Crítica

'Alice in Borderland 2' hace más explosivo su espectáculo y pone en peligro sus cimientos

Alice in Borderland 2

Javier Atienza

Tras dos años de espera desde su primera temporada, finalmente Netflix estrena este jueves 22 de diciembre la segunda tanda de Alice in Borderland, devolviendo a los espectadores al mundo de supervivencia que tiene lugar en Tokio, donde sus habitantes deben someterse a cruentos juegos de vida o muerte.

La ficción encabezada por Kento Yamazaki y Tao Tsuchiya ve la luz con una nueva temporada en la que sus protagonistas avanzan de nivel con un nuevo objetivo en mente: hacerse con las figuras de las barajas. En su pasada entrega, el grupo de supervivientes logró hacerse con todas las cartas de todos los palos, a falta de las figuras. Ese momento ha llegado, y la esperanza de regresar al mundo real y con ello dar respuesta a las incógnitas está más latente que nunca en los protagonistas.

No obstante, este hecho supone un desafío en sí, tanto en elevar la dificultad y la originalidad de los juegos, como en evolucionar y superar una primera temporada que logró el reconocimiento internacional. Aunque esto vino en parte gracias al éxito que acumuló El juego del calamar, que dejó a los espectadores con más ganas del género battle royale, desencadenando así la búsqueda de series similares.

Para lograr superar el reto con éxito, la ficción se compone de 8 episodios con una duración aproximada de una hora, algo más que su entrega anterior, a lo que se le termina por sumar un último episodio que llega a la hora y veinte de duración.

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Más explosiva

La segunda temporada de Alice in Borderland se supera en cuanto a ingenio y desafío en los juegos propuestos. Con mayor complejidad y riqueza estratégica, la ficción logra el deber de mejorar a su primera entrega. Con escenarios más elaborados y un enemigo principal a batir, el rey de picas, la serie promete mucha más acción que su primera temporada.

En la misma línea, la ficción sabe equilibrar de manera efectiva la narración coral e individual de los personajes para desarrollarlos en conjunto y por separado cuando más se necesita. Además, la participación de estos en los juegos sigue siendo de lo más atractiva por la admirable capacidad que tienen para poner en valor su capacidad de análisis, en particular la de dos personajes, Arisu y Chishiya. Este último apuntaba maneras en la primera temporada de la ficción, y finalmente acaba despuntando sobre el resto de personajes labrando una distintiva personalidad que le dota de atractivo.

No obstante, esta característica de los personajes no solo reside en el bando bueno de la ficción, sino que los denominados “villanos” gozan de carácter y carisma suficiente para ganarse a los espectadores. Muchos de ellos con una profundidad lograda en base a una construcción precisa de actos y vivencias pasadas que hace que la temporada goce de personajes más complejos.

Además, la acción más elaborada y sangrienta salta a la vista, prometiendo un mayor goce por parte de los espectadores que busquen evadirse con un espectáculo efectista. Los efectos especiales y las coreografías lucen con brillantez en una temporada que precisa de ello para magnificar el espectáculo, y el terreno de juego.

Aprender del pasado

Sin embargo, si hay algo que la serie no logra respecto a su temporada pasada, es el aprender de los errores cometidos. La primera pecaba de una sobrexplicación de las reglas del juego y de las acciones pasadas de los personajes, con una necesidad de recurrir al flashback para poner atención en los antecedentes del guion.

Su segunda entrega arrastra este problema y se termina magnificando. El guion de Alice in Borderland continúa explicando por segunda vez las reglas de los juegos con personajes que no han entendido bien sus dinámicas, o que directamente se venden como “tontos”. A diferencia de uno de los desafíos, esta labor instructiva resulta redundante y deja entrever la poca confianza destinada en el espectador.

Además, sigue poniendo demasiado énfasis en recalcar y recordar acciones que en un primer vistazo se entienden, recurriendo así a un uso de planos que en ocasiones acaba siendo innecesario.

En la misma línea, la ficción aumenta la utilización de los flashbacks para construir a sus personajes, convirtiendo el guion en algo barroco. Esta decisión acaba por perjudicar al montaje, al ritmo y a la propia narrativa que en momentos llega a ser confusa. En muchas ocasiones, hubiera valido con construir a los personajes en base a actos, pero el guion se empeña en abusar de un recurso que acaba restando talento al proceso de escritura.

Por lo que, como conclusión, los problemas que se percibían en su primera temporada se ven aumentados en la nueva entrega, tomando la figura del espectador como alguien pasivo, y poco inteligente.

Las relaciones entre personajes

Si hay en algo en lo que se empeña la ficción con su segunda temporada es en prometer una mayor interacción entre personajes, construyendo así tramas personales que puedan emocionar al espectador. En la justa medida todas funcionan, y terminan por sumar al conjunto de la serie. Sin embargo, la palma de oro se la lleva la relación de amor entre los dos protagonistas de la ficción, Arisu y Usagi.

Es cierto que sigue siendo una relación que se toma su tiempo y que va construyéndose lentamente, pero al final sabe alcanzar su culmen dando al espectador de aquello que precisa en el momento justo. Una relación que ha gozado de un alto grado de elaboración durante las dos temporadas, y que finalmente le sirve para dotar a la historia de emoción y sentimiento en un momento clave.

A pesar de ser una temporada donde se pone más en valor a los personajes y a sus relaciones interpersonales, la ficción no deja de lado a los juegos y sabe mantener un perfecto equilibrio entre ambos elementos.

Sin embargo, en lo personal, la historia falla en parte con la regresión de personajes que se daban por muertos, ya sea de forma real o fantástica. Es así como la segunda temporada choca con la primera, dejando ver una incapacidad para tomar decisiones certeras que dejen el pasado atrás.

La tarea de responder incógnitas

El regreso al mundo real es algo que ha atormentado a los personajes y a los espectadores desde el inicio de la serie. La incógnita de cómo estos llegaron al nuevo mundo y qué había sido del anterior se lleva alimentando durante todo el transcurso de la ficción. Tanto es así, que debido al enrevesado enigma propuesto, el espectador esperaba una respuesta argumental igual de elaborada, compleja y con sentido.

Sin desvelar nada, la respuesta por fin parece que será otorgada, sin embargo, deja ver una notable incapacidad de resolver sus propios nudos. El final de la temporada es frío y hasta cierto punto decepcionante. La vaga solución deja ver una falta de creatividad que se contrapone con el diseño de los desafíos e incluso con el objetivo de la serie de ofrecer un estudio de la condición humana, y de los actos e impulsos de nuestra especie.

Tras ese final, la ficción parece plantear la posibilidad de una nueva temporada. A pesar de no ser un final demasiado abierto, tratando de asegurar que las tramas queden medio cerradas ante una posible cancelación, la historia se ha reservado un as en la manga con una declaración de intenciones de continuar en caso de conseguir la renovación por parte de la plataforma de streaming.

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