia la Casa Blanca.

Un arranque pausado y vertiginoso a partes iguales

Aprovechar desde la sombra los resquicios dejados por el cegado belicismo de Underwood y ganar la batalla en el Congreso se presenta como su única opción. A no ser que Tom Hammerschmidt (Boris McGiver), el reputado periodista del Washington Herald, sea más rápido y le abra el camino.

Por separada y con sus propias armas, cada uno de ellos trabaja para poner en jaque a Frank y Claire, que parten con una aparente ventaja dentro de un arranque de temporada con momentos de altura y otros más pausados, pero todos ellos con un mismo objetivo: colocar las piezas de una partida que promete ser tan extrema y alocada como las 4 anteriores.

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